lunes, 14 de enero de 2013

Por el bien de la Nación Española



Aunque parece que las aguas han vuelto a su cauce, los españoles seguimos estando ante un problema grave y ante una encrucijada importante; si nos aplicamos con rigor e inteligencia, puede pasar como un simple catarro, pero si no le damos importancia y lo dejamos estar, seguramente acabará la cosa en una grave enfermedad para toda la Nación, que podría deshacerse.

Después de 35 años de cambio político, nos estamos dando cuenta ahora de que nuestros dirigentes nos han sacado del camino democrático y nos han llevado por derroteros viciados que poco tienen que ver con la democracia que nos dimos los españoles en 1978, a fin de garantizarnos la libertad, la igualdad y la justicia.

Desde el principio nos tuvimos que tapar la nariz con la Ley Electoral y su proceso de corrección de resultados, que atendía a la ley D’Hondt; nuestra Ley Electoral excluye, en beneficio del bipartidismo, a los partidos que no alcanzan un porcentaje mínimo de votos (el 5%), garantizando al mismo tiempo, que los partidos que se presentan en una sola región de España, tengan una mayor representación que el resto de partidos. Aunque el legislador de entonces pudo haber obrado de buena fe, eso ha propiciado que los partidos nacionalistas hayan tenido siempre una representación en las instituciones nacionales mayor de la obtenida en las urnas por partidos que se presentaban en toda España; a ello se ha unido una mala práctica de los dos grandes partidos PSOE y PP cuando han gobernado el país, que han encumbrado a los partidos nacionalistas hasta las nubes, comprando su voto con los recursos de todos, dándoles así un protagonismo inmerecido a cambio de apoyo. No fueron pocas las voces que denunciaron la falta de acuerdo entre PSOE y PP, en los grandes asuntos de interés nacional, para neutralizar las expectativas independentistas e insolidarias de los mal llamados partidos nacionalistas (Convergencia y Unión en Cataluña y PNV en Vascongadas).

¡Cuántas veces he podido escuchar que en democracia se puede defender cualquier idea, hasta el separatismo, si se hace por vías democráticas! Es una de las mayores estupideces que puede decir y hacer el ser humano: darle derechos al que quiere echarte de tu casa. En países con sentido común, a los independentistas no los dejan ni presentarse a las elecciones. Nuestro estúpido legislador esperaba lealtad de los partidos nacionalistas vascos y catalanes principalmente, cuando siempre dejaron ver sus aviesas intenciones: el PNV amparando por la vía de los hechos a los asesinos de una banda terrorista, y todos negociando bajo la mesa y sobre la mesa partidas extraordinarias a cambio de un periodo de tregua en sus aspiraciones independentistas.

No podemos decir otra cosa, por mucho que ahora los tildemos de traidores. Dijeran lo que dijeran en sus discursos, siempre fueron claros en sus intenciones y en su trayectoria. Los tontos estamos al otro lado. Hace 35 años, los nacionalistas cabían en un taxi, después de 35 años, por dejarlos gobernar, han comprado voluntades con el dinero de todos y han intoxicado a la juventud de sus territorios, haciéndoles creer que España es un país extranjero que les roba y esclaviza y de la cual deben liberarse cuanto antes.

Ahora, así estamos: ante la disyuntiva de un referéndum por la independencia de Cataluña, con un Jefe del Estado que no dice nada, con un gobierno central que dice que aplicarán la Ley y una oposición que nos habla de federalismo, en lugar de cerrar filas con el gobierno. El uno por el otro, la casa sin barrer, cuando todos deberían estar enseñando los dientes a los nacionalistas, aplicar ya esas leyes, dando confianza a todo el país.

-    Comenzando por hacer cumplir las leyes civiles, penales y de todo orden a los que niegan la educación en español a sus ciudadanos, procesando a los que se han llevado a sus peculios personales lo que está y lo que no está escrito del dinero de todos, obligándoles a devolverlo, etc., etc.
-      Corrigiendo los fallos de la Ley Electoral.
-  Continuando con las modificaciones constitucionales que hagan falta para acabar con los nacionalismos y las Autonomías, y devolver a los ciudadanos la Nación Española.
-     Y suprimiendo aquellas leyes que impiden la separación de poderes, obligando al poder ejecutivo a permanecer en su parcela: que se ha salido, como se dice vulgarmente, de su tiesto, invadiendo el espacio de los demás poderes, etc.

O eso, o el enfrentamiento civil, que tarde o temprano se nos vendrá encima.

¿Estamos en condiciones de asumir semejante reto con los partidos nacionales que tenemos en este momento? Yo estoy convencido de que no, por eso, la sociedad civil está en la obligación de plantearse una reacción, que como el sarampión, brote por toda España y cree nuevos partidos que asuman el poder en las próximas elecciones. Es la única manera de llevar a cabo las reformas que nuestra democracia necesita.

Si el Jefe del Estado, el PSOE y el PP están cómodos en la actual situación, habrá que prescindir de ellos. El Rey no puede seguir viviendo de las rentas del 23 F, que tiene un sucesor bien preparado, que puede asumir las funciones de Jefe del Estado que él pasa por alto, y a los dos partidos mayoritarios, por más que su responsabilidad en la corrupción política nacional actual y en la ruina de España sea diferente (70-30), hay que echarlos del arco parlamentario y que se disuelvan poco a poco, y si es posible, sin pasar por el llamado Grupo Mixto.

¡Sin piedad!, que nos jugamos mucho en el invite.