Creo que soy
del Plan de Estudios del 66. Entonces, los pobres que teníamos padres con
inquietudes, estudiábamos con beca, los demás pobres, a los catorce años dejaban la
escuela y se ponían a trabajar. Los becarios siempre estábamos con la
espada de Damocles amenazante: “Si no
aprovechas –hablaba mi padre- a
trabajar, que no hay dinero para darte estudios“. Uno no era ninguna
lumbrera: sólo un estudiante cargado de hormonas. Pero algo me decía que era
mejor estudiar que trabajar: sólo tenía que ver a los amigos que estaban de aprendices
en talleres mecánicos, de pescateros o en mil oficios, la grasa y el olor desagradable que traían del trabajo. Con catorce años, trabajaban
haciendo recados, barriendo y teniendo que aguantar pesadas bromas a cuenta de
que les enseñaran el oficio a fuerza de años hasta llegar a oficial. Dineros pocos, que el que ganaban lo entregaban en casa, que hacía falta. La beca
era mi salvación. Los curas ayudaban algo a final de curso para que la media se
ajustara al siete, que era la nota que tenías que sacar para conservar la beca,
pero sólo lo hacían cuando te faltaba alguna décima: si abusabas de tu suerte con las notas estabas perdido y
acababas de aprendiz. No recuerdo bien, pero creo que teníamos que aprobar todo
en junio. En el Instituto, que sólo había uno, no tenían esos detalles, que
allí las notas se las ganaban a pulso. El Instituto Goya tenía prestigio y por él tuvimos que pasar todos los estudiantes de Zaragoza para sacar la reválida
de 4º y de 6º. Entonces no te regalaban nada y estoy seguro de que era por
nuestro bien. La prueba de madurez, previa a la entrada en la Universidad, también era complicada de pasar, y el primero de carrera. Una carrera de obstáculos que había que pasar con mucho esfuerzo.
Hoy es
diferente: con una media de cinco ya tienes la beca, y estoy seguro de que incluso
con algún suspenso te la dan. ¿Qué es eso más que una escuela de vagos? A los políticos
por su parte no los entiendo: un ministro de nuestra edad, que intenta enderezar
a nuestros estudiantes pidiéndoles una media de 6,5 para tener beca, y una
oposición luchando por la no exigencia, desacreditando al ministro si no deja
el 5 en su sitio. Pero, ¿qué buscan?
Para mí está
claro: quieren generaciones de vagos y patanes, para poder abusar de su
posición como políticos y que nadie les exija responsabilidades. Pero se están
equivocando: las gentes con estudios y criterio, cuando te repudian como político, te puede
negar el voto, los patanes te pueden cortar el cuello. Veremos qué ocurre si al
ministro Wert le consiguen doblar el brazo y cede. Perderán los estudiantes
¡Eso es seguro! Y España, a la que quieren débil e ignorante.
¡Ánimo WERT!, ellos
también son unos vagos: si resistes ganas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario