Suarez todavía
está vivo, pero le dan poco tiempo de vida. No voy a poner por las nubes ni a
tirar por tierra a este hombre, que es lo que se hace con alguien cuando muere.
Si tuviera que hacerlo, me limitaría a glosar su figura bajo un punto de vista
forzado por la situación en la que nos encontramos hoy: una Cataluña al borde
de la separación de España y unas Autonomías en las que se deja morir a una
niña por no ser vasca. Suarez fue el que nos llevó por ese camino autonómico,
aunque no fue el único responsable, que después de él han gobernado otros, y
durante muchos años, y no se les ve con ganas de sacarnos de este enredo. Nadie conoce el futuro, pero era de esperar que dar autonomía a las regiones de España podía acabar mal, en reinos de taifas.
Suarez es y ha
sido un hombre bueno. Ser bueno y dedicarse a la política están reñidos, que en
política tienes que tratar con hombres que son auténticas ratas (por poner un
apelativo lo suficientemente asqueroso para ese tipo de hombres). Tratar con un
genocida como Carrillo no debió ser fácil para Suarez, de ahí a afirmar que se hizo
amigo suyo, quizás sea demasiado afirmar ¡Qué decir de Arzallus!, el de las nueces, un
tipejo, al que el diablo lleve pronto y reencarne en negro o
marroquí, para que se le quite la obsesión por la sangre y deje de despreciar a
los demás. Es curioso, que un ser gordo, bajito y mal encarado pueda ser racista ¡Qué decir de otro pinta apellidado Pujol! Jefe de una familia de
apandadores y avariciosos, disfrazados de patriotas catalanes, al que se le fueron cayendo los
párpados según se le iban llenando los bolsillos ¡Qué decir de Felipe González, el jefe de la oposición de Suarez! El que nos trujo (y digo a idea lo de trujo) un socialismo
pervertido y asqueroso de robos y sangre. Ahí está mi desprecio ¡Qué decir del Rey!
… que al final ha resultado que va a lo suyo más que a lo nuestro, menudo chasco. La propia UCD, el partido que hicieron para Suarez, estaba lleno de gentuza: allí estaban acompañándolo su peores enemigos. Se me viene a la cabeza el nombre de un personaje despreciable llamado Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, que no aportó más que cizaña al partido y lleva varios años dando bandazos, terminando del lado de los nacionalistas, que le han dado premios y galardones.
Pobre Suarez,
cayó en medio de esa chusma y no se le ocurrió mandar detenerlos y negarles el pan y
la sal. Seguramente, pasará a la historia como el hombre más honrado que habitó en
la Moncloa, pero también, el que se dejó convencer para partir España en 17 pedazos y 2 pedacitos (Ceuta y Melilla). Un mal camino, el de las
Autonomías, por el que nos metió, y del que nadie nos quiere sacar, pues los políticos se sienten cómodos gobernando en ellas.
Lástima que no tuviera la mala leche necesaria para que lo respetaran propios y ajenos.
Yo le voté sin quererlo, que de eso se quejaba. Votarme más y quererme menos, repetía. La enfermedad le ha impedido ver caer a nuestra querida España por el agujero del W.C.
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