De momento Trump está vivo, pero visto el despliegue de manifestaciones que
han surgido por toda la geografía de los Estados Unidos de América, como si
fueran espontáneas, a uno, que anda cargado de susceptibilidad, le da por
pensar, que a esas élites que lo poseen todo y que de vez en cuando nos
castigan con una de sus crisis vendiéndonos productos tóxicos, pretenden crear en
la sociedad americana una psicosis, para que acepte que es necesario e
higiénico cargarse a Trump. Que vayan pensando en ello.
Que quede claro para los que tengan dudas, que esas élites salen siempre de
las crisis mucho más ricas. Las crisis son para ellas, como los asaltos de las
diligencias para los bandoleros, que dejan a los viajeros perjudicaos y a los
conductores sin el oro que transportan; con una diferencia: a las élites
ladronas que pergeñan crisis nadie las persigue como hacían con los bandoleros.
Fácil lo tienen para encontrar demóstenes que se pongan a echar mítines a
las masas de progres que han convocado: he visto a Charliz Theron perorando a
las masas convencidas, a la musa del eterno paciente de psiquiatra, Woody Allen, la Scarlett
Johansson, que estaba poniendo a parir a Donald Trump, todos peloteando para
que su puesto de trabajo siga colgando del hilo. Pero había más: la maciza Beyoncé y la musculada Madonna mostrando su agradecimiento, encumbradas a los altares modernos, como diosas, por ese poder oculto que teme a Trump. Dicen, que Jorgito ha
puesto 90 M encima de la mesa para que todas las organizaciones que
viven de chupar del bote, acudan a su llamada (no hay sonido más fuerte que el de 30 monedas). Ahí estaban los actores de la Universal,
los de la Warner, los de la Paramount, puestos a dirigir el cotarro de una
sociedad que vive mirando a una pantalla; gracias a Dios no estaban ni la
Pocahontas de Disney, ni el Rey León. No podían faltar las asociaciones de gay
y lesbis, y también andaban por Washington las enemigas del género masculino,
esas que piensan que toda relación es una violación; no los vi, pero seguro que
estaban las defensoras del aborto, las pacifistas, los animalistas, y un largo
etc. de minorías. La hez de la progréz manifestándose ante unas cámaras de televisión que
llevarán su imagen hasta el último rincón del mundo. De eso se encargan las
agencias que manejan las noticias que hay que dar y las que no, y el modo de
darlas. Esa élite que maneja a esta sociedad es dueña de todo y puede hacerlo. Es curioso, la efectividad de los experimentos sociales. Impulsando a las minorías se apoderan de las mayorías. Minorías organizadas, gritonas, muy activas, bien financiadas, frente a mayorías silenciosas, cuyas organizaciones políticas están infiltradas por agentes a sueldo de las élites.
Por eso no estaba ahí la sociedad sana americana, la que vive de su propio esfuerzo
y cree en lo que le ha sido transmitido por sus padres, pero que carece de organización y dirigentes que miren por sus intereses. Esa sociedad a la que
Trump quiere poner en valor. Lo tiene difícil: los periodistas cobran su sueldo
de esas élites y dirán de Trump lo que les digan que tienen que decir. El que preside el consejo de
administración de un medio tiene mucho poder y los medios están encadenados a la cúspide de esa élite.
En las manifestaciones de ayer no estaba el espíritu de la democracia moderna, ése que dice que el que gana unas elecciones tiene derecho a gobernar una nación, y que el que las pierde, tiene derecho a ejercer de leal oposición. No estaba ahí ese espíritu democrático, pues los que gritaban contra Trump no aceptaban su gobierno, siguiendo ese pensamiento enfermizo de que sólo los que piensan como yo están legitimados para gobernar, y que los demás son unos fascistas.
Pero hay algo más: la desconfianza es la madre de la experiencia, es la que nos dice que el Mal siempre vence, porque apuesta en todos los bandos. Y esto es lo que pasa en los Estados Unidos de América, donde ha ganado Trump en nombre de la facción conservadora, frente a Hillary, que representaba a la facción progresista. El caballo de Adelson ha ganado a la yegua de Murdoch y Soros, y quien pagará las apuestas será la sociedad americana. En cualquier caso, los dueños de la FED han salido victoriosos, han jugado a que gane quien gane, todo siga igual.
Ya no veo tan claro que Trump esté en peligro, salvo que con sus actos perjudique a los amos.
Pero hay algo más: la desconfianza es la madre de la experiencia, es la que nos dice que el Mal siempre vence, porque apuesta en todos los bandos. Y esto es lo que pasa en los Estados Unidos de América, donde ha ganado Trump en nombre de la facción conservadora, frente a Hillary, que representaba a la facción progresista. El caballo de Adelson ha ganado a la yegua de Murdoch y Soros, y quien pagará las apuestas será la sociedad americana. En cualquier caso, los dueños de la FED han salido victoriosos, han jugado a que gane quien gane, todo siga igual.
Ya no veo tan claro que Trump esté en peligro, salvo que con sus actos perjudique a los amos.
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