martes, 16 de julio de 2013

Lo que algunos llaman Sinarquía está próxima. La señal, que la homosexualidad está en ascenso y la virilidad en descenso. Capítulo I.


Con el término Sinarquía hago referencia a esa concentración de poder con la que un grupo oculto a la vista de los hombres intenta dominar a toda la humanidad por el engaño. Esa concentración de poder es fácilmente visible en nuestro tiempo, aunque se disfrace de organizaciones diversas: Masonería regular o radical, Cristianismo en sus diversas variantes, Sionismo, Marxismo, Capitalismo, la Trilateral, el grupo de Bildelber... En el fondo grupos que obedecen las indicaciones de los altos sacerdotes de YHVH, el demiurgo. 

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El pasado 26 de junio en EE.UU., 5 hombres -engañados o comprados, ellos sabrán las presiones de las que fueron objeto- han dado un paso que podría conducirnos a la mayor parte de los hombres (99,82%) a la derrota y a la perdición, frente al 0,18% restante, que no son precisamente homosexuales, son una minoría detrás de la cual se esconden las élites que gobiernan este mundo. Pues bien: el Tribunal Supremo de los EE.UU. ha declarado inconstitucional, por 5 votos contra 4, la ley que limita el matrimonio a la unión de un hombre y una mujer, respaldando así la unión de parejas del mismo sexo, a las que iguala en derechos con el matrimonio tradicional.

Eso, en países como España, se produjo hace pocos años, obra de esta falsa izquierda que nos parasita, siempre dispuesta confundir a la sociedad, siguiendo las oscuras consignas de su misteriosa Internacional. También la izquierda francesa ha declarado legal en Francia el matrimonio gay, con más contestación social que aquí, que seguimos en la siesta. El avance de lo homosexual, nos guste o no, es una evidencia en los llamados países desarrollados: como muestra, el día del orgullo gay, que se celebra en muchas partes del mundo con un éxito que va creciendo en progresión geométrica. En realidad, no es más que la exposición pública de la imperfección sexual humana, algo que no nos puede traer a futuro ningún beneficio. Quien ha creado el cuerpo que nos contiene sabe de sus imperfecciones y no le debe gustar que éstas se aireen, y más, cuando esa imperfección la utiliza para castigar a algunos nacidos. ¿No es añadirle un sufrimiento de por vida al Espíritu encarnado, ponerle dentro de un cuerpo animal donde conviven un alma femenina con un cuerpo masculino o viceversa? Eso, en una sociedad con fuertes valores morales, es un infierno para quién le toque vivirlo.

Parece que no tenga importancia semejante hecho, y como el airearlo lo pintan como un paso hacia la libertad, mucha gente se pone de parte de lo que creen progreso. Es todo lo contrario, sobre todo, cuando algunos que no tienen conflicto sexual consienten en degradarse: que muchos hombres se afeminen no es progreso, como tampoco es ningún progreso que las mujeres practiquen entre ellas el concubinato y otras adopten el rol y las costumbres tradicionales de los hombres, dejándose llevar. Siempre ha existido, que la naturaleza humana tiene defectos entre sus virtudes, pero las personas que han padecido esas diferencias las han llevado con discreción, mientras la sociedad las censuraba o miraba para otro lado, viendo su sufrimiento. Ahora las empujan a salir del armario, como si lanzar a los cuatro vientos su calvario lo borrara. Pero una cosa es abandonar ese purgatorio y otra hacer proselitismo.

Desde la cuna nos tenemos que formar, y la tribu en la que vivimos nos educaba hasta tiempos recientes, más que con palabras, con ejemplos y censura social. Sin ejemplos claros y rotundos, en un mundo donde la propaganda televisiva está en manos de nuestros enemigos, mal vamos: las siguientes generaciones tomarán las excepciones, que en toda sociedad existen, como reglas generales, y su entendimiento sobre nuestra cultura será cada día más confuso…, que ya lo es. En cuanto a la censura social, es una institución perdida, con la mayoría de la humanidad viviendo en grandes ciudades. Pero, ¿puede ser casual que la humanidad esté evolucionando hacia la confusión e indefinición sexual?

No creo en las casualidades: No puede ser casualidad el ataque sucesivo a la legislación de las sociedades tradicionales donde hay libertades, instándolas a que acepten en plano de igualdad el mal llamado matrimonio homosexual. Y no lo creo, porque en anteriores movimientos teóricamente liberadores, como el movimiento de liberación de la mujer, estaba detrás la fundación Rockefeller, que financiaba el movimiento en cuestión, haciendo todo tipo de propaganda para revestir de progreso la llamada liberación de la mujer. No lo hacían por altruismo: cambiar el rol tradicional de la mujer beneficiaba a las más grandes industrias y corporaciones, en perjuicio del matrimonio y de la sociedad humana. Ese apoyo, aparentemente altruista, respondía a objetivos muy oscuros: metiendo a la mujer en el círculo laboral, conseguían duplicar la oferta de mano de obra barata, y para acallar a los gobiernos, la mujer pasó a pagar impuestos. A nadie le importó que quedara desatendida la educación de los hijos, la atención de los abuelos y de la familia. Fue un ataque en toda regla a la reina de la colmena, a la que engañaron. Ninguno salimos en su defensa, ni siquiera la Iglesia Católica o los diversos credos que le hacen la competencia. Y es que, ante planes tan maquiavélicos, nadie se atreve a señalarse como retrógrado: http://www.taringa.net/posts/info/8963255/Mov-liberacion-femenina-por-Rockefeller.html). La mayoría de las mujeres siguen engañadas pensando que trabajando fuera del hogar serán más libres, cuando estarán esclavizadas doblemente. Nuestra frase de moda debería ser la de un cubano que decía: “Estoy confundid@”. Pero no ha parado ahí la manipulación de la mujer.

Aunque el fomento del trabajo de la mujer fuera del hogar, formando parte de un discutible movimiento de liberación ha podido beneficiar a la economía y a la propia mujer, no ha supuesto ningún progreso para la humanidad. A pesar de ello, no se ha vuelto atrás. Siendo la mujer el puntal más firme de la familia tradicional, responsable de la educación y del traspaso de valores a los hijos, al incorporarse al trabajo, se ha debilitado la familia, permitiendo a nuestros enemigos corromper a nuestra sociedad más fácilmente. El hombre puede suplir a la mujer en el hogar, asumiendo sus tradicionales cometidos, pero es depositario de valores diferentes y tiene otra sensibilidad, con lo cual, no puede cubrir ese hueco que deja la mujer, viéndose perjudicada a toda la familia.  

Muchos de esos cambios hubieran sido imposibles con la mujer en el hogar. Nuestros enemigos nos hacían creer que la sociedad progresaba, y que esa liberación formaba parte de un movimiento espontaneo, pero no lo era: tenían que romper el pilar de la sociedad, que era la familia, y sacando a la mujer del hogar, lo hacían posible. Han conseguido esclavizar a la mujer a un horario, a una fiscalidad y a unos hábitos que siempre le fueron ajenos, en perjuicio de la sociedad, y para exclusivo provecho de los impulsores, dedicados a poner en práctica experimentos sociales, que tanto gustan a sus brujos.

Con el declive familiar originado, la educación de los hijos ha pasado a manos del Estado, y dado que los gobiernos cada vez tienen menos poder en el plano internacional y que los cargos de gobierno están copados por agentes puestos por nuestros enemigos (ya formen parte de la Internacional Socialista, ya estén asociados a cualquier logia masónica, o respondan a intereses sectarios pseudo católicos, que no se sabe bien a quién obedecen: Opus Dei, Jesuitas, Legionarios de Cristo, y un largo etc. de organizaciones, que saliendo de la nada, inexplicablemente han subido como la espuma, acaparando la educación de las élites en todos los países), todo, para que nuestros hijos sean educados en anti valores. En cualquier caso, estos agentes forman parte del sistema, un sistema donde los valores se han relajado frente a la religiosidad sencilla y natural, que ha ido desapareciendo de las escuelas, de las familias y, al final, de los individuos y de la sociedad. 

En esa situación, el matrimonio ha ido perdiendo estabilidad y credibilidad: las parejas se separan con facilidad y muchas de las que se forman suelen optar por el matrimonio civil, y poco a poco, por el concubinato. Progresivamente, la legitimidad de los hijos va disminuyendo en las capas sociales, comenzando por las clases bajas, que son siempre las más vulnerables. Con todo, estas maniobras, perfectamente orquestadas, han echado a perder a la familia y la cohesión de la sociedad, deteriorando la paz social, que sólo puede ser restaurada en algunos países, incrementando progresivamente el número de policías, de jueces, y de cárceles, pues la escuela de valores que es la familia, de eficacia probada a lo largo de los siglos, a nuestros enemigos no les interesa que vuelva a funcionar.

En ese marco, el avance de la homosexualidad es un ataque más, que busca degradar a nuestra sociedad, y acabar con su salud moral y con los pocos valores que le quedan. Y no es casual: estoy convencido de que el plan para corromper y debilitar a nuestra sociedad en sus instituciones, sigue en marcha. Lo de igualar la unión homosexual con el matrimonio tradicional no tiene nada que ver con el progreso, ni con la moda del ahora toca falda corta, tiene que ver con el ataque al matrimonio, muy debilitado por la relajación de costumbres y la pérdida de valores, y también, por la generalización del divorcio y las uniones de hecho, muy corrientes entre los jóvenes, que han adoptado el amancebamiento y el concubinato como paso previo al matrimonio, pero muchos se quedan atascados ahí; tampoco es progreso el derecho al aborto, ni el retroceso de los principios religiosos y morales. Pura ingeniería social, pensada por nuestros enemigos para acabar con ese matrimonio que tanto les molesta, en el proceso de corrupción que llevan a cabo, para debilitar, en la sociedad moderna, todo lo que no sea Ellos y su mundillo de reglas milenarias impuestas por el Demiurgo.

Entonces, ¿por qué nos quieren perjudicar?

Falsos filántropos, como los Rockefeller y otros, ponen su incontable fortuna a disposición de sus sacerdotes, a fin de alcanzar objetivos que los acerquen al gobierno del mundo. En ese juego, la pérdida de la virilidad en los hombres y la pérdida de la feminidad de las mujeres les conviene. Por eso las fomentan. Y es que Sodoma fue castigada por la desviación de costumbres de sus gentes; del mismo modo, ¿piensan que será castigada la humanidad, si consiguen pervertirla? No, pero esa humanidad estará sin cohesión y podrán manipularla.

Quizás por eso, intentan confundirnos, disfrazando la degradación humana de progreso.


(Este artículo lo he dividido en cuatro partes, para que no resulte cansado de leer).


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