Nos vamos de vacaciones, aunque las hagamos más cortas por la crisis, que los precios de los hoteles y apartamentos, como los pisos, también se habían subido a las nubes. Bienvenidas las ofertas, pero que vengan para quedarse; de esa forma disfrutaremos todos un poco más, este año y los próximos.
Hay algunos afortunados que trabajan tres meses y viven con bastante comodidad el resto del año. No me parece justo, aunque es cuestión de imitarlos si les tenemos envidia. Se lo montan bien, pero que no nos hagan llorar si un año les va mal y tienen que apechugar con alguna actividad para poder pasar el otoño, el invierno y la primavera.
Los chollos son chollos, pero no duran. Una de las abuelas de mi mujer nos decía: aprovechar y disfrutar lo que podáis, y ahorrar, que nunca se había vivido tan bien como ahora; que formáis parte de una generación que no ha conocido el hambre.
Esperemos no tener que darle la razón, que en el largo plazo seguro que su previsión se cumple, que al fin y al cabo, nos creamos catalanes, vascos, o lo que sea, somos españoles, y por lo tanto, con ciertas tendencias periódicas al suicidio colectivo.
Disfrutemos de unos días de reposo y quitémonos de encima la mala leche acumulada por culpa de los malos españoles que nos gobiernan. Mejor desgobiernan.
