martes, 22 de noviembre de 2022

El agua no es un bien escaso: el 70,8% de la superficie de la Tierra sigue siendo agua.-



Cuando escucho que no hay que malgastar el agua porque es un bien escaso, no sé que decir. Lo acepto, pero me parece que es un contrasentido. Nos engañan cuando nos dicen que el agua es cada vez más escasa. No niego que sea cierto en algunos lugares, pero el planeta tiene hoy la misma cantidad de agua que en anteriores generaciones. Puede entrar y salir agua del planeta, pero no suele ocurrir, tampoco hay un desagüe que se la lleve a las profundidades de la Tierra, y si lo hay, de alguna manera la devuelve. Lo que no llueve aquí, cae allá, porque el mecanismo de evaporación-condensación sigue funcionando. Otra cosa es que se acumule más o menos en forma de hielo por la acción o falta del calor del Sol, en cuyo caso, disminuirá o crecerá el nivel de los océanos en función del hielo de los polos. ¿Es malo que el nivel de los océanos crezca por la fusión del hielo? No creo que sea malo: tenemos más agua suelta en los océanos para hacer el ciclo, y menos superficie de tierra seca en los continentes. Nos ha tocado vivir en estas condiciones, como les ha tocado a nuestros antepasados lejanos vivir en épocas de hielo, y les tocará pasar frío a los futuros habitantes de la Tierra cuando cambie el ciclo actual. Que no nos metan miedo con el calentamiento global, que es mejor vivir en épocas de calor con poco hielo y ascendiendo las aguas, que lo contrario, pues con el calor se puede cultivar, y con el frío y el hielo no, ya que desaparecen las estaciones y las plantas, y se reduce el espacio habitable en el planeta.

¿Qué ha cambiado en los últimos años respecto al agua y su uso? Nací en los años 50 en un pueblo donde no había agua en las casas, había varias fuentes en el pueblo de las que se surtían los vecinos. Las fuentes del pueblo también estaban dotadas de abrevaderos para dar de beber a las caballerías, que entonces abundaban. Ahora, las casas ya tienen agua corriente, pero el agua no corre como en las fuentes, se queda dentro del grifo hasta que la necesitan. Todo un lujo. El agua de aquellas fuentes no salía de un grifo que se pudiera abrir o cerrar, salía sin descanso de uno o varios caños o chorros, y lo hacía día y noche, día tras día, año tras año, en invierno y en verano. Con el agua se llenaban los cántaros, que eran transportados a las casas para llenar tinajas, botijos, baldes y pozales; el agua continuaba su camino hacia el abrevadero, cuyo sobradero de hierro agujereado, hacía de colador, para evitar que las hojas y papeles taponasen la tubería que la conducía a la acequia y a la balsa; en la balsa reposaba y salía decantada hacia las huertas. Cuando sobraba el agua, era devuelta al río o al barranco. Pocas gotas se perdían, a pesar de que los chorros eran grifos abiertos.

Lo que ha cambiado es que ahora, además de llegar el agua a las casas por cañerías, tienen desagües que antes no tenían. En mi pueblo, en mi infancia, el agua que se utilizaba para el aseo o para fregar no iba a ningún desagüe, y como tampoco había retretes en la mayoría de las casas, las aguas utilizadas en la limpieza se tiraban a la calle y se evaporaba; respecto a los excrementos, del orinal al corral, y del corral a la hoya, donde fermentaba con la paja de las camas y excrementos de los animales. El fiemo generado se utilizaba como fertilizante de los campos. Tampoco el lavado de la ropa en los lavaderos comunales contaminaba el agua, pues utilizaban jabones fabricados por ellos mismos con grasa y sosa, y la lejía, con agua y cenizas. Hacían jabones biodegradables, sin saberlo. ¿Eran más ecológicos antes o lo somos ahora? Sin duda, nuestros antepasados podrían enseñarnos a cuidar el medio ambiente, pues tomaban el agua que necesitaban de los ríos y fuentes, y la devolvían limpia y aprovechable. “Agua que nos has de beber, déjala correr” decíamos.

Las aguas de lluvia por su parte no iban a ningún desagüe, bajaban de los tejados por las canaleras y corrían por las calles para limpiarlas. Generalmente acababan en las acequias o en los ríos o barrancos. Ahora, se recogen en las mismas alcantarillas que conducen las aguas de desecho. Un grave problema cuando las ciudades crecen, pues ese crecimiento supone impermeabilizar grandes superficies de suelo, y las aguas de lluvia, que antes se filtraban en la tierra, hacen pequeñas las alcantarillas, revocando. Cuando una alcantarilla no tiene capacidad suficiente para absorber las aguas de lluvia, las alcantarillas se convierten en un grave problema, y además muy caro de resolver. Es un avance que salga el agua por el grifo en todas las casas, pues no olvidemos que un litro de agua pesa un kilo, y que han aumentado los litros de agua que necesitamos en las casas. Que venga el agua por una cañería nos evita un gran esfuerzo, aunque no seamos conscientes de ese avance social. Resuelto el problema de abastecimiento, se trata de corregir los problemas que creamos con las aguas sucias que soltamos por los desagües y buscar el equilibrio perdido. Sería todo más fácil si la población no estuviera concentrada en ciudades, pues multiplica los problemas de abastecimiento y tratamiento de desechos.

¿Por qué nos dicen que hacemos mal dejando el grifo abierto, cuando el agua ha de correr, evaporarse y filtrarse, para volver a brotar o caer en otro lugar, en forma de lluvia o nieve? Sé, que el agua que sale por el grifo de mi casa la pago, y que no me beneficio si dejo el grifo abierto, pero dejar el grifo abierto sólo es un problema cuando se mezcla en los desagües el agua limpia con los desechos y con el agua sucia. Lamentablemente, la Administración tampoco puede volver a la política de caños porque no habría agua suficiente para tantos, ni solución a los desechos. Sale agua por todos los grifos, gracias a los depósitos, y a que no todos abrimos el grifo a la vez. Es una mezcla de capacidad de la red con la estadística. Es probable, que aunque hubiera agua suficiente para tener chorros en lugar de grifos, sería más difícil garantizar la salubridad del agua. En cuanto a las aguas sucias, la solución de depuradoras generales es más barata que diversificar desagües, salvo que se parta de cero: aguas fecales por un lado, aguas sucias de grasa y de jabón por otro, y aguas pluviales por otro en nuevas ciudades; como solución intermedia, depuradoras de casa, de calle, de barrio, de pueblo… , ya que no es factible volver a los corrales. La naturaleza nos enseña a limpiar las aguas con el proceso de evaporación, que sólo necesita embalses y tiempo, pero son muchos los químicos que porta el agua y son imprescindibles las depuradoras. En el futuro, los hogares y las industrias deberán echar a los desagües las aguas limpias; los gobiernos también tendrán que imponer a los urbanistas ciudades más pequeñas cuya impermeabilización no sea un problema; y como exigencia obligada, tomar las aguas río abajo para devolverlas limpias río arriba.

Lo que recuerdo con nostalgia es que en mi infancia y juventud, a pesar de vivir en un territorio de clima mediterráneo, las lluvias eran habituales y duraban varios días en primavera y otoño, mientras que ahora son ocasionales y escasas, y cuando llueve, no sabe llover. Que había sequías sobre todo en verano, también, pero cuando llovía, llovía. Hoy día sin embargo, llueve lo justo, y la explicación no es natural. Sabemos que hay un Estado Profundo que gobierna el mundo desde la sombra, y que gracias a las investigaciones sobre el control del clima, ha convertido el agua en arma y negocio, y que llueve o no a su gusto, porque cuando les conviene, deshacen los frentes con los químicos que echan sus aviones para provocar sequías, y provocan diluvios estratégicos con inundaciones tremendas. Su ansia de control aveces lleva a la catástrofe, pues cuando la atmósfera se desequilibra es incontrolable y por algún sitio tiene que romper. Curiosamente, cuando nos encerraron con el engaño de la Covid, debieron suspender los vuelos de control del clima, pues, en el confinamiento, nos llovió como en nuestra juventud, con esa lluvia constante de la que cala en la tierra y se agradece. Así que, que no nos vengan esos parásitos con cambios climáticos, que si se producen es por sus maquinaciones para hacer que el agua sea un bien escaso, no porque sea un cambio que provoquen las vacas, la naturaleza, o el resto de los hombres. Llega el despertar.

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