lunes, 2 de enero de 2012

Urdangarín, Pepiño Blanco y una mano negra que parece zapatera.-


El todo vale con tal de hacerse rico de Urdangarín no me gusta. Tampoco me gustan los maletines de Pepiño Blanco ni lo que representan.

Resulta extraño que estos escándalos surjan ahora, cuando el nuevo gobierno no acaba de arrancar. Muchos no nos creemos que esta orquestación sea casual. En ambos casos, el escándalo podía haber explotado mucho antes. No me creo que las actividades de Pepiño se limiten al escándalo de las gasolineras, algo insustancial para un Ministro de Fomento con pocos escrúpulos, que suele manejar presupuestos ingentes y trata con empresas de mucho calado. De Urdangarín sabemos que los hechos por los que sale en los telediarios se produjeron hace varios años y que es ahora cuando se han filtrado. ¿Por qué?
No puedo asegurarlo. Soy un simple ciudadano que recibe información y que tiene derecho a pensar. En ese pensar incluyo también el pensar mal, que me dice, que en el caso de Urdangarín la cosa tiene mucho bombo y en el caso de Pepiño, poco platillo.
En el caso del Urdanga, da la sensación de que el objetivo es la Corona. Pensando mal, que es pensar bien: alguien que ya no manda ha filtrado el asunto. Como me voy del convento…, me ca-o dentro, debió decir. No terminará con la Corona, pero la dejará seriamente tocada.
Seguramente que el Urdanga iba por libre, pero estaba también la Princesa; si en su día el Rey desactivó el negocio, es plausible, pero debería haberlo desactivado del todo: obligando al Urdanga y a la Princesa a deshacerse de los inmuebles y a devolver el dinero percibido. No lo hizo, con lo cual, podemos volver a pensar mal. Además, su Alteza le proporcionó un puesto de trabajo lejos de España, que para mí lo quisiera. Lo dicho: los que han intentado acabar con España y la han arruinado han ido a por la Corona para acabar el trabajo de demolición y veremos cómo queda la cosa.
En el caso de Pepiño, lo que hay detrás huele a venganza. Pepiño: te pusiste del lado de Rubalcaba traicionando a tu compañero de trapisondas, pensando que te perdonaría la faena y que podrías irte de rositas. Te olvidaste de dos detalles importantes: de cortarle la cabeza y de dejarlo mandando. Esa ha sido tu perdición ¿no sabías que era vengativo y rencoroso? Habérselo preguntado a los de PRISA.
La cosa irá a peor, que lo tuyo ya está en el Supremo y en la opinión pública.

Pero todo no está perdido para ti, Pepiño: puedes vengarte de él y tirar de la manta. Seguro que te indultan.