domingo, 22 de noviembre de 2009

Descomposición provocada de nuestra querida España

Dicen, que las civilizaciones que en el mundo han sido han dado sus mejores frutos cuando estaban descomponiéndose y a punto de desaparecer. Roma civilizó el mundo conocido llevando el latín hasta sus confines, dándole sus leyes y llenándolo de obras de ingeniería que han llegado hasta nuestros tiempos ¿Por qué no pudieron gobernar los romanos el Mediterráneo mil años más?
Un tal Huerta de Soto afirma que el Imperio Romano cayó por que los emperadores se echaron en manos del socialismo, rompiendo la economía de mercado. Es un punto de vista, pero al profesor de economía le recuerdo que el negocio principal de Roma no era la explotación de la tierra, ni el comercio, era un ejército indestructible que imponía su yugo a los demás pueblos y también la paz romana, lo que permitía el comercio libre por todo el Mediterráneo. Ese ejército se nutría de soldados de los demás pueblos, al mando de romanos convencidos de su superioridad. Cuando la seguridad de los caminos y la paz romana se hizo imposible, se quebró el comercio.
Al margen de teorías más o menos acertadas, a los romanos no les fue posible seguir gobernando Europa, porque el tiempo les había cambiado: habían perdido su capacidad de sacrificio y habían relajado sus espartanas costumbres; las romanas habían bajado la natalidad a mínimos y los pocos romanos auténticos ya no mamaban en sus hogares el amor a la patria. Las gentes de las provincias asumieron esa responsabilidad, pero llegó un momento en que tuvieron que llenar los cuadros de mando de las legiones con mercenarios que no sentían amor ni respeto a una ciudad que no conocían. Poco a poco, el mundo romano fue perdiendo su cultura, hasta el punto que sus sabias leyes dejaron de ser comprendidas hasta por los propios jueces, en un imperio en descomposición, que carecía de autoridad. La falta de autoridad trajo la falta de seguridad y con ésta, el aislamiento de unas comunidades de otras y la ruina del comercio.
Lo hechos que vienen aconteciendo en nuestro país nos ponen sobre aviso, de que también nuestro país se descompone, pues nuestros funcionarios ya no son capaces de defendernos, ni de aplicar nuestras propias leyes:
Cuando alguien se cuela en tu casa aprovechando tu ausencia, cambia la cerradura, y ni la policía ni los jueces te amparan, la justicia se va al traste y con ella la sociedad pacífica que conocemos. Lo mismo ocurre cuando no se castiga al homicida o al violador. Qué decir de una policía que, en lugar de cumplir con sus obligaciones, permite que desaparezca de la comisaría la droga decomisada y requisada a los delincuentes, y que es incapaz de hacer que unos críos confiesen donde está el cadáver de de una niña llamada Marta del Castillo, a la que han asesinado.
¿Por qué estamos en esta situación? Sin duda, que han sido muchos los errores cometidos, errores que nos han llevado a elegir como responsables de nuestra política, con honrosas excepciones, a delincuentes y a enemigos de España, que, en los últimos treinta años, han dedicado las 24 horas de su existencia a tejer planes para hundirnos como país.
Cuando nuestro propio Presidente Rodríguez comienza por decir que España es un concepto discutido y discutible, mal empezamos. Si no lo tiene claro, que se vaya: creo que cobra su salario todos los meses y que se lo pagamos todos los españoles. Alguien que ha vivido toda su vida directa o indirectamente de los presupuestos del Estado, que no ha tenido ningún empacho en presentarse a unas elecciones para dirigirlo, y que ha aceptado un mandato salido de unas urnas manchadas de sangre, cuando pone en duda los cimientos de la patria, no se le debe consentir seguir al frente del gobierno ni un minuto más. Pero ahí lleva 6 años gobernando, mientras nuestro Rey le sigue mirando a la cara y muchos millones de tontos le rien las gracias.
Volviendo a la justicia: cuando deja de existir, la sociedad se aísla y vuelve a la ley del más fuerte, al ojo por ojo y a tomarse la justicia por su mano. Se forma una espiral de violencia que convierte a la sociedad en un caos. ¿Existe un plan secreto para llevar a nuestra sociedad a este punto de descomposición? Si no lo hay, lo parece: cuando se permite que entren en la carrera judicial -sin oposición-, personas afines a un partido político, los jueces resultantes no ofrecen a la sociedad ninguna garantía. Eso puede explicar alguna de las lamentables resoluciones que estamos sufriendo cada día, pero otras se deben a la ignorancia, y a que los jueces desconocen los fundamentos de la sociedad y su papel en ella.
Que el Estado ejerza el monopolio de la violencia es un mal menor comparado con el hecho de que seamos los propios particulares los que nos tomemos la justicia por nuestra mano. Los particulares que queremos vivir en paz delegamos en el Estado el ejercicio de la violencia, para que sea éste el que la ejerza por nosotros, de acuerdo con las leyes. El culpable de una conducta ilegal asume el castigo porque se lo impone un Estado inalcanzable a su venganza, que se mueve de acuerdo con unas leyes. De la misma manera, satisface su sed de venganza la víctima del delito. Por ese motivo, ni el culpable ve a las víctimas de su delito como causa de su desgracia, ni se produce la espiral de violencia que trae la venganza, cuando las víctima se convierten en verdugos del criminal. El Estado facilita esa paz social al ejercer en nombre de sus ciudadanos de protector y verdugo, atrayendo para sí el odio y el agradecimiento. Cuando funciona el viejo pacto, la sociedad descansa. Hay ejemplos de lo que ocurre cuando el Estado no cumple con sus funciones:
- En parte de Somalia reina el caos por que no hay Estado que imponga la ley. Los diversos clanes imponen su autoridad sobre el territorio, pero no hay más ley que la voluntad arbitraria del jefe de turno.
- En Italia, las diversas organizaciones mafiosas limitan el poder del estado italiano. Son consecuencia de siglos, en los que la iglesia no permitió que se asentará una autoridad civil que ejerciera el monopolio de la violencia en amplias zonas de Italia.
- En Vascongadas, en los últimos cincuenta años, el Estado no ha sido capaz de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, y todavía no se atreve a imponer su autoridad en el centro de San Sebastian y en muchos pueblos.
Nuestro gobierno no cumple con el viejo pacto:
- Al estar dividido el territorio en autonomías y tener alguna de éstas su propia policía, los delincuentes ven aumentar su impunidad, pues las policías autonómicas no colaboran con la Policía Nacional o la Guardia Civil.
- Al hacer leyes blanditas, se favorece a los delincuentes y se perjudica a los ciudadanos, que ven cómo sueltan a los agresores, ladrones y carteristas al poco de ser detenidos. Estas mismas leyes hacen que delincuentes de otros países se desplacen al nuestro, donde campan por sus respetos.
- Cuando se apoderan de tu casa y la policía no desaloja a los delincuentes de inmediato, poniéndoles a disposición judicial, el derecho a la propiedad se diluye frente a la ley del más fuerte o del desaprensivo. Con ese desamparo te están invitando a delinquir y tomarte la justicia por tu mano o a buscar amparo en alguna organización mafiosa que termina por dedicarse a la ocupación como negocio.
- Al reducir las penas impuestas a los delincuentes para cuadrar el presupuesto, los delincuentes pierden el miedo a la pena, el Estado pierde autoridad y la paz social desaparece.
No hace falta extenderse más. El gobierno de España está en manos de nuestros enemigos, los viejos enemigos de siempre disfrazados de progres; los que intentaron apoderarse de nuestro país en los años treinta del pasado siglo, para llevar a cabo una revolución marxista, engañados o no por otros más ladinos (aunque no pudieron hacer la revolución, robaron el oro suficiente para llevar esa revolución a otros países); los mismos que nos invadieron a principios del siglo XIX utilizando al ejército francés, que también nos robó hasta las entretelas. Viejas venganzas de antiguos enemigos, que acostumbran a castigar a las generaciones venideras de los que se atrevieron a enfrentarlos. Están utilizando para ello una marioneta con las cejas levantadas, que a sabiendas o no, ejecuta sus mandatos. Ellos tiran de los hilos. Expelen el olor fétido de la maldad acumulada durante siglos. Que muestren si se atreven su rostro y su anticristo. Ya poseen la Tierra, pero no han de parar hasta que humillemos la cabeza y sucumbamos. Están corrompiendo a nuestra juventud, pretendiendo que crezca sin valores y no rechace sus experimentos. Quieren convertir el aborto en un derecho para ellos, así la nueva sociedad española, sin niños, desaparecerá como desapareció Roma, que ahí está, sin alcanzar ni de lejos la sombra de lo que fue.
El Siglo de Oro español ya pasó. Cuando el vientre de nuestra querida España reviente por los gases de la putrefacción acumulados, ¿qué fruto saldrá de sus entrañas? Cuando eso ocurra se sabrá, pero, de momento, somos muchos los millones de españoles que estamos dispuestos a resistir y que no hemos perdido ni nuestros principios, ni el amor a la tierra que ha dado de comer a nuestros antepasados y a nosotros mismos, que no nos vamos a suicidar para que estos progres de pacotilla puedan cumplir cómodamente las órdenes que reciben.

No hay comentarios:

Publicar un comentario