sábado, 11 de febrero de 2012

¿Quién es Garzón y qué pretende?


¿Que quién es Garzón?

Para unos “el no va más”: campeón de la libertad y azote de los dictadores; para otros "el no va menos": un tipo vengativo que trabaja para sí mismo, con el objetivo de estar siempre en boca de todos; un aspirante a héroe popular, al que le gustaría que le dieran el Premio Nobel de la Paz todos los años. El perejil de todas las salsas.

Para mí es un hombre contradictorio, que siendo juez, tiene una cabeza que poco tiene que ver con la propia de un hombre justo:


- Mientras no duda en perseguir al dictador Pinochet, a los generales de la dictadura argentina o a los EEUU, ni se le ocurre poner en entredicho al régimen cubano, a los montoneros argentinos o a los hermanos Castro o al fallecido Ché Guevara. Como si los cubanos y demás gentes que viven en las mal llamadas democracias populares fueran más libres y afortunadas que el resto, cuando viven en auténticas cárceles. 
- De ser afín a Felipe González el amigo Garzón, pasó a convertirse en su peor enemigo, por el simple hecho de no nombrarle Ministro y dejarlo en Secretario de Estado.
-De la pesadilla de los narcotraficantes gallegos, a su bendición, por su afición a saltarse la Ley para conseguir pruebas con escuchas telefónicas, y por su penosa forma de instruir procesos penales. Al año, los narcos estaban en la calle, libres de cargos, al hacer valer sus derechos constitucionales.
- De asfixiar las infraestructuras económicas de la ETA en tiempos del gobierno de Aznar, a colaborar con los oscuros intereses del gobierno de Zapatero en el chivatazo al bar Faisán.
- De pretender juzgar los crímenes del franquísmo, saltándose la Ley de Amnistía, a negar el mismo derecho a las víctimas de Paracuellos, apoyándose en esa misma Ley de Amnistía de 1977. Pendiente de sentencia.
-De perseguir a los banqueros más relevantes del país, a pedirles dinero, para financiar sus aventuras y cursos en los EE.UU. Etc., etc. Asunto éste por el que también está procesado.

Resultado de sus incoherencias tiene tres causas abiertas. En una de ellas ya ha sido condenado a 11 años de inhabilitación por autorizar escuchas en las reuniones entre abogados y clientes como si fueran etarras. Una sentencia del Supremo en la que los siete jueces han estado de acuerdo. Curiosamente, antes había recusado a otros 11 jueces del Supremo alegando causas diversas para evitarlos, por tener sospecha de parcialidad o enemistad con él. Se ve que a lo largo de su oficio ha hecho pocos amigos entre sus colegas.

La primera sentencia ha sido una bomba al inhabilitarlo como juez: los partidarios incondicionales de Garzón se han rasgado las vestiduras, mientras los que no son incondicionales la ven como una sentencia impecable. Esas reacciones reflejan la situación lamentable del poder judicial en España, donde casi nadie ve a los jueces como hombres imparciales. Lamentablemente, cala la idea de que Garzón ha sido condenado por el tribunal porque se ha creado muchos enemigos y no porque haya vulnerado la Ley.

Así está nuestra justicia: mientras el Tribunal Supremo condena por unanimidad a Garzón, otro tribunal archiva la causa contra un tal Sánchez Manzano, que se dedicó en el 11M a manipular y ocultar pruebas, haciendo lo posible para que el crimen terrorista más horrendo acontecido en España, quede impune. Un hecho incuestionable hasta hoy.

A uno se le ocurre, que lo más plausible que debería hacer el pueblo español para corregir esta situación de podredumbre en la justicia sería, además de cambiar las leyes para convertir al poder judicial en un poder independiente, echar a todos los jueces, secretarios y fiscales y partir de cero con los mejores chicos y chicas recién salidos de las facultades de derecho dispuestos a impartir la justicia que nos falta. Costaría arrancar, pero el tejido social de la justicia se renovaría. En casos extremos la vida del cuerpo se  salva cortando la pierna gangrenada.

Ya de paso, cambiar también el sistema de partidos y organizaciones sindicales y de todo tipo, declarándolos a todos fuera de la Ley e incautando sus bienes, que, por otra parte, proceden de nuestra Hacienda Pública: demasiada gente ociosa e improductiva. Sería también conveniente cambiar el sistema parlamentario por una democracia directa y participativa que nutriera un pequeño Senado donde los ciudadanos más capaces administrasen el país; una nación sin apenas funcionarios, donde se contratasen los servicios necesarios para la comunidad a empresas privadas. En ese sistema, primar con los máximos honores a los ciudadanos que consiguieran éxitos en la labor pública, cuidando especialmente la economía, la policía y el ejército. Una copia mejorada de la República Romana, donde no existieran Autonomías, Presidentes, Reyes, gastos superfluos e impuestos innecesarios.

Ese pueblo español al que me refiero no sería la parte sectaria de compatriotas que no dudan en servir y reír las gracias a izquierdas o derechas y se deja convencer por memorias históricas indecentes y revanchistas, me refiero a esa parte de la sociedad formada por la mayoría silenciosa que tiene que sufrir a unos y a otros en sus disputas, porque todos son familiares, amigos, conocidos o compatriotas.

Hasta que eso ocurra, que no lo veo, si Garzón ha cometido alguna irregularidad que pague por ello, que nada tiene que ver que haya prestado servicios al país con que sus delitos o faltas queden impunes, que la Constitución dice que  todos somos iguales ante la Ley. ¿O es que las leyes sólo deben respetarse cuando nos favorecen?

Tiempo habrá de indultos para Garzón, si es que los solicita y los merece. Mientras tanto, que se dedique a otra cosa y aprenda a convivir con más humildad de la que hace gala, como un ciudadano más, de esos a los que se nos aplica la Ley sin miramientos y no tenemos organizaciones políticas ni sindicales, ni medios de comunicación afines, para coaccionar a los jueces, cuando con razón o sin ella nos procesan.


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