lunes, 23 de noviembre de 2015

ATENTADOS EN PARIS: 13 VIERNES, NOVIEMBRE 2015.-


Hacía mucho tiempo que no me apetecía escribir un texto largo en el Blog, gastando mi tiempo en comprometerme en Facebook y en Twiter con pequeños comentarios. Las reacciones al cobarde atentado de París me han llevado a fijar mis vómitos en este escrito, para que recuerde siempre, que muchos de mis compatriotas, por maldad o ignorancia, no aprecian su país, ni su cultura, ni su religión, dispuestos en su inconsciencia y cobardía a que sean otros los que den la cara y la sangre en su lugar y no hablo de los que gastan sus energías en deshacer España, a los que los dioses confundan. Tampoco están dispuestos a defender el continente en el que vivimos: Europa. Tendrían que haber nacido en el cuerno de África, por citar lugares míseros y de vida difícil, o en Corea del Norte, paraíso de la opresión, para que supieran apreciar la patria que los acoge. “La invasión de un territorio acaba en colonización, cuando sus habitantes no lo defienden, y la colonización puede muy bien acabar en genocidio, cuando los que vienen, en lugar de a explotar sus recursos vienen a quedarse”.

Se dice, que los musulmanes nos invaden siguiendo un plan preconcebido: la invasión silenciosa a través de la fertilidad que imponen a sus mujeres: al menos, eso dicen los daneses, que lo comprendieron enseguida cuando estas gentes se les comieron el presupuesto social y les dejaron claro a través de sus jefes religiosos, que su única Ley sería la Sharia. Desde ese momento, se acabó la hospitalidad y la política de puertas abiertas en Dinamarca. También nos lo advirtió el obispo católico de Mosul: que tendríamos grandes dificultades con los musulmanes por tratarlos como a iguales, que para ellos nosotros somos infieles, y por lo tanto, seres inferiores.

Aquí viene la interrogante, si esos emigrantes piensan igual que sus dirigentes y aceptan lo que escribió Mahoma sobre la inferioridad de los infieles, o por el contrario, nos ven como iguales. Lo normal es que los emigrantes económicos miren a los anfitriones con cierto complejo, al margen de otros sentimientos menos confesables. Yo estoy seguro que individualmente no son diferentes a nosotros, y que hay más gente buena que mala, y que lo de la yihad forma parte del pasado, pero debido a sus costumbres y rezos, tienen un comportamiento mucho más cohesionado que el resto de los hombres. Forman un grupo con personalidad propia y distinta a la de sus miembros, y estos obran de acuerdo a lo que el grupo espera de ellos: el grupo impone un comportamiento al buen musulmán y es capaz de corregirlo. El problema, que el comportamiento de los musulmanes como grupo social lo condicionan sus imanes, y lógicamente, no es lo mismo un imán radical contaminado de yihadísmo, que un imán moderado. Tampoco es lo mismo un pueblo pequeño donde todos son musulmanes, que una gran ciudad, donde el rebaño se descarría fácilmente.  


Debido a su funcionamiento como grupo social dirigido, el comportamiento individual  del musulmán poco aportará si no se promueven cambios en su religión, ya que esa religión condiciona toda su forma de vida. El viejo comportamiento como grupo nos pone en peligro, pues, si nos dejamos, sus dirigentes nos aplicarán sus leyes medievales: esclavizando o matando a los que no se conviertan. Si hay un plan de invasión en marcha no lo sé, pero lo cierto es que estamos invadidos por gentes que en sus países sólo tenían miseria y que en todas partes se reproducen exponencialmente, aprovechando que nuestra sanidad garantiza la supervivencia del 100% de los nacidos, pues en sus países morirían como moscas. Pensemos, que si todo va bien, en 20 años los emigrantes musulmanes serán mayoría en casi toda Europa, y que sus candidatos, aprovechándose de nuestras leyes, subirán al poder y nos someterán.


Hablaré de la integración en los países de acogida: Es un sinsentido que estas gentes quieran destruir el lugar en el que la mayoría han encontrado subsidios; algunos, trabajo; y todos, pan, sanidad, cultura y libertad para sus hijos y para sus mujeres. Y todo gratis. Así debería ser, pero no lo es, porque nos odian y no son valores que aprecien: forman parte de una cultura que odian también a las mujeres en cuanto dejan de ser niñas, y al menor desliz, las trata peor que a los perros. Es un contrasentido para nosotros que estén pensando en convertir Europa en los países que han dejado, pues supondría para ellos quedarse sin trabajo, sin oportunidades, y con una total falta de libertad, al acabar con la cultura de acogida. Pero debe tener algún sentido para ellos, aunque cada vez estoy más convencido de que esos líderes musulmanes que se han propuesto apoderarse de Europa, no han ido más allá en su pensamiento: no creo que tengan pensado qué harán después, dando por supuesto que Alá proveerá. Como los virus y las bacterias de cualquier enfermedad, que acabando con el cuerpo enfermo, mueren con él. Ese objetivo de apoderarse de la Europa rica tendría sentido si quisieran hacerse con nuestra economía y asegurarse un futuro con ella, pero, apoderarse de Europa para convertirla a este Islam es destruir nuestra sociedad y acabar todos en la miseria. Lamentablemente, en los lugares de Europa donde llevan muchos años, las siguientes generaciones, en su mayoría, no se han integrado ni han aprovechado las oportunidades que han tenido para integrarse. Es cierto que la crisis les ha privado de trabajo a sus jóvenes y que en los suburbios de las ciudades la vida es dura, pero lo es, o ha sido dura para todos.


Ellos también son las víctimas de esos imanes que predican el culto a la muerte, pero, si no se revelan, alguna responsabilidad adquieren. Esos imanes predican política más que religión, y sus sermones van en contra de esa mayoría de musulmanes que no se meten en política. Sin imanes, acabarían relajando sus costumbres e integrándose, pero en sus costumbres impera el control a los demás: los niños aprenden a aislar a aquél que no reza o que no guarda el Ramadán, en cuanto a las mujeres, todavía peor, pues aíslan y persiguen a las que no visten o no viven como musulmanas, que pueden acabar castigadas físicamente. De eso y otras cosas se encargan los imanes radicales, machacando a los suyos con que los infieles somos seres inferiores a los creyentes islámicos. 

Por eso, el mayor peligro del islamismo no está sus emigrantes, está en sus clérigos: en todos ellos, radicales incluidos, porque controlan a sus seguidores para que sigan preceptos medievales y no se integren en las sociedades de acogida. El gobierno de Gran Bretaña ha dado ejemplo en la solución a este problema: echar discretamente a los clérigos radicales, sustituyéndolos por clérigos moderados, manteniendo una suave vigilancia sobre ellos. Los demás países de Europa deberían hacer lo mismo. Yo añadiría algo más: deberían fabricar imanes para pastorear a los musulmanes que viven entre nosotros, en lugar de importarlos: todo en favor de una convivencia futura, que no acabe en explosiones de violencia o en expulsiones masivas. Luego, con una sociedad musulmana transformada, ir adaptando su Corán a los nuevos tiempos, para que abandonen esas prácticas medievales, impropias de una sociedad sana, y acepten la democracia, el derecho de los demás a practicar su propia religión y que todas las mujeres son libres e iguales a los hombres. En nuestro país también tuvimos que evolucionar: nuestras mujeres vestían en los pueblos sallas y pañuelos, al margen del velo que usaban en misa; lo mismo, con sus derechos, que hasta hace pocos años dependían de su padre o de su marido para cualquier negocio, y aquí estamos. 


Ese es el mayor problema que tiene hoy el Islam: lo mismo que nosotros estamos escandalizados de las bárbaras costumbres de sus radicales, ellos están escandalizados de que sus mujeres, viendo a las nuestras, quieran liberarse. Están escandalizados de que quieran estudiar, de que quieran disponer de sus vidas escapando de la autoridad de sus padres o maridos, de que quieran ejercer profesiones liberales, vestir al modo occidental, conducir vehículos, etc. y de que sus jóvenes abandonen sus costumbres.


Los cambios originan tensiones e inseguridad, pero, por grandes que estos sean, no creo que lleguemos a una guerra total con ellos, que no comprenden que la guerra la tienen perdida. Y no me refiero a la guerra que se desarrolla con armas de fuego dentro o fuera del campo de batalla, que también, sino a esa otra guerra que tiene lugar en toda la sociedad humana y que modifica nuestro cerebro viendo los anuncios de la televisión, las pelis, la música, la moda, y los adelantos que surgen en progresión geométrica en el mundo civilizado. ¿Quién nos iba a decir hace pocos años que con un simple teléfono íbamos a estar comunicados en cualquier parte del mundo y disponer en ese objeto de aplicaciones sin cuento que lo hace imprescindible y nos da libertad? Estos inventos dejan atrás la oscuridad en una guerra sin cuartel contra el pasado que nos abre la mente a cosas más divertidas. Esta evolución tecnológica hace que esta gente quiera encerrarse en el pasado, porque ven que el porvenir no cuenta con ellos y los va a barrer.


¿Qué sacan pasando la vida reprimiendo a los suyos, con lo que está bien y mal, tratando de imponer a los demás lo que muchas veces ellos no son capaces de cumplir? Que se lo digan a los príncipes saudíes, en cuya sociedad lapidan a las mujeres y a los homosexuales imponiendo la sharia, mientras ellos no se privan de fiestas aberrantes, en las que efebos afeminados van pintarrajeados y vestidos con túnicas que disponen de un agujero atrás dispuesto para mantener relaciones sodomitas.


¿Podrá esta gente que usa nuestros móviles inteligentes mientras los odia, mantener unos satélites y una tecnología que no comprenden?, ¿son capaces de desarrollar algún tipo de tecnología sin el apoyo de los países infieles? Nos necesitan más de lo que creen y la pregunta que deben hacerse es ésta:


-  ¿Esos infieles cristianos y ateos que tanto odiamos, nos necesitan a los musulmanes? ¡No!, ya se lo digo. Ni a ellos ni a su petróleo, que se sigue usando por presiones políticas, pues se dispone desde hace años de tecnologías que puede sustituirlos con ventaja.

-  Otras preguntas que deben hacerse: ¿tienen esos infieles armas para destruirnos? De sobra, les digo; ¿Y cojones para utilizarlas? Que aprieten un poco más y lo descubrirán.

Para no alargar más este artículo, el siguiente artículo versará sobre quiénes están disputándose el territorio de Irak y Siria y cuáles pueden ser los objetivos de cada contendiente. 

En cuanto a los compatriotas que cobardean, decirles dos cosas para terminar ¿van a defender nuestra cultura y nuestra patria si va a más este problema?, si no lo van a hacer como nuestros antepasados, ¿se van a convertir al Islam o creen que los islamistas les permitirán seguir viviendo? Que vayan pensando.



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