Lo que más me sorprendió de la película Pájaros de Papel fue la fría reacción del público en una sala repleta, de la que salí pensando que había visto un buen montaje y unas buenas interpretaciones, pero que estaban dirigidas a engañar nuevamente al público español, pintando la terrible maldad de los franquistas y la bondad inmaculada de los mal llamados republicanos. Digo mal llamados republicanos, por que fueron esas izquierdas angelicales, que tanto la añoran, las que se cargaron a nuestra pobre República y, también, por que tan republicanos eran los partidos conservadores, como lo hubieran sido los partidos de la izquierda, si hubieran creído en ella. Están empeñados en hacernos creer que la defendieron, cuando fue todo lo contrario: ahí está Esperanza Aguirre desenmascarando a estos trapaleros ¡Pincha en el título!
Seguramente, que la mayoría de los espectadores salió pensando lo mismo que yo, y comparo Pájaros de Papel con otras películas guerra civilistas, en las que la gente terminaba aplaudiendo, pues todos reconocían en los personajes a sus padres y a sus abuelos luchando por salir de ese infierno. La mayoría, entendemos la historia que cuentan películas como ésta, como un pasado superado que hay que reparar, mientras el Milikito pretende que tomemos partido en un pasado de odio.
La lacrimosa historia que nos cuenta aparenta ser el pasado de su padre Miliki, que sale al final de la película recibiendo el homenaje de los demás actores. Si Miliki –el niño Miguel- se va de España siendo huérfano, ¿de dónde han brotado Gabi y Fofo, que han sido sus hermanos? ¿Libertad de autor?, ¿le hemos cazado en la mentira? En cualquier caso, la intención no debía ser la mejor manipulando de esa forma al espectador.
No esperaba mucho de alguien, que tiene que defender la mano que le ha hecho rico y que hoy, con la Ley de la Memoria Histórica, pretende devolvernos a los años 30. Olvida el director, que ese franquismo al que con razón o sin ella vilipendia, abrió las puertas de la televisión a su padre y a sus tíos, dándoles un programa infantil y una fama que nunca hubieran soñado alcanzar en España. Algunos nos acordamos: “Cría cuervos” dirán muchos, "chaqueteros" dirán otros, "otro millonario del régimen zapateril pretendiendo convencernos" dirán algunos. "Hay que agradecer las ayudas recibidas mientras manden. Luego, ¡Ya veremos!", dirán las malas lenguas.
No voy a poder recuperar los 13 € que pagué por dos entradas, pero si puedo hacer una recomendación: no pagues por verla.
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