domingo, 4 de diciembre de 2011

Zapatero deja a España en la ruina y a los españoles arruinados.-


De cómo una mala administración arruina a un país.-

Que el Estado español está en ruinas todos lo sabemos, aunque todavía no se ha echado un vistazo a las arcas porque el pródigo de Rodríguez todavía no se ha marchado de la Moncloa. Las arcas no las deja vacías, es mucho peor, las deja llenas de papelitos que representan las deudas contraídas por este indeseable y su equipo, que tendrán que pagarlas nuestros hijos y nuestros nietos: el pasivo será mayor que el activo, porque no podemos meter la riqueza del país en recursos humanos, activos con los que no es posible hacer frente de inmediato a las deudas, que para eso hace falta tener oro y divisas. Uno se pregunta, ¿cómo es posible llegar a esa situación en tan solo 7 años, recibiendo como recibieron los socialistas las arcas llenas? Muy fácil: derrochando a manos llenas. Un ejemplo.

Esta mañana he visitado el conocido como Galacho de la Alfranca. Un galacho es un meandro abandonado por el Ebro que se ha convertido en un lago, y la Alfranca es una finca que en su día perteneció a la familia del héroe de los Sitios de Zaragoza, el general Palafox. En ese lugar se ha creado un lugar de esparcimiento, un parque en el que se puede pasear entre círculos de grandes piedras traídas de lugares distantes de Aragón, trabajo de Obelix hecho con camión; una torre de madera con ascensor desde donde se puede divisar el galacho y su paisaje circundante; una antigua noria reconstruida; un laberinto; un jardín frente al palacio y a la Iglesia; instalaciones varias: un bar, un museo y edificios con bungalows que estaban cerrados.

Siendo un domingo bastante soleado, el lugar estaba concurrido; tampoco había aglomeraciones: 8 o 10 autos, algunas bicicletas y gente de la Puebla que disfrutaba de un relajante paseo de 4 kilómetros entre ida y vuelta.

Uno se relaja en ese ambiente, pero ante la crisis y la ruina que ha ocasionado el gobierno de Zapatero y muchos de los gobiernos de las comunidades autónomas que nos han impuesto, uno se pregunta:

Si era necesario construir una torre, ¿por qué de madera?, un material noble cuyo comportamiento ante la intemperie no es el mejor. Por otra parte, partiendo de la premisa de que las personas impedidas tienen todo nuestro respeto y reconociendo que hay que suprimir cualquier barrera, ¿era necesario montar un ascensor? Uno se imagina un mirador con una rampa de tierra o de hormigón por la que se pueda subir y bajar. Ahí está. La diferencia es que nos sigue costando dinero, pues hay que mantener la instalación de madera y el ascensor. Este verano pedí un presupuesto para poner una pérgola sencilla en el jardín y se me quitaron las ganas, y mi jardín no pasa de 20 m. No quiero imaginar lo que ha podido costar esta torre.

Los círculos de piedras están bien, pero uno se pregunta el costo de trasladarlas desde las lejanas montañas donde se encuentran. Me ha chocado ver que alguna de las grandes piedras de sal estaba en el suelo. Caída sin duda, por que la base de sal se ha disuelto con el agua. No es que llueva mucho, pero riegan el césped todos los días para mantenerlo sano.

Se han preocupado en reconstruir las paredes de la noria, el depósito, la rueda con sus canjilones, etc., y con el dinero que ha costado, no se les ha ocurrido desviar la acequia que hay a 3 metros para que funcione, algo sin apenas costo. Algunos hacen lo difícil y no hacen lo fácil.

También han construido un laberinto al que han coronado con mármol y ya se echan de menos algunas planchas. No me he metido en él, pero seguro que se encuentra fácilmente alguna chusca.

No sé si alguna vez nuestros políticos se darán cuenta de que el dinero público es sagrado y que lo que en una economía particular es normal, como darse algún capricho, no puede serlo en el ámbito público, donde ha de primar siempre la austeridad.

Cualquier proyecto de inversión debe estar basado en la rentabilidad y nunca en el capricho. Está claro que la rentabilidad del proyecto de la Alfranca brilla por su ausencia, por muy bien que haya quedado. Este mundo no es Jauja, y mientras haya gentes que viven en la miseria, no nos podemos permitir determinados gastos, nuestra economía debe tener límites. Eso lo debían haber tenido en cuenta los políticos del anterior gobierno de Aragón.

Para mí sólo hay un remedio para evitar que se vuelva a despilfarrar el dinero público: que los políticos, sean del signo que sean, cuando dejen el cargo, respondan penalmente de sus actos y que se suprima la situación actual de privilegio procesal que disfrutan en relación al resto de los ciudadanos.

No estoy diciendo que en el caso de la Alfranca hayan robado, pero han despilfarrado el dinero de todos en tonterías, que viene a ser lo mismo, dinero que ahora nos hace falta para cosas mucho más importantes.

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