jueves, 19 de enero de 2017

EUROPA EN LA ENCRUCIJADA DE UNOS TIEMPOS COMPLICADOS: Volver, seguir por el mismo camino, o cambiar de rumbo.-


Decisiones erróneas ante la oleada de emigrantes que envió Turquía.

La señora Merkel se ha bloqueado y empecinado, después de tomar decisiones erróneas, y no hay ningún dirigente europeo de su nivel que tome el timón que ella maneja para cambiar el rumbo del barco. El tiempo pasa, los problemas aumentan, y urge tomar decisiones en favor de los europeos, para que nos sintamos protegidos y a gusto. Hoy no lo estamos: estamos viendo que los musulmanes nos están invadiendo, y que algunos pueblos, barrios, y ciudades de nuestro entorno se están convirtiendo, por su causa, en lugares ocupados e inseguros. Lo peor, que nuestros políticos no hacen nada para corregir la situación.

Hay barrios en Londres donde la policía no reprime a las patrullas ciudadanas de musulmanes que imponen sus costumbres por la fuerza. El Brexit ha podido ser una reacción de los británicos a esa política de permisividad. Los políticos británicos echan la culpa a la UE y al descontrol de las fronteras, cuando son ellos los responsables de la falta de seguridad en sus ciudades, originada por sus propios musulmanes, que llevan muchos años facilitando la emigración de gentes que en su día pertenecieron a su imperio. Francia es un caos, por su política de inmigración, vinculada a su pasado colonial; todavía está peor Bélgica, que siendo el corazón de la UE se ha convertido en un nido de yihadistas; en Holanda hablan y hablan, pero no actúan; Dinamarca intenta el control de los musulmanes, siendo los primeros que denunciaron el problema, al ver como parasitaban sus recursos sociales y no aceptaban las leyes danesas; los países escandinavos están perdiendo la batalla de la seguridad ¡quién lo diría, con su pasado Wikingo de hombres resolutivos!; y Alemania, que se ha visto invadida de musulmanes, debido a la política de puertas abiertas de la señora Merkel, que ha originado un grave problema de seguridad en el país (siendo como era uno de los países más seguros del mundo). Frente a la decisión del gobierno Merkel, los antiguos países del Este han optado por no asumir cuotas de inmigración: tienen un pasado de pérdida de valores culturales por culpa del comunismo, y ahora que los han recuperado, no quieren arriesgarlos aceptando a gentes de una cultura diferente e impermeable, que no se integra. Eso todos lo sabemos.

Los demás líderes europeos, aunque aceptaron las cuotas de emigración que les impuso la señora Merkel, en la práctica las incumplen, los van admitiendo con cuenta gotas, filtrando a los solicitantes de refugio para garantizar que los que acogen no son terroristas.

La difícil convivencia.-

La antipatía de los europeos hacia los musulmanes era la tradicional, pero se ha incrementado, porque cerca del 80% de los musulmanes afincados en Europa no trabajan, viviendo de los subsidios y las ayudas sociales; la gota que ha colmado el vaso ha sido la violencia de los recién llegados en Alemania, en Suiza y en otros países, robando, violando y asesinando. Y eso que esos crímenes los tapan los medios de comunicación, para evitar –se supone- levantamientos de la población. Pero es imposible taparlos, en tiempos en los que las redes sociales echan humo. Por eso, los líderes de la Unión Europea y los dirigentes de los países que la componen, si quieren mantener el apoyo de sus ciudadanos en las urnas, deben rechazar las imposiciones inconfesables que vienen soportando, y abandonar un buenismo que nos perjudica a todos. Seguramente, tendremos que cambiar las leyes permisivas hechas para europeos, por otras que restrinjan nuestras libertades, en lugar de negarles esas leyes a las gentes foráneas que rompen nuestra convivencia.

Podemos constatar, que la ayuda a terceros países para que la emigración no se produzca ha sido y es un fracaso. Por eso, hay que cortar la inmigración, castigar con severidad los delitos de los inmigrantes, y echarlos, en cuanto den el menor motivo. De no hacerlo, veremos cómo medran los partidos populistas en toda Europa, que cambiarán las leyes de emigración por medidas extremas de expulsión o admisión generalizada; por otra parte, convencerán a los ciudadanos de los respectivos países, de los inconvenientes de mantenerse en la Unión, y de pertenecer al Euro, porque esa es la intención que manifiestan.

Es difícil quitarles la razón a los ciudadanos que quieren recuperar su país y la convivencia perdida, y más, cuando la causa se ha debido a decisiones políticas de unos dirigentes incomprensibles, que aceptan que cientos de miles de refugiados entren y transiten por sus calles en manadas y sin control. Por otra parte, es legítimo defenderse de unas gentes que no aprecian la cultura cristiana.

Si analizamos las relaciones de los musulmanes con comunidades de diferentes creencias, se constata, que tienen dificultades de convivencia con todas ellas. Da lo mismo si son judíos o hindúes. Las demás religiones no buscan problemas. Esto es así desde su origen, y se debe a las directrices y enseñanzas de su profeta.

¿Tenemos alguna responsabilidad los europeos de la emigración musulmana?

Muchos dirán, empezando por nuestras propias ONGs, que hemos sido los europeos los que hemos ido a sus países a romper su paz. Decirles, que desde que acabó la Segunda Guerra Mundial, los europeos no tomamos este tipo de decisiones. No nos lo permiten. Si algún líder europeo como Sarkozy y Cámeron han metido a las fuerzas armadas de su país en algún salchucho, lo han hecho como aliados preferentes: colaboraron con la OTAN, para acabar con el dictador Gadafi en el 2011, siendo la señora Clinton Secretaria de Estado y Obama Presidente de los EEUU. También ha podido haber colaboraciones con los amos del mundo para controlar territorios en los que todavía esos países mantienen viejas relaciones coloniales.

Por seguir con la responsabilidad de los europeos en las desdichas de los países musulmanes, decir que tampoco existe: los europeos hemos colaborado en su desarrollo comprando su energía, sus productos agrícolas y haciendo turismo. La llamada Primavera Árabe fue un intento de revolución democrática que se extendió por el mundo árabe, y los europeos la saludamos con esperanza, pero no acabó bien. Lo que comenzó como la revolución de los Jazmines en Túnez, se fue extendiendo por muchos países árabes, pero alguien tomó la decisión de cortar su aparente buen rollo: acabó medio bien en Túnez, donde comenzó; fue un desastre en Libia, donde el dictador Gadafi fue atacado por la OTAN y acabó asesinado; en Egipto se cortó, porque las elecciones pusieron en el gobierno a los Hermanos Musulmanes, conocidos extremistas islámicos que hubieran sido un cáncer para el progreso de los egipcios… Una revolución que se extendió con intereses más o menos leales, pero que se torció…, no fuera a ser que el deseo de democracia llegara a las monarquías del Golfo, presumo. No todas las sociedades están preparadas para las urnas, pero también es cierto, que los de siempre, por intereses gasísticos, llevaron la Primavera Árabe a Siria, atacando al tirano, con la excusa de llevar la democracia, y apoderarse del país.

La aparición de DAESH, también llamado ISIS, nubla la existencia de anteriores organizaciones radicales islamistas, como la internacional Al qaeda, la siria Hezvolá, o las palestinas Al fatah y Hamás, bien vistas por la izquierda. La mayor diferencia de ISIS con las anteriores es que la propaganda y el manejo maestro del Internet profundo han conseguido ilusionar a la juventud árabe mundial, que piensa que ha surgido de Alá, cuando es una organización promovida y financiada por las fuerzas más oscuras de la Tierra, para tapar sus vergüenzas y disfrazar de religión y conquista, una guerra comercial por el gas. El disfraz de esa guerra exige extender la yihad por el mundo, a través de clérigos radicales que, desde las mezquitas y las redes sociales, captan a jóvenes musulmanes para que se alisten engañados en una guerra comercial como mercenarios, guerra que nada tiene que ver con el Corán ni con el Islam. Son organizaciones que cuentan con recursos ingentes y pagan muy bien. Qatar, Arabia Saudí y los USA de Obama con una coalición de 60 países, están detrás de ISIS o el DAESH, no Alá.

Hombre, es cierto que la propaganda que reciben los países del Sur a través de la televisión, que pinta a Europa como un paraíso limpio y cómodo para vivir, influye bastante para que quieran venir a vivir aquí y no a Siberia. Lo que no se entiende es, que habiendo emigrado de países y regímenes sin libertad ni futuro, quieran convertir a Europa en el corral que dejaron, siguiendo una religión retrógrada, contraria al progreso.

Hay una estrategia en marcha para debilitar a Europa.

Las cosas no suceden por casualidad. Al observar los acontecimientos, podemos asegurar que la invasión de Europa que estamos sufriendo está siendo coordinada. Hace algo más de dos semanas, con motivo de la celebración de final de año, se concentraron en Colonia cientos de musulmanes procedentes de diversas localidades, no solo de Alemania, también de Suiza, Austria y otros lugares. Les habían pagado a todos el viaje para que provocaran disturbios. Las autoridades de Colonia fueron previsoras y pudieron evitar disturbios y violaciones, deteniendo a muchos e impidiendo que accedieran al centro de la ciudad. No fue casual tampoco la gran ola de emigrantes que encaminó el régimen turco hacia las costas griegas. Se habían refugiado en Turquía procedentes de Siria y nos los mandó para desestabilizarnos.  

Por el momento, estamos viviendo episodios de una guerra de salón. No hay tiros, pero es más que evidente que nos están atacando y que hay fuertes intereses que apuestan por el fracaso del proyecto europeo. Está en marcha una estrategia en contra de la Unión Europea que no se ve contrarrestada; eso nos indica que el proyecto europeo carece de defensas y no dispone de tácticos que vayan previniendo con su propia estrategia cualquier ataque. En asuntos de esta relevancia hay que tenerlo todo pensado y llevar siempre la delantera. Y no se entiende.

Cuando se inició el proyecto de la Unión Europea, con la anterior organización de la Comunidad Económica Europea en 1957, los dueños del mundo tuvieron que dar el visto bueno al mismo, bien sin intermediarios, bien a través del club de Bilderberg que se formó tres años antes; de no haberlo hecho, no se hubiera iniciado. Pero han pasado muchos años, y la propia lentitud en la ejecución del proyecto, con las tensiones competenciales monetarias producidas por la crisis del 2007 y sobre todo, la guerra del gas en Siria, ha ocasionado que los que andan en la sombra cambiaran de opinión y nos la estén liando. Tampoco debió sentarles bien que no se ratificara la Constitución Europea, contraria a los valores cristianos, constirución que intentaron colarnos a los europeos en el 2005. Algo que no se entiende, es que no se intentara corregir para ponerla en marcha. Por cierto, que si no se aprobó no fue por reivindicaciones cristianas, se debió al cultivo de las ostras en Francia y a los miedos de Holanda: dinero, estupidez y miedo.

Lo cierto es que los grandes aprovecharon la crisis en Europa para poner a sus peones dentro de las instituciones europeas y en los gobiernos de Europa. Por poner dos nombres conocidos, pero hay más: nos suena Mario Draghi como presidente del BCE, pero trabajaba en Goldman Sachs y antes en el Banco Mundial, Rothschildes de por medio; nuestro ministro de Economía, el señor De Guindos era asesor en Lehman Brothers. Ambas entidades bancarias fueron protagonistas del escándalo de las subprime, escándalo que provocó o con el que provocaron la crisis que todavía padecemos.

El caso es que la UE está siendo atacada y que hay fuerzas que intentan desestabilizarla:

No podemos creer que Cameron sea tonto, por iniciar referéndums sin necesidad, como el que hizo sobre la separación de Escocia y luego otro sobre el Brexit. Tonto o listo ha sido un conservador obediente, tanto en los referéndums como en los ataques de la OTAN a Gadafi. La separación de Reino Unido de la UE deben someterla a la consideración del Parlamento, también han podido volverla atrás y no lo han hecho. Reino Unido ha sido una monarquía obediente a los sin Dios, desde que fueron expulsados de España en 1492, y aunque permitieron que dejara de ser Imperio, sigue dentro de la obediencia.

Los británicos dejan detrás a una Europa tambaleante, que no sé si se atreverá a tomar la valiente decisión de dar un paso adelante y apostar por imponer el Orden a través de leyes duras a los emigrantes y completar la unión política con lo que le falta; si lo hace, que lo haga pensando que el Reino Unido hubiera sido un socio desleal y un lastre. Ya sabemos a quiénes obedecen.


Es necesario que la Unión Europa continúe desarrollando su proyecto político, para terminar de conformar sus estructuras de macro Estado. Le faltan cosas importantes: el control de las fronteras exteriores, un ejército común al margen de la OTAN, y un ejecutivo que maneje los recursos económicos necesarios para gobernar Europa, con una Hacienda propia. Es la parte más dura del proyecto, pues supone la pérdida de soberanía de los países que la componen, pero es la mejor defensa contra los enemigos internos y externos, siguiendo una estrategia bien ideada, para oponer a nuestros enemigos.

Además, hay otras soluciones a la falta de natalidad de los europeos: seleccionar inmigrantes de nuestra misma cultura, que quieran venir a trabajar, y también, fomentar la natalidad, para que todas las mujeres europeas, con las excepciones que la naturaleza imponga, tengan al menos un hijo a lo largo de su periodo fértil.

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