miércoles, 19 de abril de 2017

Queja a la Defensora del Pueblo por el tratamiento fiscal injusto que se da a las pensiones de jubilación.



A la Defensora del Pueblo.-

Tengo a bien dirigirme a Usted para darle a conocer la discriminación legal con la que el Estado Español nos maltrata a los jubilados.

Me vi obligado a jubilarme a los 61 años formando parte de un ERE. Eso me permitió jubilarme con 4 años de antelación, pero me redujo en un 24% (6% anual) la pensión, a pesar de haber cotizado 42 años a la Seguridad Social por la base máxima. Toda una falta de consideración legal: si me hubiera jubilado con 65 años, sólo me hubieran pedido 35 años de cotización para tener derecho a cobrar la pensión máxima; sin embargo, con siete años de cotización por encima de esos 35 años, me la redujeron en un 24% atendiendo a una legalidad desproporcionada e injusta. Por otra parte, La pensión máxima nunca coincide con la base resultante, porque el Estado fija siempre una cantidad menor, burlando al cotizante, rebajándole el derecho a una pensión equivalente a las cotizaciones que ha pagado.

También deberían tener en cuenta toda la vida laboral del trabajador para hacer un cálculo más justo, y devolver las cotizaciones a aquellos trabajadores que a la edad fijada para jubilarse no tuvieran derecho a cobrar pensión.

No contentos con imponerme una pensión disminuida, me veo sometido, como el resto de los jubilados, al Impuesto sobre el Rendimiento de la Personas Físicas, conocido por las siglas del IRPF.

Entiendo que la pensión de jubilación debe ser excluida del IRPF por las siguientes razones: A pesar de lo que diga la Ley, no es un rendimiento del trabajo. Es un derecho que se ha generado durante toda la vida laboral. El cobro de los salarios mensuales/ anuales ya fueron sometidas al I.R.P.F. Es decir, que ya tributaron por ese impuesto. Por lo tanto, al ser sometidas las pensiones de jubilación al I.R.P.F. caemos en la figura de la "doble imposición", que se debe corregir haciendo que la pensión quede excluida del I.R.P.F.

(Aunque la Ley actual no lo contemple, La ley del IRPF vigente en 1988 no obligaba a cotizar por el IRPF. Lo estableció el reglamento hecho por el Gobierno para la aplicación y desarrollo de la Ley del Impuesto. Dicho reglamento, en efecto, se excedió de sus límites modificando la ley, lo cual, legalmente era inadmisible, puesto que la ley, por jerarquía normativa, ha de prevalecer siempre sobre el reglamento que la desarrolla). A pesar de todo, ni sindicatos ni partidos políticos hicieron nada por reparar la injusticia que se cometía con los jubilados.

La acción del Estado en este campo, los gobiernos democráticos la han convertido en una triquiñuela legal, al no cumplir con la obligación que tienen contraída con los jubilados. En lugar de pagarnos la pensión legal reconocida, nos sisan de esa pensión la cantidad equivalente al IRPF.

Como mal menor, la pensión podría tener cabida como rendimiento de capital mobiliario, como las rentas vitalicias que comercializan algunas entidades financieras, con una fiscalidad mucho menor y que va disminuyendo progresivamente de manera notable con la edad del jubilado. Tendría sentido esta figura toda vez que el jubilado fue acumulando ese capital a lo largo de su vida laboral, pagando el correspondiente I.R.P.F. para cobrar al final de ella una renta vitalicia, equivalente a nuestra pensión. 

A la clase política le reconocen el derecho a la jubilación, en términos muy diferentes a los trabajadores, que no comentaré… Pero sí dejaré constancia, que los jubilados y pensionistas, con nuestro sacrificio, hemos sido la tabla de salvación de nuestras familias y de la sociedad española, ante el caos originado por la reciente crisis económica y por la insensatez de nuestros gobernantes. Sin embargo, las diversas administraciones del Estado han seguido aumentando sus gastos, sin apretarse el cinturón, mirándonos a los ciudadanos como a presas. Pero todo tiene su límite, y ha llegado el momento de plantarse y exigir.

Entendiendo que la Legalidad no atiende a criterios de Justicia, reciba la queja de este jubilado, acosado por una clase política que en lugar de verlo como al trabajador que alcanzó el merecido descanso, lo mira como a una carga molesta, dentro de un Estado cada vez menos social. 

Esperando que haga llegar mi queja a quien corresponda, reciba un atento saludo.