miércoles, 14 de junio de 2017

Ignacio Echevarría: el héroe del patinete.


              
Ignacio venía de hacer deporte con unos amigos; vio que unos energúmenos estaban agrediendo a una mujer; se bajó de la bici; cogió el monopatín y se lanzó a defenderla. Uno de los energúmenos apuñaló por la espalda a Ignacio, y lo mató.

Aunque Ignacio fue asesinado, su decisión ayudó a muchos viandantes a huir y escapar de la muerte.

Ignacio nos ha hecho recuperar la fe en el ser humano, porque fue el acto de generosidad de un hombre, que en lugar de pensar en sí mismo y a pesar del riesgo, se lanzó a defender a una mujer armado de un monopatín, seguramente sin saber, que esos energúmenos estaban armados y buscaban acuchillar a cuantos más ingleses mejor. Ahora se ha corrido que no salió a defender a una mujer, que se lanzó a defender a un policía inglés. No entiendo esos ocultamientos, como tampoco entiendo que no se diga por la tele que Ignacio formaba parte de una familia católica ejemplar, cuyos valores trascienden en todas las entrevistas que les hacen. Y ahora que esos valores son rechazados por nuestra sociedad, es para preguntarse, si esta sociedad está en su sano juicio abandonando los valores cristianos que a lo largo de la historia la han hecho grande.

Dicen, que los que no tienen miedo son unos inconscientes, y que los inconscientes son peligrosos, porque no ven el peligro. No es el caso de Ignacio, que sabía que corría peligro, pero su generosidad le llevó a defender a otra persona que estaba siendo atacada por unos indignos. Ignacio no lo pensó (no había tiempo para pensar), y no esperó (no había tiempo para esperar). Valiente es aquél que actúa superando el miedo, pero tampoco había tiempo para tener miedo. Ignacio tuvo claro que no podía pasar de largo: Ignacio rebosaba generosidad y se comportó como lo que era: un héroe.

En un país que lo ha sido todo en el mundo, y que ha sido capaz de hacer enormes gestas con más voluntad que medios (cuatro frailes abnegados con unos pocos soldados harapientos, y una carga inmensa de valores), los españoles nos sentíamos abandonados de los dioses, convencidos de que nuestros enemigos habían convertido nuestro país en un corral de gallinas. Ignacio: es de celebrar que este gallinero comience a dar gallos como tú.

Nuestros gobernantes llevan cuarenta años poniendo delante de nosotros un espejo que deforma nuestra sociedad. La persistencia es la de la gota de agua, que poco a poco horada hasta las piedras. Comenzaron disfrazando de libertades democráticas lo que eran simples ataques a la familia, a través de los medios de comunicación, para acabar con nuestros valores. Desde el principio, ocultaron nuestra historia mientras permitían que gobiernitos vascos y catalanes se inventaran la suya denigrando la historia general de España; cuarenta años haciendo sentir facha a quien honraba, mostraba y defendía la bandera roja y gualda común; silbando a nuestro himno al que le niegan una letra; suprimiendo el ejército de reemplazo; permitiendo que denigraran nuestras costumbres, nuestro pensamiento católico, nuestras tradiciones. Últimamente han llenado nuestro país de gentes resabiadas enemigas de nuestra religión. Un esfuerzo inmenso sólo explicable si esos gobiernos siguen las consignas de nuestros enemigos, que buscan trocear nuestra unidad y convertir una sociedad blanca, católica y española (homogénea) en una sociedad plural (de variados colores, con diversas religiones, y gentes de origen diferente). Puede parecer que una sociedad plural es más democrática que una sociedad homogénea, pero no tiene nada que ver con la democracia, tiene que ver con la fortaleza o la debilidad de una sociedad, porque en una sociedad plural pueden colarse nuestros enemigos y vivir entre nosotros sin parecer distintos. Si a nuestra sociedad católica la hacen plural será una sociedad débil y difícilmente podrá rechazar a los enemigos de los católicos, porque ellos son listos y podrán camuflarse mientras nos hacen daño; además, se han hecho los amos del mundo. El caso es que nuestros gobernantes han permitido que inocularan en nuestra sociedad virus desintegradores. Hay demasiados traidores entre nosotros colaborando con el enemigo, sobre todo entre la izquierda, entre los progres, entre los nacionalistas. La mayoría llenando las logias de forma irresponsable, buscando en su egoísmo las bendiciones de un arquitecto llamado Satanás. La desintegración de España y de su Imperio lleva más de 200 años en marcha, ahora nuestros enemigos la han extendido al resto de Occidente, con ataques islamistas, y la colaboración de muchos gobiernos europeos, que aplauden la invasión musulmana de Europa, irresponsablemente. Fruto de esa política que busca sociedades plurales imposibles se ha producido el atentado en el que ha muerto Ignacio Echevarría. Para siempre "Nuestro Ignacio".

Ignacio: Arturo Pérez Reverte te llama héroe y desea que te reciban entre sus brazos los héroes de nuestra historia, la de verdad. Pérez Reverte cita sólo a unos pocos, pero desde los viejos celtíberos, si todos los héroes patrios te acogen entre ellos no estarás nunca solo. Entre todos buscadnos nuevos héroes para esta patria desnortada, y que los nuevos héroes llenen de patriotismo a la tropa española: esa que no lleva uniforme pero que se lanza a la calle cuando la atacan a matar y a morir, y entre todos, los vivos y los muertos, salvemos a España de los peligros que la acechan, la mayoría creados por españoles ingratos y traidores. Salvemos a España, y salvemos a Europa siguiendo el ejemplo de Ignacio.


Ignacio: rezamos por ti; reza tú también por nosotros, que nos va a hacer falta.

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