jueves, 10 de marzo de 2016

La Iglesia invadida: Antipapas y Sede Vacante.


  
Han vuelto. De nuevo los golen están dentro de la Iglesia Católica y no necesitan destruirla, que sus líderes prefieren construir en su provecho la iglesia del Nuevo Orden Mundial, utilizando una Iglesia Católica invadida, engañada, y aún diría más: con su legítimo pontífice en la clandestinidad o preso en las catacumbas vaticanas, pues al verdadero Papa ya no lo conocemos. El último Papa que recibió oficialmente el Espíritu Santo fue Pío XII. Esperemos que preso u oculto exista un Papa que esté acompañado del Espíritu Santo, porque los últimos seis papas carecen de legitimidad. Poco a poco, estos anti papas han ido cambiando a la Iglesia con la excusa de la modernidad, cuando los dogmas, en una religión que se considera la Única Religión Verdadera, deben ser intemporales, es decir, válidos en todo tiempo y lugar. En esa Iglesia Católica Intemporal el Ritual debe acompañar al Dogma, que si es verdadero, debe ser inamovible: no puede admitir modernismos, ni cambios. Mal vamos si lo de ayer no vale para hoy, o lo de hoy no vale para mañana, en la doctrina de una religión que siempre ha afirmado que lleva a los hombres a la salvación. Pero nuestros enemigos insisten en utilizar como arma el ridículo: "Como no admites mis argumentos modernos, eres un atrasado que no quieres dar paso al progreso". Este argumento, utilizado hasta la extenuación, acaba como la gota de agua, haciendo mella en la piedra de los tontos. Pero esa regla de la modernidad no rige para ellos: siguen adorando a YHVH y viviendo como les dice el Talmud, su libro sagrado. 
      
Ahí están. Sólo el discreto puñal o el veneno habrían impedido el asalto al trono de Pedro, pero momentáneamente. Cuando franciscanos y dominicos, utilizando la inquisición, alcanzaron el Papado en el siglo XIV, consiguieron echar de la Iglesia a los infiltrados de estas élites y mantenerlos alejados de la cristiandad durante algunos siglos, y lo hicieron controlando el nombramiento de abades, obispos y capelos cardenalicios. No se dieron cuenta que por encima de esos infiltrados había una organización que se amparaba en familias muy poderosas de fuste judío para sobrevivir y, pasada la tormenta, volver a apoderarse de la Iglesia. Los grandes recursos de esas familias de banqueros les han permitido mantener activos sus objetivos a través del tiempo, promoviendo nuevos asaltos a la Iglesia.

Veamos las últimas hazañas de nuestros enemigos.

El arma principal que utilizaban era una estrategia basada en dos factores: el tiempo y la constancia. El tiempo, que siempre juega a favor de la estirpe que no rebla, pues quita la vida a los contrarios y borra la memoria de los que les suceden; y la constancia, que aumenta su eficacia cuando hay un descendiente, debidamente instruido, que está dispuesto a obrar o comprar voluntades para sacar adelante objetivos estratégicos señalados por autoridades o antepasados ya desaparecidos. Así, atacan cuando nadie se lo espera. Eso sólo es posible con unas élites religiosas pertinaces como los golen, y un pueblo como el judío, capaz de sobrevivir sin territorio y aportar gentes en todo tiempo y lugar para añadir nuevos eslabones a la vieja cadena de la estrategia colectiva. Esto, o algo más creíble: aceptar que tienen línea directa con Satanás y sus demonios, y que serían estos los responsables del empecinamiento en mantener durante siglos planes activos, hasta ejecutarlos; los consiguen por incomparecencia o desaparición del contrario, fallecido por el cambio generacional. Sería la única explicación a algo que no es normal: que una élite financiera inalcanzable, que se tiene por judía, estando como el resto de los hombres sujeta a la muerte y al olvido, y conformando un grupo humano minoritario (el 0,1% de la población mundial), haya sido capaz de sobrevivir 2000 años como pueblo disperso, imponiéndose al resto de los humanos a través de grandes recursos y organizaciones opacas. Esas élites han podido atesorar incontables recursos y poder gracias al monopolio de la usura, sospechosamente prohibido a los católicos. La más visible de todas esas organizaciones opacas en nuestro tiempo es la masonería, una de las herramientas más poderosas que poseen estas élites, pues con ella son capaces de captar y manipular a gentes pudientes, tocadas por la ambición, adscritas a todas las creencias religiosas del planeta.

Tras la Segunda Guerra Mundial se ha producido un cambio: antes, era la masonería la que intentaba captar élites e infiltrarse en iglesias, gobiernos e instituciones; tras la Segunda Guerra Mundial, un segmento de la sociedad dominante de Occidente y después de Oriente, alegremente, se han ido alineando (consciente o inconscientemente) con la élite financiera judía, afiliándose a la masonería para medrar. Gentes sin escrúpulos mezcladas con gentes ambiciosas y algunos idealistas e intelectuales, que se abrazaron a la Viuda sin saber bien dónde se metían, pues la masonería es un instrumento que subvierte, controla y degrada toda sociedad que toca, para que esa élite que dirige a las bases masónicas alcance el dominio del mundo. Fuera de esa élite, los demás, incluyendo la organización masónica y todos los ismos que han creado en los últimos siglos (socialismo, comunismo, capitalismo, liberalismo, feminismo y buena parte del judaísmo), son prescindibles, herramientas de usar y tirar. 

Pero utilizar el tiempo y la constancia como estrategia de poco sirve sin herramientas jurídicas que sobrevivan a los hombres. Las herramientas que los ancestrales enemigos de la Iglesia han utilizado para apoderase del gobierno del Vaticano no han sido los infiltrados, (hombres que van desde papas a cardenales, obispos, frailes, simples sacerdotes y gente seglar), han sido las organizaciones religiosas. De poco sirven los hombres, por muy altos que estén, sin una organización que los ampare, por eso presentan a sus adeptos como hombres santos y prestigiosos pertenecientes a organizaciones religiosas católicas, fomentadas, creadas e impulsadas por ellos desde la sombra. No lo hacen gratis, que terminan sacando buenos réditos a costa de los cristianos. Así, la orden benedictina, creada en los primeros tiempos; también la orden Jesuita, sospechosa de todo (hasta del hundimiento del Titanic); y hoy, organizaciones como el Opus Dei, surgidas de la nada, haciendo ostentación de tradicionalismo, dinero y poder: falsos católicos que no han dudado en imponer un plan sinárquico para destruir a la Iglesia Tradicional y transformarla en la Iglesia del Nuevo Orden Mundial, un orden al que llaman nuevo, pero que viene del siglo XVIII o anterior. El caso es, que ese NOM, como la Iglesia invadida, son una realidad de nuestro tiempo, ¡eso sí!: para quien lo quiera ver. Esas órdenes terminan consiguiendo sus objetivos utilizando a hombres y mujeres corrientes, ajenos a los orígenes de la orden.  

Los métodos de estas élites dominadoras que van de la mano de los golen consisten en organizar el caos para sacar grandes beneficios: todas las guerras y revoluciones de los pasados siglos se dice que son obra de sus intrigas, dirigidas a destruir todos los valores colectivos humanos que son ajenos a los suyos (raza, religión, nación y familia). Haciendo hincapié, en que los únicos valores que estos intrigantes protegen y defienden como propios son única y exclusivamente los valores sionistas, no los valores judaicos, que sólo defienden cuando les conviene: El rabino Shonfeld llamó a los sionistas ‘"criminales de guerra", porque usurparon el liderazgo del pueblo judío, traicionado su confianza, y después de su aniquilación, cosecharon el capital moral’. Con el fin de justificar el estado de Israel, los sionistas colaboraron con los nazis y, a pesar de la sangre en sus manos, siguieron explotando el holocausto para su beneficio políticoY económico, añado, que de la Shoá (holocausto) viven muchos, y muy bien. De las cenizas, estos mercaderes construirán el Nuevo Orden Mundial, un régimen totalitario, un templo en el que no cabremos el resto de los humanos, a los que nos consideran goyim, esclavos (cerdos más bien), víctimas para sacrificar a YHVH. ¿Dios? o demonio.

Esperar de ellos la difamación si propagáis sus planes, pero no esperéis originalidad: los golen y sus lacayos, para tapar sus intenciones, y ridiculizaros, diran que sois unos conspiranóicos. Ellos son progresistas, y los demás, fascistas, como escarnio por no dejarnos esclavizar, ni servir de víctimas. Mientras, se manifestarán amables y protegerán a los goyim domados que se presten a sus enredos; les darán fama y fortuna, pero no pasarán de ser considerados siervos, esclavos, seres inferiores sin derechos, de los que se mantendrán apartados. Si actúan en contra de la familia, no será en perjuicio de la suya, ni de sus valores. En fin..., estamos en sus manos. Son muchos siglos conspirando contra los demás, sin que se den o nos demos cuenta. Por eso, lo dices, y casi nadie se lo cree.

Ángelo Roncalli, el que tomó el nombre de Juan XXIII.-

Desde el siglo XVI, los jesuitas han enredado dentro de la Iglesia, pero no han buscado apoderarse de ella, a pesar de ser tan intrigantes y ladinos y que el papa actual sea Jesuita (pero vaya usted a saber, porque también es masón). Sólo en los últimos tiempos la autoridad de los jesuitas ha permitido que los suyos aceptaran cargos eclesiásticos como obispados y cardenalatos. Por contra, los masones sí han buscado apoderarse del Papado. Las dos organizaciones han sido rivales en una competición de engaños truculentos, dedos intrigantes de diferente mano de los golen. Pues bien: en 1958 los masones se apoderaron del Papado en una jugada de jaque muy elaborada, pero no fue jaque mate.

Algunos tienen a Pio IX como el primer papa masón, pero la masonería no abrirá un agujero en la muralla de la Iglesia hasta la muerte de Pio XII. Y será Ángelo Roncalli, masón y amigo del marxismo, el que entregue la plaza a nuestros enemigos. Él abrirá como antipapa el largo periodo de Sede Vacante que padecemos, pues las normas canónicas declaran ipso facto excomulgado a cualquier prelado francmasón: y aunque las leyes de la Iglesia busquen impedir que sea papa quien se haya autoexcluido de la Iglesia, eso no detiene al iniciado en la masonería que sigue una estrategia establecida, no tiene nuestras creencias, y por lo tanto, no teme a las amenazas espirituales. Son dos las condiciones para ser papa: ser hombre y ser católico. En este caso, cuando fue elegido papa, Roncalli ya no era católico, pues se había autoexcluido de la Iglesia, siendo anti papa por su propia acción.

En tiempos de Pio X, Ángelo Roncalli había estado bajo vigilancia de la Inquisición por ser sospechoso de modernismo[1], un movimiento que intentaba conciliar el cristianismo con lo que llamaban el pensamiento moderno. Con ese eufemismo se ocultaba una estrategia para poner a la sociedad católica en contra de lo que tildaban despectivamente como inmovilismo vaticano: no aceptar la adaptación de la Iglesia a los nuevos tiempos. Por razones obvias, como he advertido, pues los tiempos siempre son nuevos, y algo tan serio como las creencias no pueden estar sujetas a la moda. Pero ahí estaba la masonería actuando con la técnica de ridiculizar a los defensores del inmovilismo para convencer a los simples.

Creen algunos autores que Roncalli fue captado en los años en los que estuvo en Turquía como delegado apostólico. Así lo afirma el periodista Pier Carpi, pero sus amoríos con el modernismo y su relación con profesores y compañeros que fueron expulsados del sacerdocio hacen pensar que Roncalli habría sido captado por masones infiltrados en sus tiempos de seminarista, y que Turquía, y más tarde París, fueron los lugares donde recibió de la masonería los honores satánicos. Ha trascendido la caída en trance de Roncalli durante la ceremonia que tuvo lugar en la logia turca y la importancia de las profecías que dicen que salieron de su boca. Son conocidas como “Las Profecías de Juan XXIII” y fueron publicadas por Pier Carpi, lo mismo que la oración dirigida al Gran Arquitecto, cuya paternidad le achacan a Roncalli, pero sin total certeza [2].

En 1904 fue ordenado sacerdote en Roma y le asistió como “padrino” Ernesto Buonaiuti, que será excomulgado como modernista; el obispo Giacomo Maria Radini Tedeschi, que venía castigado a la diócesis de Bergamo, nombra a Roncalli su secretario (Radini era un protegido de Mariano Rampolla del Tíndaro, Secretario de Estado de León XIII, alguien que fue vetado por el emperador Francisco José de Austria en el cónclave de 1903; los franceses dijeron que lo vetó por ser masón, y los austriacos por ser filofrancés, que es parecido). Por aquello de dime con quién andas…, amigos de Radini y de Roncalli eran el obispo Bonomelli, el cardenal Ferrari, los cardenales Maffi, Mercier y Marc Sangnier, católico-liberal. El padre Francesco Ricossa acaba diciendo de ellos: si los amigos y protectores de Roncalli no eran modernistas, eran sin embargo “modernizantes”, más peligrosos, porque combatían a los modernistas de palabra y, con hechos, procuraban eliminar a los antimodernistas. Lo peor, que estaban al cargo de algunos seminarios, lugares estratégicos donde podían modelar a conveniencia las mentes de los futuros sacerdotes.

En 1910, con 29 años, siendo profesor de historia de la Iglesia, Roncalli se puso del lado del historiador Duchesne, cuya obra, “La Historia Antigua de la Iglesia”, seguían leyendo sus seminaristas cuando ya había sido condenada por Pio X y estaba incluida en el Índice (la lista de obras prohibidas). Este asunto estuvo a punto de tener consecuencias para Roncalli y acabó negándolo todo. La muerte del papa Pio X paró la acción de la inquisición con el entonces sacerdote modernizante Ángelo Roncalli. Por poco.

Fue sargento médico y capellán durante la Primera Guerra Mundial; en 1921, con 40 años, ayudó a reorganizar la Sociedad para la Propagación de la Fe; en 1925 fue nombrado obispo y enviado a Bulgaria como nuncio, hecho que le inició en el arte de la diplomacia: de 1933-44 fue delegado apostólico en Turquía y Grecia, de donde pasó a Hungría, destacando por la ayuda que prestó a los judíos, dándoles papeles y bautizándolos para salvarlos del nazismo. En 1944 lo destinaron a Francia, su último cargo diplomático. En 1953 fue nombrado cardenal y patriarca de Venecia, donde residió hasta 1958, año en que fue elevado al Papado de forma extraña, pues antes de su elección se produjo una fumata blanca sin papa, algo que trajo muchas controversias. Los cónclaves de 1978 y de 2005 de algunos de sus sucesores adolecieron sospechosamente del mismo problema, en un lugar como el Vaticano donde la diplomacia es un arte y los detalles del protocolo se cuidan al máximo. Su mandato fue corto y no sobrevivió a la conclusión del conciliábulo vaticano que promovió, pues murió un 3 de junio de 1963. Para otros los cálculos de las fechas de nacimiento y muerte, en búsqueda del número de la Bestia, de la cara o del revés. De la misma forma, sólo citaré la noticia de su encuentro en la tercera fase con seres extraterrestres en la residencia de Castelgandolfo (que si se produjo, fue un encuentro con algún servidor del Príncipe de este mundo o con el demonio mismo).

Lo que se dice del cónclave de Juan XXIII, que puede ser cierto: que los enemigos de la Iglesia querían asegurarse de que el elegido les fuera siendo leal tras su elección. Como satanistas, sabían y creían en lo sagrado y trascendente del cargo de Sumo Sacerdote. Si un hombre católico es elegido Papa, con poca Fe Católica que conserve, recibirá del Espíritu Santo el carisma de la Infalibilidad, un despertar que le hará inmune al error y le permitirá escapar de la obediencia a cualquier hombre u organización, como parece ser que les había ocurrido a los masones con Pío IX, al que habían preparado para apoderase de la Iglesia, y lo perdieron al permitir que recibiera ese don.

Burlar a los cristianos con un papa afín era fácil, ya lo habían hecho muchas veces desde la caída del Imperio Romano, ahora necesitaban burlar al Espíritu Santo para consolidar sus planes sinárquicos: para ello, permitirían la elección, dejarían que el elegido aceptara el cargo, que diera a conocer su nuevo nombre, recibiendo la obediencia del colegio de cardenales y el carisma de Infalibilidad del Espíritu Santo; terminado o interrumpido el acto de vasallaje, le presionarían hasta conseguir su renuncia, continuando la elección del candidato afín. En su plan diabólico, habría dos papas: el consagrado y protegido del cielo, que permanecería oculto e inerme, sujeto al secreto del cónclave, y el papa falso, que ejercería el cargo sujeto a la obediencia de las altas jerarquías masónicas, en pos de oscuros fines contrarios a la cristiandad, inmune al control y a la influencia del Espíritu Santo.

El verdadero papa elegido en el cónclave de 1958 parece ser que fue Giuseppe Siri, que aceptó el cargo con normalidad y tomó el nombre de Gregorio XVII; luego vino la ceremonia de confusión con el humo, que duró el tiempo suficiente para que el cardenal Eugène Tisserant saliera rompiendo el cónclave para recibir órdenes de las autoridades masónicas; entrara y, con sus secuaces, sometiera a presión al nuevo papa, cargándole con la responsabilidad de los baños de sangre que tendrían lugar en la Europa del Este si no claudicaba, y así, hasta conseguir su renuncia (inválida por otra parte). Mientras tanto, en la plaza de san Pedro y en toda la cristiandad transcurrió un tiempo de incertidumbre, discutiendo si el humo había sido blanco, negro o gris, hasta que, viendo que el nuevo papa no aparecía en el balcón, estuvieron seguros de que la votación habría de reanudarse el día siguiente. Al medio día, había salido humo blanco y luego negro, pero al anochecer, el humo que salió fue blanco durante cinco minutos y de ello no hay espacio para la duda: Radio Vaticana repitió la noticia de la fumata blanca; los altos funcionarios vaticanos se apresuraron a tomar posiciones en tal sentido; la guardia palatina y la guardia suiza fueron alertadas porque había nuevo papa; los sacerdotes y los trabajadores del vaticano prorrumpieron en vítores, moviendo convencidos sus pañuelos blancos, hasta que el humo negro hizo su aparición. Toda una ceremonia de confusión que se repetirá con juegos de humo en las elecciones de los dos Juan Pablos y con Benedicto XVI.

Si en lugar de Siri hubiera salido Roncalli, el Espíritu Santo le hubiera cambiado, impidiendo que ejecutara la acción destructora que llevó a cabo, lo mismo en el caso de los papas que le sucedieron. Mientras Roncalli y los antipapas sucesores hacían de las suyas, Siri estuvo vigilado y preso durante 31 años en la sede de Génova, como sacrificio en favor de la supervivencia de la verdadera Iglesia, confiando su situación al vietnamita padre Khoat Van Tran, que le ofreció su ayuda. Pero Gregorio XVII no demostró en vida el valor y la fortaleza de quien se supone está auxiliado por el Espíritu Santo: en las visitas que recibió en su sede de Génova de los falsos papas, se arrodilló ante ellos y llegó a concelebrar la misa del Novo Ordine impuesta por el Vaticano II para sustituir a la Misa tradicional (si lo hizo como estrategia de engaño...). Siri falleció en 1989 pero hasta 1991 no fue posible reunir en cónclave secreto a los cardenales que Siri fue nombrando en secreto para elegir entre ellos a su sucesor. Eligieron a un nuevo papa que tomó el nombre de Gregorio XVIII, el Papa oculto de una Iglesia perseguida, que hoy no sabemos si sigue vivo. Conocidas las serias dificultades que padece la iglesia integrista promovida por monseñor Lefevre, con constantes abandonos, sometidos sus sacerdotes a grandes presiones y a dificultades de supervivencia, son de imaginar las enormes dificultades que puede tener una Iglesia sin recursos, viviendo en el anonimato, oculta debajo de las tumbas de las catacumbas.

Roncalli fue el promotor del Concilio Vaticano II, un conciliábulo que deshizo por completo el Ritual Católico cambiando la orientación del celebrante en el altar, suprimiendo el latín como lengua sagrada, y cambiando la Misa, que perdió su esencia de sacrificio, para convertirse en otra cosa por un largo etc. de modificaciones. En sus planes destructores, se vendía como el Papa Bueno, y así lo captaban los católicos de base a través de la propaganda, que no sus detractores, más críticos. Pero su bondad y su sentido del humor eran fingidos: el “Papa Bueno”, todo dulzura hacia los errantes, no lo era, por el contrario, hacia los más celosos defensores de la ortodoxia. Y esto, desde su juventud sacerdotal. (P. Francesco Ricossa: el Papa del Concilio).

Un mal llamado concilio, donde se atrevieron a cambiar el Ritual y pusieron la primera piedra para derribar también el Dogma de la Iglesia. Decían, que harían falta 40 años para reponer lo que este papa deshizo en 4 años, pero no sabían que tras él llegarían otros falsos papas a ayudar en el derribo de una Iglesia de la que ya no queda más que la fachada.

Como salida para imaginar al personaje, el comentario de uno de sus críticos: “… la huella dejada por Roncalli en la historia de la humanidad es muy superior a la dejada por Lenin y Stalin. De hecho, si aquellos han eliminado unos cuantos millones de vidas, Juan XXIII ha liquidado dos mil años de la Iglesia Católica.“ (Conde Fabrizio Romano Sarazani).

Giovanni Montini, el servidor de Satán que tomó el nombre de Pablo VI.-

El sucesor del antipapa Roncalli fue Giovanni Montini, que tomó el nombre de Pablo VI. Se dice que Montini andaba asociado con Roncalli en negocios oscuros: webs masónicas dan por cierto un hecho, “el acta de iniciación en una Logia de París de los profanos Ángelo Roncalli y Giovani Montini, que habían sido elevados el mismo día para ser iniciados en los Augustos Misterios de la Francmasonería. La prensa mejicana no aceptó dicha publicación, razón por la cual, el propio Maestro Alfonso Sierra Partida de su peculio mando sacar copias, las cuales circularon profusamente entre los círculos masónicos mejicanos”, aunque el acta relacionada no aparece.

Montini fue un reconocido sodomita que se rodeó en el Vaticano de un servicio afín a su naturaleza desviada. Pablo VI era de clase burguesa pudiente, con ascendientes directos judíos y masones, como acredita la tumba de su madre en el cementerio de Verolaveccia, adornada por símbolos masónicos.

Montini se dedicó también a hundir la misma Iglesia que presidía: Pablo VI, además de poner en marcha las normas del Vaticano II cambiando la Misa, hizo algo peor: rompió la Cadena de Sucesión Apostólica, cuyo origen está puesto en Jesús, y lo hizo cambiando la fórmula de consagración de los obispos, por el nuevo rito montiniano. “Pablo VI reemplazó con esta disposición la Constitución Apostólica Pontificalis Romani cambiando, en los tres ritos, las palabras esenciales” de la consagración (El Nuevo Rito de la Consagración Sacerdotal de Abbé Francois Egregyi)… “Quienes fueron ordenados antes de abril de 1969 o bien han muerto ya, o han caído en la herejía y la apostasía al aceptar a la nefasta secta conciliar y todas sus odiosas blasfemias, y aquellos que fueron ordenados con el ‘nuevo rito’ ni siquiera son sacerdotes, no son nada, porque el ´nuevo rito montiniano’ no es sino una mera copia del rito herético protestante del anglicanismo (sacado de las tradiciones apostólicas de san Hipólito, del siglo III), por tanto, es una grave ofensa a Dios” (El Enigma de Montini).

Este gran pecador nos privó a los cristianos de recibir los sacramentos, pues los obispos ordenados después de 1969 dejaron de tener el poder de consagrar a los sacerdotes, y estos últimos, siendo objeto de ceremonias desvirtuadas, siguen siendo hombres corrientes, pues quien debe traspasarles el poder de consagrar, no lo tiene. Resultado: nos han dejado una Iglesia sin papa conocido, sin obispos y sin curas ni sacerdotes consagrados. Debemos tomárnoslo en serio porque nuestros enemigos lo creen y se han tomado muchas molestias para vaciar de contenido el Dogma y el Ritual Católico.

Con la lógica del destructor, Montini también fue responsable de una maniobra para asegurar una sucesión favorable a su partido: nombró a 100 cardenales afines a sus credos y prohibió que participaran en el Cónclave los cardenales mayores de 80 años, que podían constituirse en ardorosos defensores de la fe en peligro. En su lugar, (… cardenales modernistas, masones, de tendencias protestantes, liberales, (los) que profesaban las mayores herejías postconciliares, judíos y comunistas, esos sí estaban con todo derecho en el colegio cardenalicio al tiempo de la elección de Wojtyla. Por ejemplo: el cardenal Pironio, al que en su patria, Argentina, llamaban "el pirómano" por sus tendencias comunistas revolucionarias; el cardenal Willebrands que como embajador de Pablo VI se jactaba por toda la Iglesia de la reivindicación de Lutero, siendo también firmante de la concesión de los sacramentos católicos a los cismáticos y "otras confesiones"; estuvo también el ya mencionado Pignedolli, el de "nuestras fiestas del Ramadán". Estos, entre otros). *Católicos Alerta, Elecciones como papas de Pablo VI y Juan Pablo II

Montini no se ocultaba a la hora de hacer gestos de lealtad a sus diabólicos amos, y para muestra un par de botones:

- Un día del año 1964, tras su viaje a Israel, “el Caifás” Montini apareció luciendo en su pecho el Efod de Aarón, una joya simbólica que lucían los sumos sacerdotes de Israel. Aarón y sus hijos serán consagrados y ungidos para ministrar en el oficio de sacerdote — Las vestiduras de Aarón han de comprender un pectoral, un efod, un manto, una túnica, una mitra y una faja — El pectoral del juicio tendrá doce piedras preciosas con los nombres de las tribus de Israel sobre ellas — El Urim y Tumim se colocará en el pectoral. (Católicos Alerta. Pbro. Joaquín Sáenz y Arriaga).

- El 8 de diciembre de 1965 Pablo VI apareció con una férula nueva coronada por una cruz tortuosa de la que colgaba un cristo retorcido. Es de un estilo impresionista conocido como Servaes, que había sido condenado en 1921 por el Santo Oficio y sancionado por el papa Benedicto XV como contrario a la fe y a la tradición católica. Esta cruz está considerada como satánica por algunos críticos, que afirman que era utilizada por los seguidores del diablo en la Edad Media. Desde que Pablo VI la encargó desafiando la condena de Benedicto XV, esta representación del anticristo ha sido utilizada por él y sus sucesores en importantes actos religiosos, para que el sospechoso cristo sea reverenciado por las masas y ellos reconocidos como los líderes religiosos del Nuevo Orden Mundial.

Finalizado el mandato de Pablo VI, Siri, el supuesto papa Gregorio XVII, seguía vivo.

Albino Luciani, el que se llamó Juan Pablo I.-

Preguntémonos sobre Albiano Luciani (Juan Pablo I). Tras un mes de Pontificado, fue encontrado muerto en su cama. No mereció ni una pobre autopsia, pero sí un rápido embalsamamiento que destruyó cualquier prueba sobre la causa de su muerte.

El cardenal Sin, de Manila, se lo anticipó a Luciani la tarde de su elección: "Estoy seguro de que usted será el nuevo papa". Por su parte, Pablo VI había dado dos señales en favor de la candidatura de Luciani: el 16 de septiembre de 1972, en Venecia, cuando puso su propia estola sobre los hombros de Luciani delante de 20.000 personas; y el 28 de abril de 1977, en la visita ad limina de los obispos vénetos: no dando Pablo VI con el timbre que tenía en su butaca, Luciani le ayudó; entonces comentó el Papa en voz baja: "Así ha aprendido ya donde está" (205).

… Una hora después, recibió en su estudio privado al cardenal Villot. Según Gennari, que ha sido profesor de Teología en el Seminario de Roma, el papa Luciani comunicó a Villot su decisión de realizar cambios importantes; por ejemplo, Benelli, secretario de Estado; Felici, vicario de Roma. Villot reaccionó: “estos nombramientos significarían la traición de la herencia de Pablo VI”. Después diría que "el Papa se encontraba perfectamente" y que "no notó signo alguno que pudiera prever el fatal desenlace y ni siquiera lo encontró fatigado."

… Magee preguntó al Papa cómo se encontraba: "Sto bene! Sto bene! Eccomi!... dijo abombando el pecho. "Estas pastillas de sor Vincenza son milagrosas. ¡Vamos a cenar!". Durante la cena, frugal, Luciani se encontraba en plena forma. Magee le preguntó si había elegido la persona que diera el retiro en el Vaticano la próxima cuaresma. "Sí, respondió, está elegido". Y añadió: "El tipo de retiro que yo desearía en este momento sería para una buena muerte". Eran las 20'15. Según Magee, Juan Pablo I decía frecuentemente que "su pontificado sería de corta duración", "que él se marchaba y que sería reemplazado por 'el extranjero’” (¿K. Wojtyla?). No hay por qué descartar que estas expresiones guarden relación con las "numerosas amenazas" de muerte que Juan Pablo I recibió desde los primeros días de su pontificado. Según esto, la muerte no le ha sorprendido a Luciani "como ladrón en la noche". Al contrario, estaba vigilante e incluso (¡todo un símbolo!) murió con "la lámpara encendida" (95). Terminada la cena, en la sobremesa, mientras Lorenzi conecta por teléfono con Milán, el Papa le dice a Magee: "Tenemos un problema, el cardenal Villot quiere resolver esta noche quién sería nombrado nuevo patriarca de Venecia". Salen al pasillo. Lorenzi avisa que el cardenal Colombo, arzobispo de Milán, está al aparato. Quince o veinte minutos duró la conversación. Posteriormente Colombo declaró: "Me habló largo rato, con un tono de voz normal, del que no se podía inferir que sufriera ninguna molestia física ni enfermedad. Estaba completamente sereno y lleno de esperanzas" (96). Hacia las 9'20, se fue a su habitación, despidiéndose con las palabras de siempre: "¡Buenas noches! ¡Hasta mañana, si Dios quiere!". Poco después el sargento Roggan, de la guardia suiza, volvía de cenar con su madre en Roma. Dice: "Nosotros vimos la luz en el dormitorio del Papa hacia las 10'30 o las 11'00. Esto no era anormal" (97). Sin saber por qué, esa noche tuvo problemas Roggan para conciliar el sueño.  (“Se Pedirá Cuenta”, de Jesús López Sáez).

          Lo cierto es que este hombre accedió al Papado en el momento más oscuro y peligroso de la reciente historia vaticana: las luchas intestinas comenzaban a destapar la corrupción existente y las peligrosas relaciones de la banca vaticana con la mafia, con los dirigentes de la francmasonería italiana, y con el gobierno italiano. Hombres oscuros y terribles como el cardenal Paul Marcinkus (dirigiendo el Instituto para las Obras de la Religión, Banco Vaticano), Lucio Gellí, (encabezando la Logia P2), Michele Sindona (banquero y mafioso) y Roberto Calvi (responsable del Banco Ambrosiano, que terminó colgado del puente de Londres, arruinado y con los bolsillos llenos de piedras, como aviso a navegantes). Los Gelli, los Sindona y los Calvi, confabulados para vaciar empresas italianas y arruinar a los pequeños accionistas; estos personajes serán los protagonistas de una estafa monumental que terminó poniendo patas arriba a la Iglesia y al Estado Italiano. También la política italiana estaba llena de episodios oscuros cuando Luciani accedió al Papado: eran momentos en los que la Guerra Fría se manifestaba con crueldad con el secuestro y asesinato del primer ministro italiano Aldo Moro, por negociar con el Partido Comunista Italiano (un enigma no resuelto, con las Brigadas Rojas y la organización Gladio de la OTAN por medio). Guerra fría, logias masónicas, banca vaticana, cardenales corruptos, mafia, políticos democristianos, jueces y fiscales, ruina económica, una seguridad papal inexistente, y sangre por todas partes… Truculenta trama sin duda. El autor inglés David Yallop, especializado en crímenes no resueltos, señaló a Paul Marcinkus como unos de los autores intelectuales de la más que previsible eliminación de Juan Pablo I.

¿Engañó Albino Luciani a Pablo VI, haciéndole creer que era de los suyos cuando le nombró cardenal y lo postuló como su sucesor traicionando la confianza depositada en él?..., ¿se negó a renunciar cuando fue elegido papa, para que los sustituyera Wojtyla?, ¿puso en peligro los planes masónicos iniciados por Juan XXIII con sus primeras decisiones papales?…, ¿se arrepintió de su traición a la Iglesia y quiso enderezar su rumbo?... Un mes duró. Aún vivía el papa oculto Siri, Gregorio XVII, con lo cual, Juan Pablo I, con buena o mala fe, no era el legítimo papa.

Karol Wojtyla, el antipapa judío que se llamó Juan Pablo II.-

El polaco Wojtyla (Juan Pablo II) fue otro infiltrado elevado al cardenalato por Giovanni Montini, lo mismo que el alemán Ratzinger (emérito Benedicto XVI). Todos secuaces de Montini y continuadores de la Sede Vacante que ahora ocupan Bertoglio y Ratzinger. Tras el destructor Roncalli y la obra de derribo de Pablo VI, al paréntesis de Juan Pablo I le seguirán dos artistas del engaño: el actor Juan Pablo II, y el músico Benedicto XVI.

Los antecedentes judíos de Karol Wojtyla también son reconocidos por sus biógrafos, pues el apellido judío de su madre era Katzarowsky; de hecho, Karol tuvo que esconderse cuando se produjo la invasión alemana, cosa que no tuvieron que hacer los conciudadanos de Juan Pablo II con apellidos polacos.

Wojtyla, durante el pontificado de Juan XXIII, fue uno de los protagonistas de las sesiones conciliares, siendo elevado a arzobispo por Pablo VI en el año 63 y a cardenal en el 67. Durante su etapa como cardenal tuvo la protección y amistad de Pablo VI, que lo recibió en numerosas ocasiones, encargándole los ejercicios espirituales de la cuaresma de 1976 para la Curia y para el personal de la casa de Pablo VI. Una atención tan especial le convertía en papable, pero la elección de Luciani lo transformó en su recambio.

La labor de Wojtyla en el desmantelamiento de la Iglesia la hizo, como sus predecesores, desde el engaño -comparado con otros papas, era joven, deportista y con don de gentes, añadiendo a sus cualidades las de actor de teatro-. Por una parte, hizo una intensa labor de propaganda para ganarse a los incondicionales católicos, esas gentes que siempre ven en el papa al padre espiritual que necesitan. A la vez, se camufló entre los papas más alejados del progresismo, liderando la rebelión contra el comunismo en Polonia, financiando al sindicato Solidaridad. Favoreció a los regímenes de extrema derecha en Iberoamérica en lucha contra el castrismo y contra la Teología Jesuita de la Liberación, a la que condenó. Gobernó la Iglesia, apoyado por las diferentes Conferencias Episcopales, conformadas por obispos postconciliares. En su mandato, también se apoyó en organizaciones consideradas de extrema derecha: en el Opus Dei (a la que dio la portavocía vaticana), y en los Legionarios de Cristo. Ambas surgidas en el siglo XX, hacían gala sospechosamente de enormes recursos económicos de los que el Estado Vaticano estaba muy necesitado tras los escándalos financieros. Las dos organizaciones, pasando por integristas, en la práctica son fanáticas impulsoras del Nuevo Orden. Por sus hechos los conoceréis.

Por otra parte, Wojtyla utilizó esa careta de papa carismático y sonriente para dedicarse, en aras de la modernidad, a derribar a la Iglesia Católica de su pedestal, y colocarla al mismo nivel que el Judaísmo y el Islamismo, e incluso, de algunas religiones paganas, como el Budismo, a las que favoreció reconociendo: "En el Budismo, -dice la Declaración Conciliar 'Nostra Aetate'- los hombres alcanzan la perfecta iluminación y la liberación con auxilio superior"... En sus visitas a sinagogas y al Muro de la Lamentaciones de Jerusalén, también llevó a cabo vergonzosas declaraciones, pidiendo perdón a los judíos por las persecuciones sufridas por los cristianos a lo largo de la historia, olvidando, las intromisiones de las élites judías en la Iglesia Católica, de la que se aprovecharon y a la que dominaron durante siglos a través de papas afines. También azuzaron al mundo cristiano contra los musulmanes, predicando cruzadas para favorecer sus intereses; también es manifiesta su influencia sobre la Reforma Protestante y en la Revolución Francesa, así como su labor instigadora de dos guerras mundiales que fueron una sangría terrible en la juventud cristiana europea, que quedó diezmada, y la introducción y financiación de un régimen criminal como el marxismo en la historia. Wojtyla mismo, al que muchos apodaban “el judío”, fue un infiltrado, al que organizaciones francmasónicas impusieron como sucesor de Pablo VI. Con un Ritual deshecho por el Concilio Vaticano II, Wojtyla la emprendió contra el Dogma Católico, al reconocer ante el mundo, que el hombre podía alcanzar la salvación fuera de la Iglesia Católica, y destronando a Jesús, al aceptar la visión masónica de considerarlo como otro iniciado, al nivel de Buda, Zoroastro, y otros iniciados de la historia. Una conspiración para que la propia Iglesia no considere al Catolicismo como la Única Religión Verdadera. 

Durante el mandato de Wojtyla, en el año 1991 los seguidores de Siri pueden convocar a la Iglesia perseguida, y elegir al sucesor de Gregorio XVII en la persona desconocida que tomó el nombre de Gregorio XVIII.

Joseph Ratzinger, el socio de Wojtyla que se llama Benedicto XVI.-

          Reconocido teólogo, participó en el Concilio Vaticano como decidido reformista, defendiendo la libertad religiosa y el respeto hacia las otras religiones. Desde el principio, levantó recelos entre la jerarquía conservadora, por su apertura a pensadores partidarios de reformar la Iglesia entre los que incluía a pensadores protestantes. Fue la mano derecha de Juan Pablo II en su obra demoledora, y a su muerte, fue elegido sucesor del Wojtyla como anti papa.

La abuela del Papa Benedicto XVI María Tauber-Peintner de Bolzano, Italia (entonces parte del Imperio Austro-Húngaro) pudo haber sido también de ascendencia judía, de la familia judía Tauber de Moravia y Hungría, descendida de Aaron Tauber de Moravia. Parece que su madre Elisabeth María (Betty) Tauber (1834 Moravia) nació judía morava que fue cortada de su familia cuando se convirtió en católica. Moravia y Hungría fueron regiones del Imperio Austro-Húngaro de los Habsburgo hasta la Primera Guerra Mundial.

Betty se trasladó a la zona sur del Tirol del Imperio Austro-Húngaro (ahora parte de Italia), donde tuvo una hija con Anton Peintner. Anton no se casó con ella hasta aproximadamente 3 años después del nacimiento de su hija María en Rasa en 1855. Betty era la hija de Jacob Tauber (1811 d.1845) y Josefina (Peppi / Josefa) Knopfelmacher (1819 d .1886). Jacob Tauber era el hijo de Jonas Tauber y su esposa Rebekah Zerkowitz. La familia Zerkowitz reclamó el estatus de Kohen.

Aaron Tauber pudo haber venido de la comunidad judía del valle de Tauber en Baviera de la cual él recibió su apellido. Posteriormente se trasladó a Moravia. El emblema de la familia Tauber es la paloma conectada con el nombre Jonas o Jonás. El padre de Aaron era Jonas del Tauber que era descendiente de Rabi Jonah Gerondi. Parecería que los antepasados ​​de Tauber tomaron la identidad y los nombres católicos durante la persecución de los judíos bávaros y más tarde volvieron abiertamente al judaísmo en Moravia.
(A esa conclusión ha llegado Aaron ben Gilad, un católico de origen judío y fundador de una obra que promueve la adoración perpetua. Basado en el artículo de The Wanderer y la investigación de Fides et Ratio).
      
     Debido a las luchas internas no esclarecidas que se produjeron durante su mandato, y aludiendo a su edad avanzada y a su precaria salud, renunció a su cargo, ¿cedió a otro más joven el testigo para favorecer la continuidad en la demolición y cambio de la Iglesia? El resultado: que vivimos una época de desolación en la que tenemos dos anti papas: el emérito y el ejecutor, una Sede Vacante en Roma y millones de católicos a los que nadie despierta, inmersos en el engaño y el materialismo; con el verdadero papa consagrado errante, desconocido y escondido.

Antonio J. Bertoglio, el que se llama Francisco I.-

El actual papa Francisco I, primer papa jesuita, masón y rotario reconocido, sería, según las profecías de san Malaquías, el último papa, si bien, el último papa sin mácula de previa y automática excomunión fue Pío XII, que nació y murió en Roma; siguiéndole Gregorio XVII, fallecido en 1989 y un papa desconocido que anda oculto y perseguido, cuyo nombre ignoramos. Las profecías identifican como último papa a Petrus II Romanus. Francisco ni es romano, ni es papa, aunque, con sus antecedentes, volcado como está en Roma con sus líos vaticanos, podría acabar recibiendo ese apelativo, para llenar de contenido una profecía forzada. En cualquier caso, la profecía se referirá al último papa de la iglesia heredada, que ha sido sustituida por la iglesia del Nuevo Orden Mundial que la masonería universal viene promoviendo desde el siglo XVIII. Ese Nuevo Orden necesitaría, como paso previo, la Unión del Culto, para que el gobierno del mundo pudiera ser una realidad y pudieran cumplirse las promesas de YHVH a sus seguidores, unas promesas que no pasaban más allá de la tierra de Canaán, pero que estos menesterosos han ampliado al resto del mundo. No será mañana, pero poco falta: si no se unifica el culto en sentido positivo, lo harán en sentido negativo, cuando triunfe por completo el materialismo en el mundo, el ateísmo y la falta de fe, que todo ayuda a embrutecer al hombre; éste, siempre conserva encendida una llama de inquietud en el corazón, aunque esté falto de educación y principios. Pero en este juego se permiten las trampas, por eso la unificación del culto puede equivaler a la falta total de culto en este mundo trastocado y sin valores. 

Siguiendo la dinastía secreta y paralela de los papas que han podido ir sucediendo a Siri, como Gregorio XVII, Petrus II Romanus sería el último de sus sucesores, al margen de la ristra de destructores que padecemos.

Cada una de las declaraciones de Bertoglio le delata como un populista que no se atreve a dormir en el Vaticano, por si lo embalsaman. Puro teatro, ya sabemos quién es quién en esta obra de suplantaciones y embalsamamientos, con actores judíos, masones, jesuitas, opusdeistas, satanistas, y espías de diferentes países, que disfrazados con alzacuellos, andan detrás del papel que abre la caja de caudales vaticana, desde la que se maneja el corazón de millones de católicos. En cualquier caso, todos sirven a Satanás: unos por delante, y otros por detrás. Bertoglio es la jugada que los jesuitas han opuesto al jaque que dieron en 1958 los masones imponiendo a Roncalli. Los jesuitas han demostrado a las jerarquías que han sido capaces de hacerse con el Papado engañando a los masones y al resto de caras de la pirámide de poder que tiene montada el diablo y sus sacerdotes golen, ayudados por familias de banqueros interesadas en acumular hasta el infinito. Pero también podría decirse lo contrario, que Bertoglio es un masón disfrazado de jesuita. Aunque la estrategia golen sea muy elaborada, es algo más burda, sabiendo como saben que ninguna autoridad los va a perseguir. Yo apuesto por los jesuitas, mucho más finos, acostumbrados como están a pasar desapercibidos para evitar persecuciones. Hay algo que me dice que estoy en lo cierto: los jesuitas nunca consentían que sus miembros ocuparan cargos eclesiásticos, pero de un tiempo a esta parte, los comenzaron a aceptar. El tiempo descubrirá su retorcido juego, jesuita.
     
     Tú, Antonio Jorge Bergoglio, que entrando en la ancianidad has profanado el altar de Roma y pretendes llevar a los católicos por el camino de la herejía con sermones populistas, acabarás siendo castigado. Si eres capaz de aceptar la irracionalidad de compartir el Papado con Benedicto XVI, sirviendo a vuestro señor, será imposible que conduzcas a los católicos hacia la salvación, pues te alejas del único camino que nos enseñó Jesús, al que se supone seguís los jesuitas. Abandona a las organizaciones satánicas de las que formas parte y que te reconocen como a uno de sus Pontífices Máximos, y proclama la Guerra Espiritual contra ellos. Tu ancianidad no te protege del castigo, los demás quedamos expuestos ante la tribulación que nos espera, según proclaman a los cuatro vientos tus amos, los enemigos del género humano, los que nos tienen por animales, los que no dudarán en esclavizarnos de mil maneras o de sacrificarnos para sus fines, sin dar la cara. Pero poco hay que temer de ellos si estamos despiertos. 

          La infiltración de secuaces golen en la Iglesia es manifiesta, tras cientos de años en los que anduvieron huidos, fuera del alcance de una Curia dedicada a cazarlos. Ahora, desde el Papado, sea este anti papa jesuita o masón, como goyim obediente, conducirá a los católicos confiados por caminos errados que nos alejarán de la salvación.

          Pero no desfallezcamos: el tiempo da, el tiempo quita, y aunque la desolación nos embargue, y el Juicio Final no asome por el horizonte, las puertas del infierno no prevalecerán contra la Verdadera Iglesia, la que tiene palabras de salvación para los católicos que creen. Sus ataques y sus engaños no impedirán que nuestro Espíritu conozca la verdad de su cautividad y quede libre. 




[1]             En su libro “Los cuatro del  Jesús. Historia de una herejía“, Giulio Andreotti  cuenta  que Angelo Roncalli, Giulio Belvederi,  tío de la esposa de Andreotti, Alfonso Manaresi y Ernesto Buonaiuti eran cuatro seminaristas, unidos por una gran amistad  y por la  común visión religiosa modernista. Los dos últimos han llevado  sus ideas heréticas hasta el punto de ser censurados y excomulgados (Manaresi y Buonaiuti). Belvederi y Roncalli, sin embargo, fueron salvados por sus protectores; en el caso del último por el entonces obispo de Bergamo Giacomo Radini Tedeschi, de tendencia modernista. Otro compañero de Roncalli en Bérgamo fue Nicola Turchi, que tradujo al italiano al historiador Duchesne, también censurado.

[2]             «Señor y Gran Arquitecto, nos humillamos a tus pies e invocamos tu perdón por nuestro error pasado mientras que estamos en curso de reconocer a nuestros hermanos francmasones como tus fieles de predilección.
Hemos luchado siempre contra el libre pensamiento pues no habíamos comprendido que el primer deber de una religión, como lo ha afirmado el Concilio, es el de reconocer incluso el derecho de no creer en Dios.
Hemos perseguido a todos aquellos que en tu propia Iglesia, sin por ello alejarse del camino de la Verdad, se inscribieron en las Logias, ignorando todas las injurias y amenazas.
Sin reflexionar, habíamos creído que un signo de la cruz era superior a los tres puntos que forman una pirámide.

Por todo ello te pedimos perdón, Señor, y te pedimos nos hagas comprender que un compás sobre un nuevo altar puede significar tanto como nuestros viejos crucifijos. Amén».