La
noticia viene de Davos. Según fuentes rusas, Donald Trump habría hecho llegar
una nota a Putín, en la que le dice: “No sé si estaré vivo la semana que viene, pero
si lo estoy, acabaré con estos bastardos”.
Los
blogueros de todo el mundo nos hemos puesto en marcha y la noticia corre por nuestros blogs. Difundiendo esta nota y señalando a los actores de la previsible tragedia, intentamos evitar el magnicidio. La fuente es http://www.rafapal.com/
que se define como periodismo para mentes cósmicas. No sé a qué se refiere, y mucho me temo que se lo haya inventado, pero vistos los antecedentes del poder en la sombra es verosimil.
La
nota denuncia una guerra sucia por parte del gobierno en la sombra, que ve a
Trump como un peligro para su hegemonía. Le llamo gobierno en la sombra, pero no
es un secreto para quien tiene inquietudes, y es de sobras conocido, que en los EE.UU de América, quién maneja los hilos en la Casa Blanca
desde finales del XIX, no es el Presidente que eligen los norteamericanos, el Presidente americano es una de sus marionetas, como lo son la reina de Inglaterra y el mismo Papa de Roma. Para ellos no hay fronteras ni ideologías, los diversos regímenes les rinden pleitesía y ellos sólo rinden cuentas a YHVH, un dios que a los demás hombres nos quiere poco.
La
candidatura de Trump ha sido torpedeada por todas las instancias y medios de
comunicación, incluido su propio partido; ganadas las elecciones, la guerra
sucia ha continuado por parte de los poderes en la sombra, que se han visto
burlados por los norteamericanos, por elegir a un candidato que no les rinde
pleitesía; el propio Presidente saliente se ha portado como un patán en sus
múltiples despedidas, amenazando al entrante. Los progres de siempre,
instigados, continúan manifestándose por las calles, exhibiendo pancartas, donde
no reconocen la victoria de Donald Trump. Yo he leído a un rabino manifestar,
que América ya no los quiere. Los rabinos últimamente andan muy revueltos, y no
olvidemos que son ellos los que van del brazo de ese poder en la sombra que,
desde América, desde la City londinense y desde Tel Aviv, manda en el mundo. Alguno, también se está separando de esta gente.
La
amenaza final de Trump supone el reconocimiento de muchas cosas, la primera,
que la sociedad americana comienza a negarse a seguir siendo utilizada por esta
minoría; que está harta de ellos. El problema, que se han engordado tanto, que
son tan ricos, que andan detrás de todo. No les asusta enfrentarse a cualquier
país, porque manejan gobiernos y ejércitos. Tienen tanto dinero, que si no los
descabezas a traición, estás muerto. Su talón de Aquiles, que son muy pocos, y que
son vulnerables ante la decisión resolutiva de una marioneta poderosa que se vuelva contra ellos.
Quedan
pocos días: mañana se escenifica la toma de posesión de Trump; mañana y los
días siguientes, los manifestantes pagados llenaran las calles de Washintong protestando
contra Trump; Trump por su parte, también ha llamado a salir a la calle a sus
partidarios, con lo cual, el lío está asegurado. Esperemos que no se produzca
ninguna tragedia y ningún atentado y que los diversos servicios secretos no
organicen una de las suyas, que se habla de mini bombas atómicas. Ya se sabe: una bomba crea el caos, y la prensa acaba tapándolo todo.
Quizás
no pase nada este weekend, que también tardaron dos años en matar a Kennedy, pero lo
terminaron matando. Hay muchas teorías, pero la más creíble, que se empeñó en que
fuera el Departamento del Tesoro el que se encargase de emitir la moneda nacional. Lo hizo, y lo pagó. Hoy, ese negocio sigue en manos de esta gente.
Veremos si se atreven. Trump parece contrario a sus intereses, y los que andan entre bastidores están muy encabezonados en imponernos su NOM (Nuevo Orden Mundial): un gobierno único: el suyo; una moneda única sin respaldo de oro, ni de moro; y una religión única: ninguna.
Veremos si se atreven. Trump parece contrario a sus intereses, y los que andan entre bastidores están muy encabezonados en imponernos su NOM (Nuevo Orden Mundial): un gobierno único: el suyo; una moneda única sin respaldo de oro, ni de moro; y una religión única: ninguna.
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