El país está necesitado en estos momentos de una política de moderación en el gasto y de buenos ejemplos en el ámbito político, pero no aparecen por ninguna parte. Hablando de malos ejemplos, hoy he visto la portada de un periódico digital que se atribuye a si mismo la condición de “progresista”. El contenido de ese periódico es lamentable, como el de otros muchos medios pagados con el dinero de todos, por un gobierno, que, en lugar de gestionar la crisis con cabeza, despilfarra nuestro dinero entre empresas periodísticas afines, para que laven la imagen de su pésima gestión y pueda ganar las próximas elecciones escondiendo sus vergüenzas detrás de la propaganda. Eso tiene muchos nombres, feos todos ellos, alguno de los cuales, si no lo está, debería figurar en el Código Penal, pero no es progresismo. Progresista es una palabra derivada de la palabra progreso, que el mal uso que le han dado las extrañas izquierdas que nos explotan, la han convertido en algo hueco, totalmente ajeno a su definición:
Del lat. Progressus: 1. m. Acción de ir hacia adelante. 2. Avance, adelanto, perfeccionamiento.
Siguiendo este concepto original, ¿quién no desea ser progresista? Todos. Hasta los hombres del mito platónico de la caverna, si existieran, lo desearían para sí mismos, para los suyos y para los demás hombres. Pero estos progres de pacotilla, que por supuesto, no son progresistas y ni siquiera son de izquierdas, simplemente se han apropiado del término con ánimo excluyente. Entienden por progreso, el de ellos mismos, que se afanan cada día en progresar económicamente, aprovechando las relaciones políticas. O sea, a costa de los demás.
Para ellos, sólo eres progresista, si comulgas con sus ideas, presumes de izquierdismo y, además, les aplaudes; se pavonean soltando palabrejas como talante, solidaridad, política social, etc., palabras que al salir de su boca pierden todo sentido, pues el comportamiento de estos dirigentes los traiciona y delata, como lo que son: auténticos vividores, hijos de próceres del régimen franquista, que se han disfrazado de izquierdas para robarle el pasado a los auténticos marxistas. Tampoco destacaban los viejos marxistas por su buen comportamiento, pues, aunque lo hicieran, no podrían presumir de un pasado, que mejor olvidar... Quizás, estos pícaros de hoy les admiran, por que los dirigentes izquierdistas de los años treinta también eran pícaros burgueses masoneros disfrazados de descamisados, a la búsqueda del progreso personal.
Continuando con el progresismo, examinemos quién puede presumir y de qué, en el transcurso de un siglo tormentoso como lo fue el siglo XX en Europa ¿Ha aportado algo la izquierda en los últimos 100 años en el avance de la humanidad? Al margen de pequeños logros, casi todos conseguidos en los EE.UU. de América- país capitalista donde los haya-, la aportación más visible de la izquierda al progreso de la humanidad es su tremendo fracaso. La izquierda marxista llevó a muchos pueblos de la Tierra a un callejón sin salida, de donde tuvieron que ser rescatados en los años 80 por el resto de la humanidad, a la que tildaban de capitalista e insolidaria. Algunos pueblos siguen en ese callejón, pasando hambre, necesidades de todo tipo y, sobre todo, falta de libertad. La izquierda española por su parte, tampoco aportó mucho al progreso: nos metió en una revolución innecesaria y con ella en una guerra civil, que, gracias a Dios, perdieron; se llevaron el oro del Banco de España, que no volvió; los cuadros del Museo del Prado que, de milagro podemos seguir contando con ellos; desvalijaron las cajas de seguridad de los burgueses en muchas entidades bancarias, sin remordimiento alguno, y mil delitos más, en nombre de una República violentada por ellos mismos, que llenaron de muertos civiles Paracuellos, la sima de Camuñas y ¡vaya “usté” a saber! La falsa izquierda de ahora, por su parte, presume de haber luchado contra Franco, pero también es mentira: los viejos marxistas lo dejaron morir en paz del miedo que le tenían y los falsos marxistas de ahora, simplemente cantaban el “Cara al Sol”, el “Prietas las Filas” y “Un Flecha en el Campamento” cuando se iban de vacaciones con la O.J.E., que los disfrazaba de gilipollas con pantalones cortos. El advenimiento de la democracia tampoco fue obra suya, que estos “fillos” del régimen, rápidamente se pusieron donde hubiera “pa pillar cacho”. Lo hicieron el Felipito Tacatum y el Guerra, desbancando al Nico, que era el heredero fetén; tras el "fracaso" de la democracia española con 14 años de felipismo, la nueva generación de flechas masoneros y algún rescoldo felipista de la misma cuerda tomaron el poder sociata disfrazados de rojillos radicales. Hoy nos mal gobiernan por obra y gracia de muchos españolitos despistados, capaces de comprar, por simpatía, la cuerda con la que van a ser ahorcados. A punto están de romper el país en mil pedazos.
Progresista: 1. adj. Aplícase a un partido liberal de España, que tenía por mira principal el más rápido desenvolvimiento de las libertades públicas. 2. Perteneciente o relativo a este partido. Senador, periódico PROGRESISTA. Apl. a pers., ú. t. c. s. Un PROGRESISTA; los PROGRESISTAS. 3. Dícese de la persona, colectividad, etc., con ideas avanzadas, y de la actitud que esto entraña. Apl. a pers., ú. t. c. s.
La definición de la Real Academia de la palabra progresista también deja al descubierto, que estos pícaros justinos han aprovechado la herencia ideológica de la vieja izquierda, la que se quedó con la vergüenzas al aire tras la caída del muro de Berlín; también se han apropiado de la palabra progresista, patrimonio de los viejos partidos liberales, olvidándose del contenido, pues, ellos, ni buscan el rápido desenvolvimiento de las libertades públicas, ni tienen idea avanzada alguna, salvo que sea novedad, apropiarse del poder para imponer a toda la sociedad su propio régimen y medrar a su costa. Por ahí andan, buscando una ideología con la que disfrazarse y seguir engañando a los que se dejen –que siguen siendo muchos.
El verdadero progresista, al margen de cualquier partido liberal, no tiene porqué tener una ideología concreta, aunque sí ideales, es un ser desprendido que ayuda a los demás, las más de las veces sin esperar nada a cambio: progresista será aquél que ayude al caído a levantarse, el que luche por la libertad del que vive en la esclavitud, el que trabaje para conseguir un mundo más justo, el que se esfuerce con los demás para que puedan adquirir conocimiento y educación suficiente hasta alcanzar la verdad, el que esté dispuesto a luchar por ello, poniendo su sangre si es preciso. Recordemos el dicho evangélico: “La verdad os hará libres”
Lamentablemente, la palabra progresista se ha quedado hueca y sólo encierra en su interior, una mentira más en un mundo de mentiras donde reina el diablo, que también va disfrazado de Dios. Éste, poco podría hacer contra los hombres, si no tuviera entre sus seguidores a una tropa de progres que, a cambio de botín, le ayudan con más mentiras en su tarea de controlarnos.
El progreso social siempre será bueno, pero no basta: hay que tener en cuenta, que sólo es un medio para mejorar las condiciones de vida de los hombres en este infierno, hecho de patrañas y de equívocos.
"El papel de los liberales utopistas se acabará seguramente cuando nuestro dominio sea reconocido. Hasta entonces, ellos nos prestarán buenos servicios. Por ellos empujaremos a los espíritus a inventar toda clase de nuevas teorías fantásticas, así llamadas progresistas, ya que nosotros hemos sometido, con éxito completo, a esta 'gentuza', por medio de la palabra progreso, y no existe nadie dentro de ella (la gentuza, los liberales) capaz de ver que debajo de esa palabra se esconde la estafa bajo todos los aspectos.
ResponderEliminar"El progreso es una idea embustera que nos sirve para oscurecer la verdad, para que nadie pueda conocerla, excepto nosotros, los que somos elegidos por Dios y los depositarios de su verdad.
"Guando llegue nuestro dominio, nuestros oradores discutirán los grandes problemas que han emocionado a la humanidad, para dirigirla al fin a nuestra política salvadora.
"¿Quién sospechará entonces que todas estas cuestiones habían sido premeditadas por nosotros de acuerdo con un plan político que nadie ha descubierto durante varios siglos?"
Directiva nº 13 de la Gran Conspiración de los Judíos, de Traian Romanescu.