viernes, 10 de junio de 2011

Alemania no termina de encontrar el foco de la bacteria mutada de E. coli


Dice un conocido periodista, que él no cree mucho en las conspiraciones, no porque no las haya, sino por la gran cantidad de idiotas que hay por metro cuadrado, que las hacen innecesarias. Está convencido, de que los efectos que origina la idiotez son mucho más perversos y peligrosos que los que provoca cualquier conspiración.
Las 30 muertes producidas por la bacteria E. coli en Alemania podría ser el ejemplo supino de esa idiotez, personificada en algunos de sus políticos. Y aún pueden dar gracias los alemanes, que de haber tenido un sistema de salud menos desarrollado, el número de víctimas se hubiera multiplicado por muchos dígitos. ¡Claro! En otros países, pueden producirse casos similares y nadie se entera.
Comenzaron diciendo que la bacteria estaba en los pepinos españoles, luego en los brotes de soja, y ahora lo achacan a los brotes frescos en general. Pruebas tangibles no tienen, pero siguen remachando el mismo clavo.
Resulte lo que resulte, es un caso muy parecido al acontecido en España hace 30 años con el mal llamado “Síndrome Tóxico”. Aquí comenzó la estupidez en un ministro llamado Jesús Sancho Rof, que dijo que la causa de la epidemia era un bichito tan pequeño, que si se caía de la mesa se mataba; (el lumbrera en cuestión era Doctor en Ciencias Físicas por la Complutense y Catedrático de Óptica y Estructura de la Materia) lo que demuestra que los estudios universitarios no corrigen la idiotez; continuaron con múltiples elucubraciones hasta que encontraron el aceite de colza, y a él se agarraron. Nuestras autoridades (las de UCD y las socialistas cuando entraron) nunca aclararon la causa del envenenamiento, y por ahí siguen las garrafas de aceite de colza intervenidas, engordando a las ratas de los laboratorios cuando algún pardillo intenta estudiar sus efectos.
Los efectos colaterales de aquel envenenamiento masivo, aparte de las 25000 víctimas inocentes, fue la desaparición de la Unión de Centro Democrático. Sí, llevaban bastante tiempo con rencillas internas y el golpe de Estado del 23 F les hizo mucho daño, pero estoy convencido que fue la pésima gestión del envenenamiento lo que les hizo desaparecer del arco parlamentario. El PSOE ganó las elecciones en 1982, y no hizo ni un tantito así para aclarar el envenenamiento masivo. Aunque hubo protestas, nadie pensó que pudiera haber algo más que estupidez y avaricia detrás de tanta muerte.
Tuvieron que ser dos médicos los que dieran con la verdadera causa y probaran, tanto la causa (una singular mezcla de plaguicidas), como el tratamiento a aplicar a los enfermos. Oficialmente, siguen sin reconocerlo y fue la revista “Cambio 16” la que en 1984 –tres años después del primer caso- publicó un extenso informe que removió algunos cimientos, aunque todo se volvió a tapar. Dinero de por medio, su director, José Oneto, acabó siendo despedido.
En Alemania, los efectos colaterales de la epidemia también se verán en las próximas elecciones, sobre todo, si continúan sus políticos dando palos de ciego y no ofrecen a la sociedad alemana explicaciones creíbles sobre las causas de la epidemia. Las bacterias tienen cambios y mutaciones en el medio natural, pero un comportamiento tan destructivo, siendo posible, no es asimilable, sobre todo, cuando no son capaces de detectar el foco de infección de la bacteria asesina, que sería lo único que podría explicar cómo ha mutado con tanta malignidad una bacteria como la Escherichia Coli. Formando parte de esos 10 kg. flora intestinal que nos permite vivir, algunas de sus cepas nos llevan provocando diarreas más o menos moletas o peligrosas desde hace millones de años.

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