Es así y lo de
Pedro J. se veía venir: los delitos que afectan a la Infanta Cristina, precedidos
de los escándalos de su padre con la bella Corina; los escándalos de la
contabilidad del partido en el Gobierno (el PP), por el enriquecimiento de su
tesorero Bárcenas y los sobresueldos de sus líderes, junto con el incumplimiento flagrante de su programa
electoral; la corrupta Oposición, con los escándalos del PSOE de Andalucía
a causa de los EREs fraudulentos; las oscuras cuentas sindicales de UGT y de
CC.OO., que en el día a día, lo mismo que IU, se comportan como apéndices de esa oposición, para ganar en la calle lo que pierden en las urnas y condicionar al Gobierno; los tejemanejes de los independentistas catalanes -familia Pujol incluída-, llevándoselo crudo a paraísos fiscales; la victoria consentida por los gobiernos de Zapatero y Rajoy de los etarras, con la suelta de presos, que ha salpicado a todo el poder judicial, etc. Este periódico no dejaba títere con cabeza. No tenía amigos, ni respetaba vacas sagradas, fuera de los lectores, como debe ser.
Todo ese totum
revolutum parece haber ocasionado la salida de Pedro J. del diario El Mundo. Y no es que
se haya ido, lo han echado, porque comenzaba a hacer daño con sus denuncias a esas
instituciones corruptas que padecemos: La Corona, el Poder Ejecutivo, el Poder
Legislativo y el Poder Judicial. Que por otra parte no son tres poderes, son
dos, pues se los reparten entre el Gobierno y la Oposición, oposición que
incluye a los nacionalistas, que quieren acabar con la unidad de
España. No son ajenos a la ruptura de la unidad de España los dos
grandes partidos: el PP y el PSOE, pues se han manifestado siempre con mucha debilidad
contra esos nacionalistas, y cuando José Mª Aznar plantó cara a ETA y como
consecuencia fortaleció la unidad de España, se produjo el atentado del 11M que
hizo que las aguas volvieran a su cauce, el cauce de la traición a los
españoles.
Pedro J. no
representa a la virtud, pero como periodista ha sido valiente con los
poderosos, y no se ha dejado manipular. Aún así, no creo que lo hayan echado por los reportajes del pasado, lo han echado para que no sirva de voz a los partidos o escisiones como VOX en las próximas elecciones, que pueden hacerle mucho daño al partido en el Gobierno, y también a los independentistas y a los partidos de la Oposición. Pedro J. se ha mantenido independiente el tiempo
que ha podido, y lo hubiera seguido siendo de no haberlo cesado, pero sólo es verdaderamente independiente aquél que es
dueño de su empresa o de su casa, y Pedro J. ya no era el dueño del periódico que fundó desde hace mucho tiempo. Es
lo que tiene buscar financiación o contraer deudas. Lo milagroso es que haya podido largar lo que ha largado durante tanto tiempo.
Dicen que han echado a Pedro J. por las pérdidas que soporta el Grupo Editorial. Él no era el responsable de la administración de la sociedad, que sólo se preocupaba de los contenidos; el responsable de las pérdidas es un tal Antonio Fernández Galiano. En el fondo, da igual el disfraz que le pongan: es cierto que los contenidos que Pedro J. ponía en su periódico espantaban a la publicidad institucional del Gobierno, y eso es mucho dinero para que un Consejo de Administración de una empresa informativa mantenga su línea editorial con sus lectores, y más en tiempo de crisis. Es la zanahoria que el gobierno de turno les pone a los medios (burro) para que caminen en la dirección que interesa, y que los medios de comunicación tapen sus fechorías o no sean muy críticos con su política. Pero hay algo más; siempre hay algo más: podría haber otro ERE en puertas para los trabajadores de Unidad Editorial, un ERE con el que Pedro J. no estaba de acuerdo, en la certidumbre de que ya han recortado empleos y el precio que pagan a los periodistas colaboradores por sus artículos es de miseria. Si recorta más, la calidad de la información se va por el retrete y los colaboradores se evaporan: ¿Quién va a molestarse en investigar para escribir un artículo, o viajar para cubrir una noticia, por 30 o 40 €?
Aquí está su discurso de despedida:
Dicen que han echado a Pedro J. por las pérdidas que soporta el Grupo Editorial. Él no era el responsable de la administración de la sociedad, que sólo se preocupaba de los contenidos; el responsable de las pérdidas es un tal Antonio Fernández Galiano. En el fondo, da igual el disfraz que le pongan: es cierto que los contenidos que Pedro J. ponía en su periódico espantaban a la publicidad institucional del Gobierno, y eso es mucho dinero para que un Consejo de Administración de una empresa informativa mantenga su línea editorial con sus lectores, y más en tiempo de crisis. Es la zanahoria que el gobierno de turno les pone a los medios (burro) para que caminen en la dirección que interesa, y que los medios de comunicación tapen sus fechorías o no sean muy críticos con su política. Pero hay algo más; siempre hay algo más: podría haber otro ERE en puertas para los trabajadores de Unidad Editorial, un ERE con el que Pedro J. no estaba de acuerdo, en la certidumbre de que ya han recortado empleos y el precio que pagan a los periodistas colaboradores por sus artículos es de miseria. Si recorta más, la calidad de la información se va por el retrete y los colaboradores se evaporan: ¿Quién va a molestarse en investigar para escribir un artículo, o viajar para cubrir una noticia, por 30 o 40 €?
Aquí está su discurso de despedida:
En España, los
contrarios, siempre se unen para hacernos daño a los españoles. Son nuestros enemigos y los tenemos subidos a la chepa: grupos de poder que conforman una oligarquía que nos parasita, y que, para seguir parasitándonos, están dispuestos a todo. ¿Que quiénes son? Son los que se creen dueños del ganado y nos mandan a la jauría descrita en el primer párrafo para que nos apaciente; son los que, cuando llegan sus causas a los tribunales, no son admitidas a trámite por jueces estrella, no vaya a ser que se "estigmaticen", por eso acaban prescritas o, en el peor de los casos, con ellos no se cumplen las sentencias y acaban indultados. Están por encima de la Ley, que no fuera de ella, que usan la Ley para protegerse de nosotros, los de abajo: la chusma o la plebe, que es como nos definen. Deberíamos hacer algo con ellos como hizo la plebe en Roma con sus patricios. Claro, que en estos tiempos, estos parásitos dominantes se irían de vacaciones a sus casas de lujo u hoteles paradisíacos y no lo notarían. Por eso, conviene destaparlos y avergonzarlos, tildándolos de parásitos, traidores a España y malas personas.
Al final, es esta gentuza la que encumbra a los Pedro J. de turno, cuando le resultan útiles, y la que los decapita cuando pasan a ser molestos. En este caso, "presuntamente" alguien habrá hablado con los dueños de Unidad Editorial y les habrá ofrecido alguna forma de coima, llamada publicidad institucional, por el cese, que los italianos andaban como locos por enjugar pérdidas. El tiempo dará o no la razón a la Vice, que dice no haber tenido nada que ver en el cese, pero el tiempo siempre pone a cada cual donde se merece, lo único, que en muchas ocasiones, el tiempo llega tarde: ahora nos hemos enterado de que fue el general Serrano el que mandó matar a Prim ¿Le quitarán la calle? Así debería ser o, aún mejor, añadir en la placa: Calle del general Serrano, el asesino del general Prim.
Veremos quién tiene razón, que, reitero, el tiempo da y el tiempo quita razones. Por eso, los lectores del Mundo tenemos que estar atentos, y si la línea editorial del Mundo se debilita, a la vez que aparecen anuncios institucionales, a buscar a otros valientes que nos informen sobre los tejemanejes del poder y nos defiendan de la gentuza.
He vuelto.
Al final, es esta gentuza la que encumbra a los Pedro J. de turno, cuando le resultan útiles, y la que los decapita cuando pasan a ser molestos. En este caso, "presuntamente" alguien habrá hablado con los dueños de Unidad Editorial y les habrá ofrecido alguna forma de coima, llamada publicidad institucional, por el cese, que los italianos andaban como locos por enjugar pérdidas. El tiempo dará o no la razón a la Vice, que dice no haber tenido nada que ver en el cese, pero el tiempo siempre pone a cada cual donde se merece, lo único, que en muchas ocasiones, el tiempo llega tarde: ahora nos hemos enterado de que fue el general Serrano el que mandó matar a Prim ¿Le quitarán la calle? Así debería ser o, aún mejor, añadir en la placa: Calle del general Serrano, el asesino del general Prim.
Veremos quién tiene razón, que, reitero, el tiempo da y el tiempo quita razones. Por eso, los lectores del Mundo tenemos que estar atentos, y si la línea editorial del Mundo se debilita, a la vez que aparecen anuncios institucionales, a buscar a otros valientes que nos informen sobre los tejemanejes del poder y nos defiendan de la gentuza.
He vuelto.
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