lunes, 27 de junio de 2016

El coletas no sabe por qué.-


Ayer escuché decir a los perdedores de las elecciones que tenían que analizar las causas de su derrota. No voy a ayudar a todos, pero no me importa decirle al Coletas cuáles han sido sus errores más importantes. Sí, ya sé que es politólogo, pero no me fío mucho de la sabiduría de un demóstenes, que recibió ayudas conocidas de Bankia y desconocidas de la universidad, porque los que en la universidad se dedican a la política estudian poco y sin embargo aprueban (confundir a Newton con Einstein es una evidencia de lo que digo). Tan pronto se declara comunista, como etarra, o social demócrata, y si se trata de religión, se declara seguidor incondicional de este Papa sospechoso de montonero. No es nada de fiar quien así obra.

     Parto de la base de que hay electores de todas clases y de que la masa electoral en todas partes es impredecible en cuanto al voto, pero sea cual sea la motivación que lleva a un español a votar por uno u otro partido, compartirá con otros muchos votantes españoles algunos valores sociales. La sociedad española tiene sus características, y son diferentes a las de sociedades como la francesa, portuguesa, inglesa, alemana o italiana, por citar a los países cercanos de similar cultura. Los españoles tenemos en común el movernos por sentimientos más que por la razón. La cabeza y el bolsillo en principio mueven a una minoría, pues la mayoría tiene su partido, lo mismo que tiene su equipo de fútbol favorito, al que siguen a muerte mientras gana. También somos débiles ante el carisma de un líder, al que no tardamos en reconocer como caudillo cuando surge. No te confundas, tú no eres un líder carismático conductor de pueblos, te quedas en capitán de una banda de hijos de rico, disfrazados de zarrapastrosos, para confundir a los incautos y robarles el país. 

     El comportamiento anterior de los españoles se produce en condiciones normales, cuando todo está tranquilo y lo único que nos jugamos al votar es que nos robe la cartera un sociata, el Bárcenas de turno o algún sucesor del Pujol, que ladrones siempre habrá gobierne quien gobierne. Pero estamos en situación de emergencia nacional e internacional y en estos casos no solemos hacer tonterías: las incertidumbres nos acechan a los españoles y hemos intuido que teníamos que guarecernos de la tormenta y cuidarnos de engaña bobos que te envuelven con lisonjas para quitarte la libertad, que es más importante que la cartera. Véase a un tal Chávez, tu maestro.

   Lamentablemente para ti, la sociedad española está llena de pequeños propietarios, algo que seguramente no te gusta, a pesar de que fue obra del protector de tu familia, el generalísimo Francisco Franco Bahamonde: el que perdonó a tu abuelo y le permitió medrar, vete a saber por qué. Franco fue un hombre singular: era enemigo del comunismo (lo tuyo) y se sentía un patriota español. Tenía claro, que para evitar futuras guerras, la sociedad española debía convertirse en una sociedad estable, pues de otra forma, cualquier visionario podía sembrar cizaña entre los más desfavorecidos hasta enfrentarnos en otra guerra. Las sociedades estables se caracterizan por tener una clase media fuerte, formada por pequeños propietarios, por eso se dedicó a facilitar el acceso a la propiedad a los españoles, a través del trabajo y del ahorro: con una política de nuevas tierras con pueblos de colonización, permitió acceder a la propiedad de la tierra a decenas de miles de agricultores; millones de obreros, con esfuerzo, pudieron ser propietarios de su casa; y gracias a un programa de becas generoso y estricto, la juventud trabajadora entró en las universidades, accediendo a puestos de trabajo bien remunerados, en una sociedad en desarrollo. Todo eso ha propiciado que en España exista una clase media importante, que tiene cultura, es capaz de pensar, y se palpa los bolsillos antes de emprender aventuras, votando a partidos como el tuyo, un partido de señoritos comunistas, hijos de burgueses franquistas, que no han sabido educar a sus hijos en los valores patrios correctos.

    A los pequeños propietarios españoles que hemos sobrevivido a la última crisis no nos engañas: tu defensa de los okupas nos alerta, no nos gusta que unos delincuentes protegidos por políticos como tú y la Colau se apoderen de propiedades ajenas, sin que la justicia haga nada. Y eso es lo que predicas con palabras, gestos y hechos. Quizás te votan nuestros hijos. A los míos ya les he advertido diciéndoles: “No tenéis todavía propiedades. Esforzaros por tenerlas. Mientras tanto, debéis preservar las de vuestros padres, porque son vuestras”. Esos cinco millones que todavía os votan, vengándose de no sé quién, despertarán y os dejarán tirados, porque somos más del 80% los españoles que somos propietarios de algo en este país. Según un viejo criterio, los únicos que deberíamos tener derecho al voto directo, por la simple razón de que tenemos algo que perder, además de la libertad.  

    Tampoco te ha ayudado, tu defensa del referéndum secesionista en Cataluña, ni tus loas al hombre de paz, que es Otegui para tí, en un momento en el que se ha producido el Brexit en el Reino Unido. Pero eso ya lo sabes. Lo que no sabes seguramente es que esta sociedad de pequeños propietarios perdimos el viernes anterior a las elecciones unos 60000 M de € en la bolsa, un buen recordatorio para que no se nos olvidara ir a votar el domingo y que no salieras elegido. Para nosotros eres el nieto que no querríamos tener: malo, repelente y mal trabajador; también traidor, mentiroso y avergonzado: de tu patria, de tu bandera y del himno nacional (cutre pachanga fachosa) Dudo que sepas lo que es un facha. Bueno, para ir acabando, te diré otra cosa que no sabes: te he dicho que a unos pocos nos importa más la libertad que la cartera, pero eso no quiere decir que descuidemos la cartera. Verás: tu odiado capitalismo en España está compuesto por millones de abuelos que guardamos nuestros ahorros en bolsa, que aunque tiene altibajos, suele dar más dividendo que intereses el banco. Las pérdidas o ganancias las tendrán nuestros hijos y nietos cuando nos hereden, que será cuando vendan nuestras acciones, porque nosotros no somos ágiles para vender y nuestros gestores menos aún. En fin.


   Necesitabas poder cuanto antes, porque tu pasado venezolano e Iraní te persigue. No vas a tener ese poder y terminarás pagándolo. Rajoy no te necesita, que el PSOE ya está en descomposición y bastante tiene con sobrevivir (lo mismo acaba volviendo Zapatero); te has tragado a IU y ahora estás solo con sus deudas… solo no, te quedan los independentistas y el Garzón, que debe ser cariñ_osito. No te auguro buenas ganancias con ellos, porque conforman contigo una partida de perdedores. La oportunidad que tenías ha pasado de largo, que los españoles ya te vamos conociendo, y cuando vuelvas a pedirles confianza, no se dejarán engañar. Búscate un trabajo honrado o huye, ahora que estás a tiempo, que terminarás por no poder salir a la calle sin que te insulten. El puente de plata que te lo paguen los moritos iraníes, porque los venezolanos que te apoyan no creo que duren mucho en el poder.

Con viento fresco.

sábado, 25 de junio de 2016

El Referéndum de David Camerón, Boris Johnson y otros idiotas, Reina incluida.


El Brexit ha triunfado en el referéndum de la Gran Bretaña para salir de la UE, con el beneplácito de un 51,9 % de los votantes. Rápidamente, el amigo Cameron que lo promovió, para su provecho o para conseguir mejores condiciones en la UE, ha anunciado su dimisión para después del verano. El muy idiota, sale diciendo que se irá en octubre. No han tardado los burócratas de Bruselas y los ministros de los países fundadores en decirle que de eso nada: que vaya solicitando la salida de la UE, que tienen muchas cosas que hacer aparte de contemplarlo. Out is out, dicen. Si te divorcias te divorcias, no puedes seguir viviendo en el chalet usando la piscina, como si nada. Los gobiernos británicos han sido siempre unos socios quejosos y exigentes; ahora pide el Premier Cameron, con soberbia, el que acaba de dimitir, 3 meses para iniciar unas negociaciones que llevarán muchos años. No parece que vaya a ser escuchado. ¡Qué esperaba! Sería darles alas a otros países de la Unión.

Poco que añadir, pero que vayan pensando:

-        Aunque en el referéndum de Escocia del año pasado ganó la opción de quedarse en el Reino Unido, en el referéndum del 23 de junio los escoceses han dejado claro que Escocia quiere quedarse en la UE.

-        Tampoco los de Irlanda del Norte andan contentos con el resultado. En estos momentos no tienen frontera con la otra Irlanda por formar parte de la UE. Disfrutan de la unidad perdida y no van a aceptar fácilmente una vuelta atrás.

-        Qué decir de los gibraltareños…

-       Qué decir de los propios británicos que quedan con una fractura social territorial y generacional de cuidado.

Cierto que la UE entra en un periodo problemático que tendrá que resolver con más Europa, pero Reino Unido tendrá que apagar muchos fuegos, pues por no querer estar en la UE se pueden quedar sin Escocia, sin Irlanda y sin Gibraltar. No digo nada del millón de ingleses que disfrutan de su jubilación en nuestro país, que andan consternados; tampoco de la juventud inglesa, que pierde muchas oportunidades marchando de la UE, por su propia dejadez (parece que una mayoría de ellos no fueron a votar), a lo que se unió el voto y el egoísmo de sus mayores, unos con la mente puesta en un trasnochado Imperio Inglés que ya no existe, y otros vengándose del abandono en el que está el medio rural, que ha votado contra una Europa que no tiene culpa de que la Administración de Reino Unido los ignore. Para qué hablar de las incertidumbres que surgen para la industria, para las empresas de la City, para el empleo, para el negocio inmobiliario, para la seguridad, para el uso del inglés, adoptado como lengua franca en las instituciones europeas...

Haría bien el Parlamento del Reino Unido en retomar la cordura, no asumiendo los resultados de un referéndum que nunca se debió realizar. Eso sí: al Cameron, por permitir el referéndum, y a los que han arrastrado a los votantes al Brexit, como el Boris Jonhson, tendrían que desterrarlos bien lejos. Y a la Reina, que andaba buscando tres respuestas para quedarse en la UE, al asilo. Elizabet: con las cosas de comer de los demás no se juega, que tú no tienes esos problemas.

  El referéndum como herramienta democrática no puede utilizarse para asuntos complejos que necesitan cabeza, pues la gente se deja arrastrar por políticos irresponsables y mentirosos, que tiran de emociones para conseguir poder. 

Tiempo al tiempo, digo, pero para adivinar estas cosas no hace falta el tarot. 

A los ingleses les puede pasar como al del refrán que dice: “No querías taza, pues toma, taza y media”. Y si ahora se arrepienten, que lo hubieran pensado antes, que no se puede votar a lo loco. Por mucho que sintamos su marcha, si su Parlamento no lo remedia, los demás nada podemos hacer. Que Dios nos ampare a todos, y como va de refranes, termino con los que dicen: "Al que Dios se la dé san Pedro se la bendiga", "no hay mal que por bien no venga", "pagar justos por pecadores", en fin: que sea lo que Dios quiera, porque en lugar de líderes tenemos idiotas.

   


lunes, 13 de junio de 2016

¿Si nuestros antecesores hubieran renunciado a comer carne, sobreviviríamos como especie?



Los humanos somos omnívoros. Vivimos en un cuerpo animal que tiene que alimentarse para seguir adelante. Nuestro cuerpo no puede vivir y conseguir energía sin comer y sin beber; tampoco se puede tener salud comiendo sólo vegetales, además, exige estar todo el día pastando, que es lo que hacen los animales herbívoros. Aun estos, que se supone que no comen más que vegetales, frutos y semillas, ingieren, sin darse cuenta, caracoles, babosas, gusanos y otros insectos que se encuentran en los vegetales, sin los cuales no podrían estar sanos y fuertes.

Lamentablemente, el que ha ideado este mundo ha querido que todo en esta vida pase por ciclos de nacimiento y muerte como método de recambio para su creación. Seres unicelulares o pluricelulares, pequeños o gigantes, nacemos, vivimos y morimos dejando una semilla que continúa el ciclo evolutivo con nuevos ejemplares jóvenes que ocupan el espacio de los viejos, que vamos muriendo. En lo que dura esta vida, necesitamos beber y alimentarnos regularmente comiéndonos los unos a los otros. Hasta los vegetales, que parecen víctimas pacíficas, crecen mejor entre restos de vegetales y animales muertos, aprovechando las sustancias de sus desechos para medrar sanos y fuertes. 

Después de millones de años de evolución, las especies existentes somos verdaderas triunfadoras frente a otras que han desaparecido por no estar adaptadas al medio. En las actuales circunstancias, ningún animal se plantea ir contra su propia naturaleza queriendo cambiar la dieta tradicional que le ha hecho triunfar como especie, simplemente comen. El problema del hombre es su mente compleja, pues, siendo animal, posee el don o el defecto de la racionalidad, cuestionándose y revelándose contra algunas de las cosas que ha heredado: entre ellas, la dieta.  

Es cierto que la alimentación es importante, pero estando asegurada y teniendo salud, centrarse en ella es perder una energía que puede utilizarse en mejores y más elevadas causas. También es cierto, que las personas que rechazan comer carne o pescado y sus derivados, esenciales en la alimentación tradicional de nuestra especie, son una minoría, y que muchos lo hacen por ganar en salud, pero también, porque no les falta la comida. Sea un acto de rebeldía, una excentricidad o un asunto de salud, el rechazo les resulta costoso, ya que los alimentos que toman como sucedáneos resultan ser mucho más caros y es frecuente que vivan con carencias alimenticias, pues sin carne o pescado es difícil estar bien nutrido y tienen que desvelarse mucho (formándose y buscando en tiendas especializadas) para suplir cualquier falta.

Si no queremos comer seres vivos por una u otra causa, ¿dónde poner los límites? Necesitamos alimentarnos de seres vivos o de sustancias que procedan de organismos vivos, pues, aparte de la sal y el agua que tomamos, los demás alimentos son derivados de animales y vegetales (todos ellos seres vivos).

Haré un corto viaje por la evolución del hombre hasta llegar a nuestro tiempo. El resultado de esa evolución es que los humanos tenemos un cuerpo muy resistente a las enfermedades y necesitamos tomar muy poco alimento para obtener la energía diaria que precisamos. Han sido necesarios millones de años para conseguir un cuerpo con semejantes prestaciones.

-       El hombre primitivo, lo mismo que el antecesor del primitivo, eran recolectores, estando obligados a alimentarse mientras había luz y, como cualquier animal, se veían obligados a almacenar grasa en las estaciones más adversas, comiendo toda la fruta y alimentos que encontraban. Vivían muy pocos años y solían ser víctimas de las estaciones, de los elementos, de las enfermedades, del hambre, y de las fieras que los tenían como presa. El éxito como especie le vino de su capacidad de adaptación a la comida: comía caracoles, bayas, frutas, insectos, hierbas, raíces, roedores, animales pequeños y restos de animales grandes que carroñeaba antes de que tuviera capacidad para cazarlos. Una de las especies más preparadas para aprovechar las condiciones más adversas. En tiempos de sequía, podía encontrar restos inaprovechables para los demás animales, pues era capaz de acceder al alimenticio tuétano de los huesos desechados, lo mismo que a la masa encefálica de los cadáveres, machacando los huesos con una piedra. Los chimpancés de nuestro tiempo que viven libres en la naturaleza, ocasionalmente practican en grupo la caza para completar su alimentación vegetal con carne, que contiene las sustancias complejas que necesita su desarrollado cuerpo; también el babuino come de todo.

-       Avanzando en la evolución, la caza y la pesca se fue convirtiendo en el modo habitual de vida de los primitivos, debido al clima y al rigor de las estaciones, provocando la división en el duro trabajo de buscar comida: las mujeres, los ancianos y los niños del clan continuaban con la recolección, mientras los hombres más jóvenes se dedicaban en grupo a cazar y pescar, incluyendo entre los animales a hombres de otros clanes a los que también cazaban para comérselos. Un paso importante para evolucionar fue asociarse con depredadores como lobos, hurones y aves de presa para asegurarse las piezas. La caza y la pesca les proporcionaba alimento en las estaciones más adversas, además de pieles para protegerse del frío en territorios para los que no estaban adaptados. De su asociación con el lobo surgió la raza de los perros, gran ayuda en la caza y en la guerra.

-       El gran avance que se produce en su alimentación acontece cuando, sin abandonar la caza, el primitivo se asocia a los animales herbívoros, dedicándose al cuidado de los mismos, ayudado por los perros. Al principio, el hombre sería un depredador más, en competencia con otras fieras a las que acosaría para quedarse como único depredador. En esa situación, se produjo una asociación beneficiosa: los caballos, las vacas, los asnos, los cerdos, las ovejas y las cabras, encontraron ventaja en la protección que les brindaban los hombres, que salían en su defensa frente a los depredadores: los rebaños prosperaban alejados del estrés de los ataques. El hombre por su parte, se cobraba esa protección sacrificando algunos ejemplares, sangrándolos para beber su sangre sin matarlos, y aprovechando su leche. La seguridad del alimento hace desaparecer el hambre en el clan de los nuevos pastores, que se ve fortalecido frente a las enfermedades. La menor mortalidad hace que el número de miembros del clan crezca, pudiendo proteger a los rebaños de otros clanes de cazadores. El hombre, convertido en ganadero, deambula por la superficie terrestre en busca de pasto para sus animales, liberado de la esclavitud alimenticia de los recolectores, cazadores  pescadores.

-   La domesticación de los cereales mejoró también su alimentación y le permitió almacenar los excedentes de semillas para utilizarlos en las estaciones adversas. El germen de las semillas concentra el alimento y da libertad y tiempo libre al animal que los consume. La agricultura se vio complementada con la cría en semi cautividad de palomas, gallinas, patos, ocas y gansos, etc. para consumir sus huevos y su carne. La cría del conejo también sería importante, pues puede aprovechar su enorme poder prolífico como fuente inagotable de carne y de pieles. Cuando aprendió a dominar el fuego, también puedo dominar a las abejas y aprovecharse de la miel y de sus cualidades, sin sufrir sus picotazos. Los pastores, periódicamente se convertirán en sedentarios, dedicados al cultivo de la tierra para completar su alimentación. Una auténtica revolución y adelanto frente a los grupos de recolectores, cazadores y pescadores, que verían pasar a unos rebaños de animales gordos, vigilados por pastores numerosos, que no sólo les impedían la caza, los cazaban. Poco a poco, la ganadería alejaría a los hombres del canibalismo. 

-        Los pastores por su parte, dedicados a buscar mejores pastos; periódicamente se convertirán en sedentarios, cultivando la tierra para completar su alimentación y la de sus animales. 

Los humanos consumimos seres vivos o alimentos que proceden de seres vivos, siendo los vegetales también seres vivos. ¿Por qué tiene que haber límites? Y si ha de haberlos, ¿dónde ponerlos? Pensar que actuamos por el bienestar de un animal negándonos a comerlo es pensar en pequeño, pues atentaremos contra su especie. Si rechazamos los avances humanos, entre los que está la ganadería, acabaremos en pocos años con razas de animales exitosas, que se asociaron con el hombre en la edad primitiva para sobrevivir. Los hombres, por encima de la explotación de animales que practicamos, seguimos protegiendo esas especies. Si el hombre rechaza comer la carne de sus animales o deja de utilizar especies como fuerza en el trabajo o en los tradicionales fiestas y festejos, en cuatro días acabará con millones de años de evolución. Animales de carga como el burro o el mulo, que en los años 60 del siglo pasado eran numerosos, hoy están en extinción y no hay derecho a que lo estén: esos animales nos han ayudado durante miles de años a llegar a dónde estamos.

¿Queremos volver al pasado y vivir de la recolección de alimentos, o aceptamos los avances de la evolución comiendo variado en función de las estaciones, para poder dedicarnos a otras cosas más espirituales? 

En la sociedad de nuestro tiempo, el hombre puede completar la alimentación vegetal con sustancias que no proceden de un animal, pero nunca hasta hoy ha sido, ni siempre será así, que la humanidad también da pasos atrás. Lo que está claro es que los humanos hemos evolucionado, llegando hasta nuestro tiempo comiendo de todo, y que comer carne y pescado de vez en cuando es sano.

¿Estaríamos aquí como especie si nuestros antecesores no hubieran comido carne y no hubiera sido una especie oportunista? De lo que estoy seguro es que de existir no seriamos la especie dominante, seríamos monos pelados menos evolucionados que los chimpancés. Un animal irracional más, pues el demiurgo de este mundo hubiera llenado de Espíritu la cabeza de otros seres de su creación más fuertes. 

Pensemos, que en estos tiempos, con una humanidad que se amenaza a así misma con armas de extinción masiva, la especie animal mejor posicionada para sobrevivir y tener éxito en su evolución, ya no es el hombre, es la rata. Una especie que juega a destruirse no sobrevivirá; y si la amenaza bélica no se cumple y crecen los inapetentes en ella, se destruirá por poner límites a su alimentación, como los pandas, que por las adaptaciones digestivas que han sufrido no son capaces de comer otra cosa que bambú.


Alguien dirá: “¿cómo compara un peligro tan enorme e inminente con otro que afecta a tan poca gente? Por que las cosas pequeñas tienen gran importancia en la evolución, sobre todo, cuando van a más, y este fenómeno va a más, como otros muchos que afectan al hombre de nuestro tiempo: la especie humana retrocede en los países llamados civilizados, sobre todo en los medios urbanos, alejándose de la naturaleza e infringiendo sus duras leyes. Eso al final se paga, porque nos hace débiles. Nuestra debilidad como especie se manifiesta en hechos muy simples: ¿cuántos de nosotros somos capaces de matar el pollo o el conejo que hemos criado y apañarlo debidamente hasta consumirlo? Cada vez menos. Por una razón: no sentimos hambre.