lunes, 20 de agosto de 2018

Kofi Annan ha muerto.-



Former UN chief Kofi Annan. Picture: United Nations Photo.

Falleció hace unos días, pero he esperado un poco para ver lo que se decía de él en las necrológicas que le han dedicado: loas y más loas… inmerecidas.


Está claro que se escapó sin ser juzgado ni pagar por sus culpas, así que le toca al otro mundo esta tarea, y a nosotros hablar de presunto.

Santo no fue. Ni siquiera fue bueno. Comenzó el ghanés a ser conocido cuando estaba al frente de las tropas de la ONU y se produjo el genocidio de Ruanda. Hutus y tutsis: dos nombres en discordia representando a los que mataban y a los que eran asesinados. En la realidad no había dos etnias en Ruanda, pero las crearon de forma artificial para el caso: alguien decidió llevar a cabo una hecatombe como sacrificio a su dios o a su demonio y acabaron con la vida de 1M de personas en Ruanda, bautizados la mayoría como tutsis.

Kofi con sus tropas se dedicaron a mirar para otro lado mientras unos asesinaban y los otros eran asesinados. ¿Podía haber hecho algo? Sin duda, que pudo haber hecho algo, al menos impedir que armaran a los llamados hutus. El general canadiense Romeo Dallaire le acusó de inacción superlativa, y él mismo Kofi lo admitió como error.

En Somalia se fueron acumulando sus fracasos al frente de los cascos azules, y también estaba como mediador en Srebrenica cuando se produjo otro genocidio. 

Su cobarde proceder le permitió acumular deméritos para acceder a la Secretaría General de la ONU: un nido de culebras.

Durante su mandato como Secretario General de la ONU, fue lamentable la gestión del programa “Petróleo por alimentos” en el Irak de Sadam Hussein, sometido al embargo económico. Aunque Kofi fue absuelto, su hijo Kojo fue condenado por utilizar en su provecho los contactos de la ONU. Los tribunales lo absolvieron, pero la humanidad crítica lo rebautizó como Kakofi.

Que a un tipo como éste le den el Premio Nobel de la Paz desacredita al Nobel y a quien lo proclame. Dicen del premiado que trabajó para la paz. ¿De qué paz hablan? 

Un africano al frente de la ONU que dejó en su mandato y en su vida un sabor amargo, y aunque no representa a los africanos, ha sido sin duda un mal ejemplo.

Hablando de paz, tanta paz te lleves como descanso dejas, por dejar obrar a las fuerzas del mal y encubrirlas.

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