jueves, 25 de julio de 2013

Un accidente de tren que nos despierta. Es lo que hay.


Mis condolencias a los familiares de las víctimas de ese tren ALTARIA de alta velocidad que ha causado tantos muertos y heridos. EL mejor deseo para los que están recuperándose o luchando por su vida.

Acabo de ver las imágenes del descarrilamiento. Desconcierto total.

Triste día para todos, sobre manera, para los que han puesto los muertos.




martes, 23 de julio de 2013

Lo que algunos llaman Sinarquía está próxima. La señal, que la homosexualidad está en ascenso y la virilidad en descenso. Capítulo IV.


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Las herramientas que han ido diseñando a lo largo de los siglos los dirigentes de este pueblo para conseguir una victoria final contra nosotros han sido grandes organizaciones pseudo religiosas, que, respaldadas por un poder económico ilimitado, se han infiltrado y han manipulado a las élites de todas las sociedades humanas, alcanzando desde hace dos siglos un poder incuestionable. Siendo esto evidente, no se entendería su éxito sin tener en cuenta que son maestros en manejar el tiempo y la memoria, y también, que no se dan nunca por vencidos. Al marcarles los objetivos su Señor, a través de sus sacerdotes, que para el caso es lo mismo, no les importa conseguir sus objetivos pasadas varias generaciones. Siempre hay alguien manejando los hilos hasta conseguirlo. Por el contrario, sus enemigos o las organizaciones que ambicionan poseer, con el transcurrir de los años, quiebran sus defensas: la muerte se lleva a sus líderes y no hay quien mantenga los objetivos a largo plazo. Eso sucede cuando los echan de alguna organización, que al final vuelven a entrar y consiguen recuperarla (no importa si en los intentos el puñal o el veneno actúa contra ellos, es cuestión de disfrazarse mejor), o cuando llevan a cabo alguna venganza por afrentas recibidas, que tarde o temprano la ejecutan en los hijos, en los nietos o en los biznietos del que la causó: normalmente estirpes de reyes y reinos.  

- La Iglesia Católica es obra y herramienta suya, pues fueron ellos los que, a través de un tal Saulo, convirtieron en religión la doctrina de un galileo, que sólo quería limpiar la religión de sus padres y ser un buen judío; después, fueron ellos los que la han poseído entre los siglos V y XIV, manipulando a los cristianos y a sus conciencias a través de Papas amparados por la diversidad benedictina, y aunque a partir del siglo XIV se vieron obligados a abandonarla, por la acción inquisitorial de Franciscanos y Dominicos que los persiguieron, han vuelto a apoderarse de ella. 

     En estos momentos, son muchas las organizaciones religiosas de la propia Iglesia de Roma las que intentan conseguir o mantenerse en el poder de la Iglesia para beneficio de estas élites, y que van, desde los Jesuitas hasta el Opus Dei (las dos más conocidas). Estas órdenes trabajaban por encargo, en el objetivo, aparentemente inocuo, de reunificar a todas las iglesias cristianas. Pero no es un objetivo inocente: reunificándolas, se cargan definitivamente a la Iglesia de Roma, que así quedará totalmente satanizada. Benedicto XVI –el nombre no es casual haciendo referencia a los benedictinos- saludaba a reconocidos masones con el saludo de los Hijos de la Viuda, que son los masones, dejando en nada los cánones que castigaban con  la excomunión la pertenencia de los católicos a la masonería. Mal lo tiene el actual Papa para limpiar la Curia, si es ese su objetivo, pues no son hombres corrientes con los que trata, pues son representantes de grupos de poder que mandan en todo el orbe y en todos los sectores económicos del planeta. Pero no será así: Francisco I, cuando fue coronado Papa, también saludó al mundo desde el balcón del Vaticanoponiendo su mano derecha cerrada sobre el corazón. Tranquilizó así a sus amos, la Iglesia que él presidía sería obediente. Y es que los poderes de la Tierra no son ajenos a las organizaciones con poder real sobre los hombres, sean de la creencia que sean. La mayor dificultad la tienen con los musulmanes, cuyas autoridades religiosas carecen de organigramas y estructuras jerárquicas de las que apoderarse, pero el cristianismo y los cristianos, con una estructura imperial, siempre ha sido para ellos pan comido.  

- En los últimos siglos, la herramienta que han utilizado para cambiar las estructuras de poder en  el mundo ha sido la masonería en sus diversas manifestaciones. Las diversas organizaciones masónicas les han permitido apoderarse de reinos y naciones sin destaparse, pues, en esas organizaciones, sólo los altos dirigentes son conocedores de la dependencia jerárquica con las élites del Pueblo Elegido, siendo también hombres afines, por supuesto. Los demás, intentando medrar, juegan con la novedad y con el misterio, mientras creen que apoyando a los hermanos, trabajaban por imponer la democracia, la cultura y la paz en el mundo. Evolucionan, pero absolutamente dirigidos, y aunque algunos estén engañados en la búsqueda de grandes sueños, la mayoría se dedican a medrar socialmente. Unos pocos afines o elegidos recibirán el poder, siempre a cambio de obediencia, y por supuesto, abonando todos la cuota de ingreso, pagando puntual y religiosamente las mensualidades establecidas, los ascensos, el óvolo de la viuda -comidas aparte-, etc. Los engañan, pero les cobran por ello: la mayoría se deja, pues saben que pertenecer a tan exclusivo club no es gratis: http://masoneria-mi-experiencia.blogspot.com.es/2007/07/captulo-ii-bussines.html

- Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, estos Poderes en la Sombra son obedecidos por los gobiernos más importantes del planeta sin rechistar, y no dudan en poner sus armas y sus ejércitos a las órdenes de estas élites que sirven al alhaja que nos esclaviza en este mundo: Inglaterra con su imperio y también los USA, Japón y toda Europa, pero también les obedecen Rusia y China, entre otros países. Sus enfrentamientos sólo son discusiones amañadas, como los cachorros cuando juegan a morder. No ha habido ningún enfrentamiento serio entre ellos después de la Segunda Guerra Mundial, por mucho que en las diversas guerras unos y otros apoyen a bandos contrarios o hayan intentado hacernos creer que la llamada Guerra Fría iba en serio. Simple estrategia de negocio. No es casual tampoco la vista gorda que todas estas naciones practican, cuando sus amos se embarcan en conflictos, en cualquier parte del globo.

La realidad es que, desde su pirámide de poder, han ido torciendo la voluntad de las naciones, financiando e imponiendo nuevos valores al resto de los hombres:

- La imposición paulatina del aborto en el mundo, al que de hecho se le pinta desde la OMS y desde otras organizaciones internacionales como un derecho de la mujer y un avance hacia la modernidad de la sociedad, cuando es otro claro retroceso, que provoca cada año millones de víctimas entre los seres más indefensos, asesinados por algunos médicos, que no dudan en romper su juramento hipocrático, con el consentimiento de sus propias madres. Todos colaboran al envejecimiento de la población en las naciones más desarrolladas y al debilitamiento de las demás. Ese derecho de la mujer se convierte, cuando lo ejerce, en un remordimiento que le acompañará durante años.

- La generalización del consumo de drogas en el mundo, que por un lado se combate, y por otro lado se fomenta. Estos hábitos de consumo colaboran en la destrucción de los valores de la sociedad que los admite, y también, a la destrucción moral y física de los jóvenes, de las familias y de las naciones donde anida. No puede ser casual, que sabiendo que las drogas llevan a los consumidores a padecer inmunodeficiencia, se hayan inventado el SIDA, lo hayan asociado al VIH, que no tiene nada que ver con el SIDA, y a todo aquel que le encuentran VIH, le ponen un tratamiento, a base de AZT, y lo matan. Un verdadero holocausto, el que están llevando a cabo con esa escusa.  

- La paz, a la que se la pinta como un valor fundamental en las sociedades modernas, en realidad, convierte a las sociedades que la asumen en organizaciones manipulables, incapaces de defenderse de quien ataca a sus valores. La sociedad pacifista se debilita y es incapaz de liberarse. Curiosamente, los mismos que predican la paz como valor se la saltan a su conveniencia. Los hombres, apresados en el bienestar, no somos capaces de defender nuestros valores recurriendo a la guerra. Tememos perder ese bienestar del que disfrutamos. El afeminamiento creciente que padecemos condiciona sin duda las decisiones de nuestros dirigentes que, progresivamente, obedecen a los sentimientos de una sociedad con los valores cambiados y no a razones frías o argumentos basados en la conveniencia social y en el interés de las futuras generaciones.

A punto de perder la libertad, sólo la vuelta a los valores tradicionales puede salvarnos del poder que nos gobierna, y no precisamente desde la sombra, que cada vez están más al descubierto, aunque nos ridiculicen a los que destapamos su existencia, tildándonos de conspiratorios para desacreditarnos. El fomento de la homosexualidad en ese sentido no ayuda a la civilización humana: en lo femenino predomina el sentimiento sobre la razón, mientras en lo masculino los sentimientos, existiendo, quedan en un segundo plano. Los planes de estas gentes se ven favorecidos por la pérdida de la virilidad que promueven en los hombres, y la pérdida de feminidad en las mujeres: por eso impulsan la indefinición sexual sobre la claridad y la definición de sexos, financiando grupos de presión que impulsan la modificación de las leyes en este sentido. Estas gentes ven en la feminidad de los hombres una clave profetizada, un jalón más en la consecución de sus objetivos. Seguramente, les alienta comprobar que esos objetivos se cumplen y que su Dios destruirá de nuevo a los pueblos que fomenten el ideal sodomita y lo exhiban. Muchos, engañados, confunden ya la aceptación de la homosexualidad con el progreso de la humanidad, favoreciendo su expansión, cuando el único progreso real que se produce es el de nuestros enemigos, que medrarán cuando esta civilización actúe con el corazón en lugar de hacerlo con la cabeza y nos destruya. Eso debilitará aún más la voluntad de los pocos gobernantes que no estén en su obediencia, a la hora de tomar decisiones importantes.

En un mundo de engaño, donde lo evidente suele ser falso, lo de creer y tener fe nos termina perjudicando. Nos suelen tomar por tontos y es que lo somos, además de señoritos complicados, de sexo indefinido. Dejemos los hombres la feminidad para las mujeres, que saben lucirla y no permitamos que otros conviertan a nuestras mujeres en varones. La igualdad del matrimonio con la unión homosexual es una afrenta, lo mismo que el aborto no es ningún derecho, ni es progreso, que sería un infanticidio si no lo hubieran suprimido del Código Penal: podemos retorcer las cosas lo que queramos, que el cuerpo humano sólo es materia, pero si entramos por el camino en el que todo está permitido, no seamos hipócritas diciendo: este crimen está bien porque es un aborto practicado por un médico, y este otro mal, porque ya ha nacido y lo ha cometido su madre. El crimen es crimen, como el hombre ha de ser hombre, y la mujer mujer. Que no nos confundan. Los homosexuales tienen derecho al respeto de los demás y a llenar su vida de sentimientos, relaciones personales incluidas, sin que por ello tenga que verse perjudicado el matrimonio tradicional.

Nos jugamos el futuro y el partido lo van ganando los de la lejía pero, ¿por qué asegurar que estas gentes conspiran contra el resto de los hombres? Por que desde hace miles de años, los que se han posicionado como enemigos nuestros siguen considerándose hermanos y distintos al resto de los hombres, medrando en astucia, riqueza y poder. Un caso único en el mundo. 

Nuestro problema es que no estamos organizados como lo están ellos para conseguir lo que se proponen cueste el tiempo que cueste; nuestro problema es que no nos hemos infiltrado en su sociedad engañando a sus élites para que formen parte de nuestras organizaciones, cambiándoles el pensamiento; porque no hemos comprado con oro a sus dirigentes; no hemos pervertido a su sociedad, acabando con sus costumbres y creencias; sus familias siguen funcionando con el rol del hombre separado del rol de la mujer; sus hijos pueden crecer mamando de sus madres los ejemplos acumulados en muchos siglos… Que cuando Tito y Adriano pudieron solucionar el problema, desperdigaron su semilla pensando que así acababan con ellos, sin darse cuenta, estaban sembrando otras tierras con la semilla de los sacerdotes de Egipto, de Fenicia y de Cartago: la ciudad enemiga de Roma, que adoraba a un extraño dios, cuyos sacerdotes llevaban a cabo sacrificios humanos de inocentes. Aquellos sacerdotes de Fenicia y de Cartago buscaron cobijo en pueblos vecinos, y los encontraron.

¿Bastará con que los desenmascaremos? Aunque el problema en una aldea global es que no hay donde esconderse, saben que estamos desorganizados, y aunque los desenmascaremos, no nos temen. Es más, nos tienen prohibido cuestionar sus interpretaciones de la historia, al haber conseguido por extrañas presiones a nuestros gobernantes, que nuestros propios códigos penales castiguen con la cárcel el negar su versión de la historiaTal es su dominio sobre nosotros y tal nuestra tremenda debilidad, traicionados por nuestros propios gobernantes. Bien podría ser, que una de las razones por las que no nos han rescatado en esta crisis como a Grecia, tenga que ver con esta afirmación. Y ha pasado desapercibido. Tienen poder con mayúsculas y lo utilizan aprovechando la debilidad del contrario.

Para evitar el destino como humanidad, debemos reconocer las principales debilidades que padecemos y nuestras fortalezas, si es que somos capaces de organizarnos mínimamente. Como lo de organizarnos es imposible, porque nunca sabremos con quién estamos tratando, y como es imposible que acabemos por medios violentos con su dominio, habría que abandonar el modo de vida que nos hemos dejado imponer para formar grupos de resistencia pasiva que resulten imposibles de controlar, por muchos años:

- Una buena medida sería que grupos de ciudadanos, aisladamente o  en grupos, dejaran las ciudades para volver al campo o a la vida  trashumante, y vivir de sus ganados y de sus cosechas, conservando los excedentes en lugar de comercializarlos. Y que lo hicieran convencidos del porqué de su sacrificio, transmitiendo a sus hijos la razón de su cambio de vida. Algunos lo están haciendo espontáneamente sin conocer la razón, una razón de defensa frente a nuestros enemigos. Si en este mundo no somos libres, la tierra también ata, lo mismo que el ganado, que todo esclaviza, pero al menos, nadie controla y manipula desde fuera y en su favor nuestro modo de vida.

- En ese sentido, utilizarían el dinero que pudieran tener para comprar el ganado y las tierras, reconstruyendo aldeas en ruinas; volviendo después al trueque, e intentando vivir del propio trabajo en una economía de autosuficiencia que precise del dinero sólo para pagar impuestos, para que no tengan ocasión de embargar las tierras. Intentando ser autónomos, energéticamente hablando, para disfrutar de algunas de las comodidades consideradas imprescindibles, hasta que dejemos de necesitarlas.

-  En las aldeas, evitar a los religiosos, sospechosos siempre de manipulación en favor de nuestros enemigos, y también, a los medios  de comunicación de masas que fortalecen esta cultura de dominación, creando problemas artificiales, como la presente crisis mundial, que ha sido generada expresamente para debilitarnos. Para que no puedan utilizar su tecnología de localización, ni vigilar lo que decimos, es bueno prescindir de los teléfonos móviles. Hay otros modos para estar localizados.

A veces, en la fortaleza está la debilidad: ¿qué les ocurriría si rechazáramos el dinero que los hace tan poderosos y éste pasara a ser simple papel, que es lo que es? Que perderían su poder. Pero es difícil: por eso nos tenemos que aislar de ese mundo artificial que nos han hecho asumir como propio. Entre otras cosas, se les echarían a perder sus extraordinarios excedentes alimentarios.

Aislándonos, perdemos la atención médica de la que disfrutamos, pero, guardando las medidas de higiene y una vida sana, nos libramos de su ponzoñosa medicina nuclear y química, que hace que nuestra sociedad pague a sus industrias farmacéuticas ingentes cantidades de dinero para, en lugar de curarnos, convertirnos en enfermos crónicos antes de matarnos. Y como morir tenemos que morir, por mucho que nos hagan creer que vamos a vivir más de 100 años, cambiando el modo de vida que nos han impuesto, podemos ser más libres de lo que somos, aunque vivamos menos tiempo.

Al menos, no llevarán a nuestra juventud por caminos equivocados; podremos casarnos los hombres con la mujeres, con el fin de tener compañía a lo largo de la vida y cuidarnos mutuamente (no se perseguirá por eso a quien elija otro tipo de pareja, pero sí a quien intente cargarse a nuestras viejas instituciones para imponernos sus desviaciones); aceptaremos a los hijos que decidamos tener o que vengan, como unos compañeros de viaje a los que hay que cuidar y proteger hasta que sean autónomos, educándoles en los valores heredados, para que sean conscientes de que este mundo no les pertenece, ni siquiera el propio cuerpo, que es un simple vehículo, materia que pertenece a este mundo y en este mundo quedará, que lo importante es el ser espiritual que llevamos dentro, que es ajeno a la materia. En este mundo somos esclavos de unas élites que nos manipulan y del Señor al que sirven, y cuanto antes lo asimilen nuestros pequeños mejor para ellos. Otras enseñanzas trascendentes no harán sino distraerlos con cuentos y mentiras de la única verdad que han de asimilar: la que los hará libres.

Esa es la verdad, una verdad, que cuando es conocida y asumida nos hace libres realmente, aunque esa libertad la alcancemos al morir -no antes- momento en el que nos alejaremos de este mundo de engaño, ajeno al verdadero Dios, sin que nada ni nadie pueda detenernos. Nada que ver esta libertad con la libertad sexual que nos ofrecen, que en realidad nos esclaviza a una vida sin sentido, o a parejas estériles, si es hombre con hombre y mujer con mujer; nada que ver tampoco con la liberación de la mujer, esclavizada a dos trabajos y alejada de su importante labor como sostén de la familia y fuente de valores sociales… etc. Distracciones de nuestros carceleros todas ellas, para alejarnos de nuestro verdadero interés: que es escapar.

Escapar es el verdadero interés de unos presos que ignoran que lo son. Si además de eso se enteran de que están presos porque son ellos los que voluntaria o pasivamente se han metido en la jaula… y que si se quieren ir... nadie les puede detener… 

Simplemente nos engañan y nuestros carceleros, siguiendo las instrucciones de los servidores de ese dios esclavista, harán cualquier cosa para que sigamos engañados. Por eso temen a la verdad, por eso los vigilantes controlan toda la información en la Red, por eso cuando aparece en la red la palabra Sinarquía le hacen seguimiento. Por eso este artículo, desde que salió, ha tenido tantas visitas de Rusia y USA, escrito como está en español. Extraño, ¿no? Vigilan algunas palabras que tienen como estratégicas, estén escritas en chino o en árabe maltés.

El Gran Hermano nos vigila desde el ojo que todo lo ve, desde la pirámide del Dolar, desde la FED, desde la CIA, desde los servicios secretos rusos, desde el MI6, desde el MOSAD. Desde el ojo trasero de la Chingada.

¿Conspiraciones? La conspiración es la mentira habitual en la que vivimos los hombres. 



Lo que algunos llaman Sinarquía está próxima. La señal, que la homosexualidad está en ascenso y la virilidad en descenso. Capítulo III.


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No es casualidad que eso ocurra: en esta realidad de aldea global donde las gentes sueñan con riquezas y comodidades, esas élites, asentadas sobre las finanzas mundiales, buscan tener bajo su cetro a los hombres de todas las razas y naciones, unificando también el culto y sus creencias, aunque sea por la vía de la generalización del materialismo y la destrucción de la espiritualidad. Lo hacen obedeciendo los mandatos de su temido Señor –demonio para el resto-. No es algo novedoso: lo llevan haciendo desde hace miles de años, por increíble que parezca. Ellos son ellos: Elegidos de un diabólico ser; los demás somos otra cosa: rechazados, ajenos, diferentes, inferiores, gentiles, gentes a las que se puede explotar, engañar, manipular y esclavizar… pero les somos necesarios: los esclavos exigen amos, como los cautivos carceleros -oficios que simultanean e intentan ocultar al resto de los hombres, que ejercemos de esclavos y cautivos sin saberlo-. Y es que somos cautivos en un mundo, en el que nadie sabe a qué ha venido, pero aquí andamos arrastrando a otros detrás nuestro, por la debilidad de la carne, y pasándolas todos canutas, dentro de un cuerpo que nace tierno y terso, pero acaba arrugado y lleno de achaques. En esa situación de desorientación, estando esas élites y las gentes que los consideran afines, en la misma situación que nosotros, ejercen para su Satán de carceleros y vigilantes del resto de los hombres. Al fin y al cabo, ¿hay alguien con dos dedos de frente que pueda afirmar que no vivimos en el infierno? Son sus sacerdotes los que ejercen esos oficios. Para eso se infiltran en la cúpula de todas las organizaciones religiosas que pueden, para ejercer la tutela espiritual de los hombres y controlarnos a todos. Pueblos Levíticos llaman a aquellos que envían a sus hijos a ejercer de sacerdotes. Por laudatoria costumbre se tenía.

Nos necesitan débiles y, según ellos mismos reconocen, nos necesitan como componente para su lejía, la única capaz de quitar el signo o mancha de las piedras, manchas que deben ser pecados abominables para sus sacerdotes, atendiendo a lo mucho que les avergüenzan. Y es raro, porque estas gentes no se avergüenzan fácilmente. Seguramente, la mancha o el signo que quieren borrar es el de la traición: la traición de su propio Creador (conocido también como Kronos-Saturno) a su mitológico padre (Urano), al que capó; y la traición de este pueblo, al resto de la humanidad, a la que sacrificarán sin pestañear a su Señor ¡Eso sí!, cuando les sea ordenado y reciban la señal. Cuando acontezca y reciban la orden suprema, transformarán a esta humanidad con la que tan poco simpatizan, en ceniza; las lluvias harán el resto y formarán un océano de lejía (aunque el océano sean muchos charcos y lagunas, que siempre se exagera). Forjando la débil voluntad de los hombres, podrán ejecutar tan terrible sentencia sin esfuerzo, pues nosotros solitos, sin oposición, nos habremos convertido en la lejía limpiadora a la que nos han destinado estos terribles compañeros de viaje, y mientras el destino llega, seremos el aceite que haga funcionar sus negocios. De poco sirve ser rico sin pobres, sano sin enfermos, justo sin pecadores. Nosotros somos pobres en dinero y ricos en ignorancia; estamos sin protección, que no hay dios que nos ampare como a ellos, y sus jefes religiosos no ven con buenos ojos que sus lobos se arrimen a los carneros sin disfraz: podrían intuir que también ellos son cautivos y mortales y, por supuesto, iguales al resto de los hombres, y tan carneros como nosotros, con lo que se les caería toda su estructura de engaños. El único pecado que hemos cometido los demás es no haber nacido en una de esas familias de elegidos y dejarnos engañar en toda época y lugar por las mentiras que han venido tejiendo: somos simples y confiados, y nos ven como futura ceniza.

Las maniobras que han llevado a cabo en los últimos siglos para hacer posible la consecución de sus planes de dominación no han sido pocas: todas estaban pensadas para hacerse con todos los hilos del poder en este mundo y todas sus maniobras han ocasionado entre los hombres y naciones que las han padecido grandes sacrificios, traducidos en dolor y en sangre. Sus gentes no se han librado de los sacrificios ordenados por sus élites, que muchas veces iban dirigidos a torcer la voluntad de los propios más que la voluntad de los ajenos, para recuperar el control sobre los hombres que consideran suyos. El número de víctimas –fueran quienes fueran- nunca les ha preocupado: las han convertido en ofrenda y sacrificio a su falso dios. Nos ven como cuerpos, material reciclable, ceniza como dicen. Pero quien sacrifica a otros para honrar a su dios no hace ningún sacrificio, son los que ocupan esos cuerpos los que hacen el sacrificio de morir, y si acontece, el de volver a nacer. Con el cuestionado sacrificio, sus pontífices matan dos pájaros de un tiro: por una parte, destruyen a sus enemigos, y por otra, los convierten en inofensivos llorones, en materia renovada, carne joven, en inocentes e ignorantes todos; sin nadie que nos advierta al volver a nacer, del lugar en el que hemos caído, ni de las gentes que en realidad nos gobiernan e imponen su voluntad: somos pues, presa fácil. Con decirnos que Dios nos ha puesto aquí por motivos inescrutables, lo solucionan. Es todo mentira. Sin alejarnos muy atrás en una historia falseada:

-  Promovieron y financiaron el Protestantismo para quitarle poder a la Iglesia de Roma. Ellos la dirigían y explotaban desde el siglo V, a través de algunas órdenes religiosas contemplativas a las que financiaban sus obedientes élites. Pero se descuidaron y fueron desalojados de la misma en el siglo XIV, por los inquisidores de las nuevas órdenes mendicantes, que los persiguieron, como enemigos que eran de la cristiandad.

-  Aprovecharon el protestantismo para tener unos territorios en los que no fueran perseguidos. Pronto pensaron en la forma de recuperar el poder en la Iglesia, y lo hicieron a través de la orden Jesuita, una orden nueva que ellos mismos promovieron para sus oscuros fines. Hoy día, los jesuitas no se sabe bien a quién obedecen. Nunca se ha sabido. El Papa es un jesuita disfrazado de franciscano y ya está destapándose contaminado de Teología de la Liberación, contaminada de comunismo.

- Organizaron la Revolución Francesa con ayuda de organizaciones interpuestas (una nueva masonería radical promovida -se dice- por los jesuitas, para quitarles el poder a la nobleza y a los Borbones en Francia, a los que guillotinaron). Sin embargo, la burguesía tras la que se escudaban no tomó el poder, lo ejercieron ellos a través de gentes obedientes. Los reyes afines, sobre todo la dinastía inglesa, salieron fortalecidos y encumbrados con esta revolución; sin duda, como pago por el refugio y apoyo que dieron a estas gentes, cuando fueron perseguidos por la Iglesia y sus reyes, unos siglos antes. El Imperio Británico  llegó a la cumbre de su poder, y su ejército y su marina ejercieron desde el siglo XIX de policía mundial al servicio de las grandes empresas comerciales de la City, dominada, como no, por sus financieros. El premio por la protección prestada. 

- Llevaron a cabo la Primera Guerra Mundial para castigar a la cristiandad en Europa y acabar con el Zar, que los había atacado en su fe. También, porque querían imponer en Rusia el invento jesuita que había tenido bastante éxito en las reducciones guaraníes; el invento fue acomodado a los intereses y objetivos de estas gentes por dos intelectuales, Marx y Hengels, que trabajaban a sueldo de una de las familias de banqueros más importantes de la época.

- Promovieron el Comunismo en el resto del mundo para poner bajo su yugo a muchas naciones, aprovechándose de las masas proletarias: les hacían creer a esas masas, que cuando mataban a sus gobernantes y acababan con las clases burguesas, llevaban a cabo un acto de justicia, y que a partir de ese momento, pasaban a ser todos iguales: lo que era falso. El marxismo era la vía que habían previsto para conseguir el poder en los cinco continentes en pocos años: en realidad, acababan con las clases dirigentes y esclavizaban por el terror a las masas proletarias. A esas masas les llegaba la igualdad por una sola vía: la del hambre, que compartían con todos los de abajo, mientras, los cuadros del partido, la policía y los militares gozaban de poder y privilegios inalcanzables a las masas civiles. A pesar de su fracaso, representado por la caída del Muro de Berlín, ha sido tal el peso de las mentiras del marxismo, que todavía, muchos que se consideran progresistas y no lo han vivido, creen en ellas, equiparando al marxismo con el ideal de libertad para los hombres, considerándose por ello más demócratas que los demás. No quieren reconocer, a pesar de la evidencia, que marxismo y comunismo son sinónimos de totalitarismo y represión, lo más alejado de una vida libre y de un mundo justo. Pero la realidad y la verdad son invisibles para muchos.

- Iniciaron la Segunda Guerra Mundial para completar el plan de la Primera, y acabar con las naciones que consideraban enemigas, pero también, para convencer, por las buenas o por las malas, a sus propios hermanos, de que tenían que estar dispuestos a emigrar, aunque se sintieran parte del país que les había acogido por generaciones. Pecado imperdonable el de echar raíces para un miembro de ese Pueblo, pues, a lo largo de los siglos, sus cohens no se lo han permitido, obsesionados en cumplir los mandatos de su Señor, el Príncipe de este Mundo. Periódicamente, han cortado las raíces que han echado sus gentes en todos los países; en este caso, para que fueran favorables al resurgir de un Estado fallido en la antigüedad, emigrando a él cuando recibieran la orden -una idea muy discutida entre los suyos-. Lo lograron, y lo hicieron acabando con el peligro de perder su identidad, ya que, sintiéndose franceses, alemanes, húngaros, polacos, etc., sus gentes estaban perdiendo la identidad, y con ella, la fuerza que tenían como pueblo; de poco servía que siguieran practicando la misma religión si no obedecían a sus pontífices, que seguían los planes de su extraño Señor. Las persecuciones y desgracias les dan cohesión, lo mismo que los periodos de paz se la quitan, y la cohesión no la pueden perder sin desaparecer. En cuanto se sintieran iguales al resto de los hombres desaparecería su singularidad y se diluirían como pueblo. Desde mi punto de vista, se liberarían de las cadenas complementarias que arrastran.

No sé qué habrán previsto sus sacerdotes para sus gentes, ejecutado el sacrificio de la humanidad, con el poder del mundo en manos de su sanhedrín, en un planeta sin naciones, y con los gentiles convertidos en ceniza limpiadora. 

Estarán solos y cualquier nuevo nacido pasará a ser de su estirpe y condición ¿De qué les servirá su actual riqueza y su poder, sin tener a nadie a quién dominar?, ¿tendrán que ganarse el pan con el sudor de su frente? El pan recién hecho se pone duro, por eso hay que hacerlo cada día, que no es agradable comer corruscos ni meter al microondas el pan congelado.


domingo, 21 de julio de 2013

Lo que algunos llaman Sinarquía está próxima. La señal, que la homosexualidad está en ascenso y la virilidad en descenso. Capítulo II.



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Es complicado entender a gentes que se mueven por mecanismos diferentes a los nuestros. Nosotros aceptamos que estamos en este mundo sin entender lo que hacemos aquí; sabiendo que vamos a morir, vivimos como si fuéramos a ser eternos; nos confiamos a un dios, también incomprensible, dando por cierto que es bueno y que mira por nuestro bien al traernos a esta vida; y pensamos, que yendo en el mismo barco, tenemos que comportarnos como hermanos o al menos como compañeros o como amigos. 

Pues no: hay gentes, que desde hace miles de años, nos miran como a ganado, y cuando el ganado se les revuelve, como a enemigos, y en ese caso, puedan más o puedan menos, terminan castigándonos. 

En sus profecías tienen por cierto, que llegará el final de los tiempos cuando la humanidad se haya degradado en sus costumbres y se haya normalizado entre los hombres la homosexualidad. Entonces habrán conseguido la victoria. Pero no dejarán que se cumpla por sí sola la profecía, que no la tienen por tal: es un simple mandato del camino por el que nos tienen que llevar al resto de los hombres, para que su iracundo dios constate que nos hemos degenerado y nos destruya. Ejercen con nosotros de pastores, además de carceleros, y casi nunca se dejan ver: se limitan a dar las órdenes a otros, mientras ellos acumulan poder y riqueza para que nadie se atreva a contrariarles. En estos momentos, andan enredados en fomentar nuestras perversiones, para conseguir cuanto antes sus terribles deseos, que son objetivos irrenunciables. 

Nuestros enemigos se han hecho los amos del dinero, del oro, de los diamantes, y de cualquier cosa que tenga valor como forma de pago; también dominan el comercio de alimentos, la energía, el transporte y los medios de comunicación; tienen influencia para imponer los precios en los sectores económicos primarios, apoderándose poco a poco de los canales de distribución, siendo suyas las grandes superficies, donde imponen precios a base de marcas blancas. Ante sus agencias informativas, sus medios de comunicación de masas, y ante su propaganda, de poco valen los ejemplos y las censuras sociales, pues han conseguido que hasta las mejores familias de nuestra sociedad se hayan corrompido en sus costumbres.

Pero, ¿estaban equivocados nuestros mayores al casarse civil y religiosamente un hombre con una mujer, la mayoría para toda la vida, rechazando por principios la homosexualidad, el aborto, y aceptando los 10 Mandamientos como el resumen de las leyes humanas? Un NO rotundo es la respuesta.

Potenciando el movimiento homosexual y favoreciendo sus asociaciones, atacan a la familia tradicional por otro flanco, debilitándola cada día más, que las yagas que nos han provocado, no se cierran, por el contrario, van pudriendo la carne y se van acercando al hueso. Con la relajación de las costumbres, están promoviendo el desarrollo de la homosexualidad, que deja de ser mal vista, haciendo dudar a muchos hombres y mujeres de su propia condición sexual. 

La legalización del matrimonio homosexual en el mundo es una herramienta más, pensada para corromper la moral en los países desarrollados y también los valores tradicionales de nuestra cultura, valores ajenos hasta hace unos pocos años a la perversión de costumbres que consentimos en los llamados países modernos, perversión dirigida principalmente a nuestra juventud. Acostumbrados desde niños a ver normal la indefinición sexual, nuestros adolescentes varones van afeminando sus costumbres, comenzando por el culto al cuerpo. Debido a la falta de formación, a la falta de valores y de creencias religiosas, muchos jóvenes se echan en brazos del hedonismo, y en la búsqueda del placer, confunden fácilmente la moral sodomita con la propia del hombre civilizado. Y aunque puedan seguir teniendo hijos, sus mentes, transformadas por falsos principios, se alejarán poco a poco de la mente propia del hombre de antaño: la mente de nuestros abuelos y bisabuelos, que cualesquiera que fueran sus conocimientos, tenían las ideas muy claras sobre lo que favorecía y perjudicaba a la especie (lo que estaba bien, y lo que estaba mal). Nuestra juventud pierde así las referencias, disminuyendo poco a poco en ella la virilidad, con lo que las costumbres de las siguientes generaciones, atrapadas en la trampa de un falso pacifismo y en un falso progreso, se verán cada vez más debilitadas, en favor de los planes de nuestros enemigos.

Está claro quiénes son esos enemigos: son los más altos poderes de la Tierra; la élite que controla desde la sombra las agencias de rating, las finanzas del mundo y a los gobiernos más poderosos -sean del signo que sean-; son los que deciden la guerra y la paz en función de sus intereses; los que metieron a sus servidores en la Iglesia Católica cambiando su ritual, sus cánones y su dogma, para confundir a los católicos; los que han decidido corromper a la sociedad de los hombres, cambiando sus valores y tradiciones de forma traicionera; son los satanases que adoran y obedecen al diablo y a su becerro de oro, disfrazados de cristianos, de judíos y de lo que haga falta (que tanto les da el disfraz).

Esos poderes fomentan el matrimonio homosexual con la misma finalidad. No es el signo de los tiempos, es algo previsto por nuestros enemigos para engañarnos y terminar de vencernos sin pelea. Aunque ya lo dominen todo y gobiernen a través de otros, cuando llegue el momento, con la virilidad de la sociedad disminuida, entraremos como ovejas al matadero sin revelarnos, creyendo que nos van a esquilar gratis. En ese momento, saldrá su Sanhedrín a la luz, seguro de que va a ser aceptado por todos, y lo hará dictando como emanados del verdadero Dios los designios del Señor al que obedecen. Se habrán convertido formalmente en los dueños del mundo y ejercerán  como tales. La democracia, cumplida su misión, será arrojada lejos, no vaya a ser que algunos quieran cambiar de gobierno mientras ejecutan sus planes de dominio total. Ya llevan tiempo desacreditando a la democracia, al poner nombres democráticos a sus falsas repúblicas y haciendo creer a muchos tontos que la socialización y el comunismo eran buenos para el hombre.

Estos manipuladores fomentan la sodo-bomorrización de esta sociedad, mientras defienden para sus propias familias, que son grupos tremendamente cerrados, los valores más puros y tradicionales. En su sociedad, la mujer apenas cuenta fuera del hogar; y en cuanto a los sodomitas, simplemente los desprecian, fuera de que semejante desviación bíblica –que es como la consideran- la practiquen sus sacerdotes en sus ritos más secretos. Lo que está claro es que quieren pervertir a nuestra sociedad para debilitarla, pero no quieren ver pervertida a la suya, que ha de mostrarse fuerte, purificada y unida, en el final de los tiempos. Un final de nuestros tiempos, que para esas élites, servidoras de un Señor tribal propio, son los tiempos en los que esperan que ese Señor –un terrible demonio- cumpla sus promesas y los entronice sobre todas las naciones, antes de destruirlas. En un mundo donde reina la mentira, no sería extraño que su Señor los engañara (entre pillos anda el pleito, que ellos mismos no le harían el menor caso, si no fuera por el temor que le procesan).

Han podido ser muchos los cambios que han ido promoviendo en el mundo, para torcer el destino de los hombres, sin que nos diéramos cuenta del perjuicio que nos propinábamos aceptándolos. En nuestro tiempo, han potenciado la masificación de la población, antes dispersa, y también han procurado igualar las culturas en un mundo que se ha convertido en una aldea global. La despoblación del campo nos ha llevado a vivir masificados en ciudades, donde habitamos pequeñas viviendas, pendientes de los mensajes que nos dan por la radio, la televisión estas élites, y de lo que recibimos de los amigos virtuales de Facebook, Twiter, u otras redes, sin relacionarnos con otras personas fuera del trabajo, ni con la propia familia; con el cambio, también se han ido perdiendo costumbres ancestrales y muchos valores, pues, en la ciudad, las gentes apenas nos conocemos y no existe la censura social, como existe en los pueblos, donde se conservaban muy bien las tradiciones y las desviaciones se corregían. 

Pero el despoblamiento rural no ha sido tampoco casual: en dos siglos, esas élites han generado en los países de Europa, América y en otras partes del mundo, una revolución industrial que ha atraído a las gentes del campo a las ciudades, y unos planes de desarrollo tecnológico que han servido para que la mayor parte de los hogares estén mecanizados o en vía de estarlo. Todo ello forma parte de esa trampa de la paz, un engaño en el que nos intentan hacer caer los dirigentes religiosos de estas élites, obedeciendo las instrucciones que dicen recibir de su peculiar dios, para que resulte inapropiado y salvaje que nos revelemos contra lo que llaman progreso.

Con la trampa pacifista, desde la más remota antigüedad, intentan hacer sentir a los hombres –sobre todo a la juventud- que forman parte de este mundo, y que en él pueden ser felices; intentan hacerles olvidar que estamos sujetos a la muerte, y aun cuando no lo consigan del todo, que creamos que el final de la vida está lejano y que afecta únicamente a los más viejos. Nos hacen creer a los seres humanos, que la acumulación y posesión de bienes da la felicidad y garantiza el futuro. Y es que el hombre que posea abundancia de bienes no participará en aventuras, defendiendo ideales que puedan poner en peligro sus propiedades, bienes que garantizarán la felicidad de los suyos. El hombre poseedor de bienes será un defensor de la paz, por más que esa paz lo esclavice, atándolo a la tierra y a las cosas que este mundo le pueda ofrecer, y ello, sabiendo que nada se podrá llevar cuando muera. Le dará igual: sus hijos podrán servirse de las cosas que él les deje. Con la guerra por el contrario, la propiedad de las cosas no está garantizada, y en ella, la violencia traerá de inmediato la muerte, el hambre, y la enfermedad de los seres humanos que la sufran. Aún así, la guerra es buena para los intereses de estas élites, y la promoverán en los llamados países del tercer mundo y en cualquier otro país del primer mundo donde crean que algo les amenaza. La trampa de la paz sólo es eficaz, si periódicamente se produce una guerra, atemorizando así a los que viven dominados, para que no se les ocurra revelarse. 

La rapidez de las comunicaciones por su parte, han acercado a los hombres, y las grandes distancias han dejado de ser un problema en nuestra época, pues, en pocas horas, se puede viajar de un punto a otro del planeta; también es posible que cualquier noticia sea conocida de forma instantánea en todos los rincones de la Tierra: lo mismo se puede hablar con otra persona mientras la estas viendo en una pantalla de ordenador o de móvil. Sin diferencias importantes en el modo de vida de los hombres, los medios de comunicación contribuyen a igualar todas las culturas a la altura de la estupidez. Da igual estar en Japón o en Madagascar: con mayor o menor dificultad, puedes encontrar sushi en cualquier parte del mundo, y cualquier chisme, canción o bailoteo se hace popular en todos los rincones del planeta.

Nos influyen para hacernos caer en sus trampas, pero somos nosotros los principales culpables de dejarnos influir, al aceptar las formas de vida que nos proponen: un trabajo masificado, en una ciudad masificada, donde las relaciones brillan por su ausencia y toda nuestra vida está compartimentada y dirigida por sus medios de comunicación de masas. Dependemos por completo para vivir modernamente de su electricidad, de su gas, de su combustible para el vehículo, etc., pagando por todo. Y nos hace creer que somos libres porque sólo trabajamos unas horas al día y a la semana, y podemos irnos de vacaciones. Vivimos con comodidades, pero son prestadas. El día que lo decidan nos cortarán los suministros y estaremos perdidos en las grandes ciudades, y aún en los pueblos, donde muchos han abandonado sus huertos y carecen de animales de corral, para completar su alimentación con huevos y carne. Sin electricidad, las ciudades se convierten en inhabitables en un par de días.

Pero la condición propia del hombre es la del guerrero, pues guerrero ha de ser el que quiera liberarse de su condición de esclavo, que es lo que es en este mundo el Espíritu del hombre. Por eso su guerra no ha de estar fundamentada en la posesión de las cosas, ni en la conquista del mundo, ni en la dominación de otros pueblos, que su Espíritu no es de este mundo. La guerra del hombre debe estar orientada a buscar la libertad, debe luchar para mantenerse despierto, para que no lo engañen haciéndole creer que es libre en este mundo. Su lucha ha de ser consigo mismo y contra los sacerdotes que siguen las directrices del Señor del Mundo, pues son sus enemigos e intentarán engañarle: ellos mismos aceptan el engaño y la mayoría no son conscientes de su cautividad. Lamentablemente, la mayoría desconoce su condición cautiva y no se revela, viviendo cómodo en la ignorancia de su condición de esclavo. Por eso no ven necesario revelarse. Los han domado: son pacifistas. Los han convertido en enemigos de sus hermanos despiertos, que son todos aquellos que han intuido que viven engañados y que en este mundo nada es lo que parece. 

Continua...

martes, 16 de julio de 2013

Lo que algunos llaman Sinarquía está próxima. La señal, que la homosexualidad está en ascenso y la virilidad en descenso. Capítulo I.


Con el término Sinarquía hago referencia a esa concentración de poder con la que un grupo oculto a la vista de los hombres intenta dominar a toda la humanidad por el engaño. Esa concentración de poder es fácilmente visible en nuestro tiempo, aunque se disfrace de organizaciones diversas: Masonería regular o radical, Cristianismo en sus diversas variantes, Sionismo, Marxismo, Capitalismo, la Trilateral, el grupo de Bildelber... En el fondo grupos que obedecen las indicaciones de los altos sacerdotes de YHVH, el demiurgo. 

***

El pasado 26 de junio en EE.UU., 5 hombres -engañados o comprados, ellos sabrán las presiones de las que fueron objeto- han dado un paso que podría conducirnos a la mayor parte de los hombres (99,82%) a la derrota y a la perdición, frente al 0,18% restante, que no son precisamente homosexuales, son una minoría detrás de la cual se esconden las élites que gobiernan este mundo. Pues bien: el Tribunal Supremo de los EE.UU. ha declarado inconstitucional, por 5 votos contra 4, la ley que limita el matrimonio a la unión de un hombre y una mujer, respaldando así la unión de parejas del mismo sexo, a las que iguala en derechos con el matrimonio tradicional.

Eso, en países como España, se produjo hace pocos años, obra de esta falsa izquierda que nos parasita, siempre dispuesta confundir a la sociedad, siguiendo las oscuras consignas de su misteriosa Internacional. También la izquierda francesa ha declarado legal en Francia el matrimonio gay, con más contestación social que aquí, que seguimos en la siesta. El avance de lo homosexual, nos guste o no, es una evidencia en los llamados países desarrollados: como muestra, el día del orgullo gay, que se celebra en muchas partes del mundo con un éxito que va creciendo en progresión geométrica. En realidad, no es más que la exposición pública de la imperfección sexual humana, algo que no nos puede traer a futuro ningún beneficio. Quien ha creado el cuerpo que nos contiene sabe de sus imperfecciones y no le debe gustar que éstas se aireen, y más, cuando esa imperfección la utiliza para castigar a algunos nacidos. ¿No es añadirle un sufrimiento de por vida al Espíritu encarnado, ponerle dentro de un cuerpo animal donde conviven un alma femenina con un cuerpo masculino o viceversa? Eso, en una sociedad con fuertes valores morales, es un infierno para quién le toque vivirlo.

Parece que no tenga importancia semejante hecho, y como el airearlo lo pintan como un paso hacia la libertad, mucha gente se pone de parte de lo que creen progreso. Es todo lo contrario, sobre todo, cuando algunos que no tienen conflicto sexual consienten en degradarse: que muchos hombres se afeminen no es progreso, como tampoco es ningún progreso que las mujeres practiquen entre ellas el concubinato y otras adopten el rol y las costumbres tradicionales de los hombres, dejándose llevar. Siempre ha existido, que la naturaleza humana tiene defectos entre sus virtudes, pero las personas que han padecido esas diferencias las han llevado con discreción, mientras la sociedad las censuraba o miraba para otro lado, viendo su sufrimiento. Ahora las empujan a salir del armario, como si lanzar a los cuatro vientos su calvario lo borrara. Pero una cosa es abandonar ese purgatorio y otra hacer proselitismo.

Desde la cuna nos tenemos que formar, y la tribu en la que vivimos nos educaba hasta tiempos recientes, más que con palabras, con ejemplos y censura social. Sin ejemplos claros y rotundos, en un mundo donde la propaganda televisiva está en manos de nuestros enemigos, mal vamos: las siguientes generaciones tomarán las excepciones, que en toda sociedad existen, como reglas generales, y su entendimiento sobre nuestra cultura será cada día más confuso…, que ya lo es. En cuanto a la censura social, es una institución perdida, con la mayoría de la humanidad viviendo en grandes ciudades. Pero, ¿puede ser casual que la humanidad esté evolucionando hacia la confusión e indefinición sexual?

No creo en las casualidades: No puede ser casualidad el ataque sucesivo a la legislación de las sociedades tradicionales donde hay libertades, instándolas a que acepten en plano de igualdad el mal llamado matrimonio homosexual. Y no lo creo, porque en anteriores movimientos teóricamente liberadores, como el movimiento de liberación de la mujer, estaba detrás la fundación Rockefeller, que financiaba el movimiento en cuestión, haciendo todo tipo de propaganda para revestir de progreso la llamada liberación de la mujer. No lo hacían por altruismo: cambiar el rol tradicional de la mujer beneficiaba a las más grandes industrias y corporaciones, en perjuicio del matrimonio y de la sociedad humana. Ese apoyo, aparentemente altruista, respondía a objetivos muy oscuros: metiendo a la mujer en el círculo laboral, conseguían duplicar la oferta de mano de obra barata, y para acallar a los gobiernos, la mujer pasó a pagar impuestos. A nadie le importó que quedara desatendida la educación de los hijos, la atención de los abuelos y de la familia. Fue un ataque en toda regla a la reina de la colmena, a la que engañaron. Ninguno salimos en su defensa, ni siquiera la Iglesia Católica o los diversos credos que le hacen la competencia. Y es que, ante planes tan maquiavélicos, nadie se atreve a señalarse como retrógrado: http://www.taringa.net/posts/info/8963255/Mov-liberacion-femenina-por-Rockefeller.html). La mayoría de las mujeres siguen engañadas pensando que trabajando fuera del hogar serán más libres, cuando estarán esclavizadas doblemente. Nuestra frase de moda debería ser la de un cubano que decía: “Estoy confundid@”. Pero no ha parado ahí la manipulación de la mujer.

Aunque el fomento del trabajo de la mujer fuera del hogar, formando parte de un discutible movimiento de liberación ha podido beneficiar a la economía y a la propia mujer, no ha supuesto ningún progreso para la humanidad. A pesar de ello, no se ha vuelto atrás. Siendo la mujer el puntal más firme de la familia tradicional, responsable de la educación y del traspaso de valores a los hijos, al incorporarse al trabajo, se ha debilitado la familia, permitiendo a nuestros enemigos corromper a nuestra sociedad más fácilmente. El hombre puede suplir a la mujer en el hogar, asumiendo sus tradicionales cometidos, pero es depositario de valores diferentes y tiene otra sensibilidad, con lo cual, no puede cubrir ese hueco que deja la mujer, viéndose perjudicada a toda la familia.  

Muchos de esos cambios hubieran sido imposibles con la mujer en el hogar. Nuestros enemigos nos hacían creer que la sociedad progresaba, y que esa liberación formaba parte de un movimiento espontaneo, pero no lo era: tenían que romper el pilar de la sociedad, que era la familia, y sacando a la mujer del hogar, lo hacían posible. Han conseguido esclavizar a la mujer a un horario, a una fiscalidad y a unos hábitos que siempre le fueron ajenos, en perjuicio de la sociedad, y para exclusivo provecho de los impulsores, dedicados a poner en práctica experimentos sociales, que tanto gustan a sus brujos.

Con el declive familiar originado, la educación de los hijos ha pasado a manos del Estado, y dado que los gobiernos cada vez tienen menos poder en el plano internacional y que los cargos de gobierno están copados por agentes puestos por nuestros enemigos (ya formen parte de la Internacional Socialista, ya estén asociados a cualquier logia masónica, o respondan a intereses sectarios pseudo católicos, que no se sabe bien a quién obedecen: Opus Dei, Jesuitas, Legionarios de Cristo, y un largo etc. de organizaciones, que saliendo de la nada, inexplicablemente han subido como la espuma, acaparando la educación de las élites en todos los países), todo, para que nuestros hijos sean educados en anti valores. En cualquier caso, estos agentes forman parte del sistema, un sistema donde los valores se han relajado frente a la religiosidad sencilla y natural, que ha ido desapareciendo de las escuelas, de las familias y, al final, de los individuos y de la sociedad. 

En esa situación, el matrimonio ha ido perdiendo estabilidad y credibilidad: las parejas se separan con facilidad y muchas de las que se forman suelen optar por el matrimonio civil, y poco a poco, por el concubinato. Progresivamente, la legitimidad de los hijos va disminuyendo en las capas sociales, comenzando por las clases bajas, que son siempre las más vulnerables. Con todo, estas maniobras, perfectamente orquestadas, han echado a perder a la familia y la cohesión de la sociedad, deteriorando la paz social, que sólo puede ser restaurada en algunos países, incrementando progresivamente el número de policías, de jueces, y de cárceles, pues la escuela de valores que es la familia, de eficacia probada a lo largo de los siglos, a nuestros enemigos no les interesa que vuelva a funcionar.

En ese marco, el avance de la homosexualidad es un ataque más, que busca degradar a nuestra sociedad, y acabar con su salud moral y con los pocos valores que le quedan. Y no es casual: estoy convencido de que el plan para corromper y debilitar a nuestra sociedad en sus instituciones, sigue en marcha. Lo de igualar la unión homosexual con el matrimonio tradicional no tiene nada que ver con el progreso, ni con la moda del ahora toca falda corta, tiene que ver con el ataque al matrimonio, muy debilitado por la relajación de costumbres y la pérdida de valores, y también, por la generalización del divorcio y las uniones de hecho, muy corrientes entre los jóvenes, que han adoptado el amancebamiento y el concubinato como paso previo al matrimonio, pero muchos se quedan atascados ahí; tampoco es progreso el derecho al aborto, ni el retroceso de los principios religiosos y morales. Pura ingeniería social, pensada por nuestros enemigos para acabar con ese matrimonio que tanto les molesta, en el proceso de corrupción que llevan a cabo, para debilitar, en la sociedad moderna, todo lo que no sea Ellos y su mundillo de reglas milenarias impuestas por el Demiurgo.

Entonces, ¿por qué nos quieren perjudicar?

Falsos filántropos, como los Rockefeller y otros, ponen su incontable fortuna a disposición de sus sacerdotes, a fin de alcanzar objetivos que los acerquen al gobierno del mundo. En ese juego, la pérdida de la virilidad en los hombres y la pérdida de la feminidad de las mujeres les conviene. Por eso las fomentan. Y es que Sodoma fue castigada por la desviación de costumbres de sus gentes; del mismo modo, ¿piensan que será castigada la humanidad, si consiguen pervertirla? No, pero esa humanidad estará sin cohesión y podrán manipularla.

Quizás por eso, intentan confundirnos, disfrazando la degradación humana de progreso.


(Este artículo lo he dividido en cuatro partes, para que no resulte cansado de leer).