miércoles, 26 de junio de 2013

Los estudiantes con beca que ni estudian ni trabajan, los nuestros.-


Creo que soy del Plan de Estudios del 66. Entonces, los pobres que teníamos padres con inquietudes, estudiábamos con beca, los demás pobres, a los catorce años dejaban la escuela y se ponían a trabajar. Los becarios siempre estábamos con la espada de Damocles amenazante: “Si no aprovechas –hablaba mi padre- a trabajar, que no hay dinero para darte estudios“. Uno no era ninguna lumbrera: sólo un estudiante cargado de hormonas. Pero algo me decía que era mejor estudiar que trabajar: sólo tenía que ver a los amigos que estaban de aprendices en talleres mecánicos, de pescateros o en mil oficios, la grasa y el olor desagradable que traían del trabajo. Con catorce años, trabajaban haciendo recados, barriendo y teniendo que aguantar pesadas bromas a cuenta de que les enseñaran el oficio a fuerza de años hasta llegar a oficial. Dineros pocos, que el que ganaban lo entregaban en casa, que hacía falta. La beca era mi salvación. Los curas ayudaban algo a final de curso para que la media se ajustara al siete, que era la nota que tenías que sacar para conservar la beca, pero sólo lo hacían cuando te faltaba alguna décima: si abusabas de tu suerte con las notas estabas perdido y acababas de aprendiz. No recuerdo bien, pero creo que teníamos que aprobar todo en junio. En el Instituto, que sólo había uno, no tenían esos detalles, que allí las notas se las ganaban a pulso. El Instituto Goya tenía prestigio y por él tuvimos que pasar todos los estudiantes de Zaragoza para sacar la reválida de 4º y de 6º. Entonces no te regalaban nada y estoy seguro de que era por nuestro bien. La prueba de madurez, previa a la entrada en la Universidad, también era complicada de pasar, y el primero de carrera. Una carrera de obstáculos que había que pasar con mucho esfuerzo.   

Hoy es diferente: con una media de cinco ya tienes la beca, y estoy seguro de que incluso con algún suspenso te la dan. ¿Qué es eso más que una escuela de vagos? A los políticos por su parte no los entiendo: un ministro de nuestra edad, que intenta enderezar a nuestros estudiantes pidiéndoles una media de 6,5 para tener beca, y una oposición luchando por la no exigencia, desacreditando al ministro si no deja el 5 en su sitio. Pero, ¿qué buscan?

Para mí está claro: quieren generaciones de vagos y patanes, para poder abusar de su posición como políticos y que nadie les exija responsabilidades. Pero se están equivocando: las gentes con estudios y criterio, cuando te repudian como político, te puede negar el voto, los patanes te pueden cortar el cuello. Veremos qué ocurre si al ministro Wert le consiguen doblar el brazo y cede. Perderán los estudiantes ¡Eso es seguro! Y España, a la que quieren débil e ignorante.

¡Ánimo WERT!, ellos también son unos vagos: si resistes ganas.


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