miércoles, 9 de octubre de 2013

Que no cuente conmigo la Ronda de Boltaña.


Ayer estuve en el concierto de un grupo aragonés muy conocido, que es "La Ronda de Boltaña". Sus canciones son de tinte nacionalista aragonés. Hasta ahí, todo normal en esta España, donde las fuerzas centrífugas atacan por todos los lados, en una deriva que sólo puede calificarse de auto-destructiva.

Está bien mirar hacia el pasado con orgullo, lo que no es normal es pretender volver a él, que es eso lo que se desprende de sus canciones. Parten de la idea de pequeño país, refiriéndose a la comarca del Sobrarbe -antiguo condado en los tiempos en los que los musulmanes dominaban hasta el Somontano-, para saltar enseguida al reino de Aragón, olvidando las comarcas de la Ribagorza, de la Jacetania y otras. Por otro lado, no sé donde queda para ellos el reino de Aragón: si lo limitan a las tres provincias de Zaragoza, Huesca y Teruel o saltan también a los reinos de Valencia, Mallorca, Sicilia, Nápoles, Neopátria, y si incluyen al condado de Cataluña, al Rosellón, a la Cerdaña y a los territorios del Midí francés, que puestos a reivindicar...

Ponen en valor la lengua aragonesa, como si hubiera existido una sola lengua en Aragón, desaparecida y anterior a la lengua actual. Mis conocimientos me hablan de la existencia de varios y diferentes dialectos, derivados del latín, en las provincias aragonesas; en Huesca corresponden a los valles pirenaicos, y en las tres provincias, a los lenguajes de la llamada Franja. En su idealización de esa teórica lengua común de nuestros ancestros, olvidan la lengua de nuestros padres, incluidos los suyos, que hablaban español, y la de ellos mismos que no han mamado otra, lengua que compartimos con el resto de España y con América. Ya hay quien anda por aquí inventándose otro Castrapo, que es el galego oficial, una lengua que los gallegos de las aldeas donde se habla gallego, no entienden.

También nos atan al victimismo, sobre todo, cuando se meten en el asunto espinoso e injusto de los pantanos, que tanto dolor y éxodo originó en el próximo pasado, sobre todo, entre las gentes que se vieron obligadas a emigrar. Tienen razón, fue una injusticia, pero, ¿qué hacemos ahora?, ¿abrir las compuertas y que vuelvan los Monegros y otras zonas al secano? Como no hace falta agua...

Por último, llevándonos a una II República imaginaria llena de virtudes, hablan de libertad como si esa libertad no existiera en nuestro tiempo y no la pudiéramos ejercer, asociándose al desaparecido Labordeta, al que también le daba por hacernos creer que no teníamos libertad. Muchas veces los políticos intentan confundirnos hablando de libertad: la libertad a la que se refieren es a la suya, no es a la nuestra. La reconciliación por la última Guerra Civil ya se produjo, aunque algunos continúan en sus trece. 

Entiendo que buscan el poder y desligarse de otro poder, más o menos centralista que les impide mangonear a sus anchas. En eso suelen terminar estos idealismos, por eso no nos podemos dejar arrastrar por ellos, que son peligrosos. La izquierda cuando se tiñe de nacionalismo acaba en sangre.

¡Hala! Todos independientes: volvamos a las comarcas, volvamos a los pueblos, pongamos de nuevo murallas en ellos, desconfiemos del vecino, amurallemos también nuestros barrios como en la Edad Media, para que puedan dormir judíos, musulmanes y cristianos en paz, vivamos en esos barrios dentro de casas-torre defensivas, llenas de verjas y cerrojos. Volvamos a caminos llenos de portazgos, donde hay que pagar si quieres que te dejen libre el paso.

No volveré a un concierto de esta gente, que no me gusta ver desfilar banderas esteladas ensuciando a las barras de Aragón. Que en estos tiempos la gente no sepa que esa estrella de cinco puntas vincula cualquier cosa a la masonería más radical y recalcitrante es para hacérselo mirar.

Me enorgullece la historia de Aragón y de España, lo mismo que me avergüenzan y asumo algunos episodios de la misma, pero forma parte de un pasado que no ha de volver, por mucho que algunos se empeñen. Segundas partes no son buenas dice el refranero, y mucho menos, si esas partes pretenden vincularnos a estrellas de cinco puntas, pantáculos masónicos, que representan oscuros intereses contrarios a nuestra cultura cristiana occidental, que tiene sus defectos, pero es la nuestra.

No nos dejemos arrastrar por sentimientos que aprovechan a otros. A los de la Ronda les va bien así, aunque confunden el oficio: que una cosa es alegrar la vida a la gente con canciones, y otra muy diferente, sembrar cizaña. Censuro a los independentistas catalanes, por su egoísmo y falta de solidaridad, ¿cómo no voy a censurar a los míos cuando predican lo mismo?

Conmigo que no cuenten, que los he calao, que siendo melones han salido pepes.