miércoles, 19 de septiembre de 2012

Santiago Carrillo ha muerto a los 97 años


España se derrumba por la falta de moralidad de nuestros políticos. En esa coyuntura ha muerto Carrillo. Una vez muerto, hay muchos que lo elevan a la categoría de padre de la Constitución y de esta democracia resquebrajada que es España, y con ello, lo suben a los altares laicos. España se hunde por muchos motivos, uno de ellos, porque construyeron esta democracia con mentiras y nos las hemos creído. A un hombre que no tuvo el menor empacho en ponerse a las órdenes de Stalin, sin cuestionar en ningún momento el plan de destrucción de su país; a un hombre que colaboró para imponer en España la revolución estalinista y la dictadura del proletariado a tiros, hay que desmitificarlo. Esa dictadura mantuvo y mantiene cautivos a millones de seres en todo el mundo, y está considerado el régimen más totalitario de la historia.

Santiago Carrillo no es el venerable abuelo que aparentaba, un ser frágil que estaba siempre fumando. Los 90 años no eliminan el pasado ni la responsabilidad de los actos de un ser humano. Hay que corregir rumbos y costumbres, y para corregir el rumbo de España hay que asentar sus nuevos cimientos en la verdad, rechazando cualquier sospecha de engaño y manipulación. Carrillo en este sentido no es un ejemplo de honestidad, antes al contrario, fue maestro en intrigas y conspiraciones y se manchó las manos de sangre, ordenando la muerte de muchos de sus compatriotas y correligionarios.

Esta mañana  me  han sorprendido las declaraciones de algunos políticos, la que más, la de Alfonso Guerra, que justificaba a Carrillo diciendo “que se había visto obligado a exiliarse de España”, como si Carrillo fuera una víctima inocente de Franco y de su régimen. Si Carrillo ha sido algo en esta vida es, cualquier cosa menos inocente. Estos de la izquierda española, los herederos de aquellos que destrozaron la República, están siempre intentando elevar a los altares democráticos a una República a la que escupieron y violentaron cuando dejó de serles útil: simplemente la querían para conseguir el poder, como Hitler; los mismos santificadores no dudan ahora en disfrazar la República de democracia y de demócratas a los totalitarios que se la cargaron. Señor Guerra: Santiago Carrillo no se exilió por ser demócrata, escapó de España para salvar el pellejo y eludir responsabilidades por la sangre que derramó, porque sabía que se lo harían pagar. Y, además, escapó dejando atrás a muchos de sus camaradas, que no tuvieron las mismas facilidades para llegar a la frontera, cuando el llamado Ejército Rojo fue vencido. No digamos los que consiguieron llegar a Francia, que sufrieron mil calamidades,  acabaron en campos de concentración, mientras Carrillo y su familia viajaban cómodamente, recibiendo hospedaje en el hotel Nacional de Moscú.

Pero entremos en harina. El comunismo ha sido un régimen genocida, estimando, que en el mejor de los casos, ha sido responsable del asesinato de más de 100 millones de personas. Dentro de esos 100 M., a Carrillo lo hacen responsable de muchos miles de asesinatos en Madrid y fundamentalmente en el término de Paracuellos del Jarama y también en Torrejón, a donde conducían a los presos de muchas “sacas” de las cárceles de Madrid, como la Modelo, Ventas, Duque de Sesto, Toreno, Aravaca, Porlier y San Antón. Como responsable de la Consejería de Orden Público -aunque él lo niegue-, Carrillo y los suyos pudieron encargarse de organizar el exterminio de unos 10.500 presos que había en Madrid, más un número indeterminado de detenidos que había en comisarías y checas, cuando el gobierno republicano abandonó la capital ante la cercanía de las tropas de Franco.

Españoles tan notables como Cristobal Colón y Aguilera, Duque de Veragua; el novelista Ramiro Ledesma; el militar Fernando Primo de Ribera, hijo de Miguel Primo de Ribera y hermano de José Antonio; el político y jurista Melquiades Álvarez; el abogado y político Ricardo de la Cierva y Codorniú, padre del historiador Ricardo de la Cierva; el escritor Ramiro de Maeztu o el escritor y autor de teatro Pedro Muñoz Seca, seguidos por cientos de militares y sacerdotes, pero también, gentes anónimas de todas las edades, profesiones, sexo y condición que les molestaban. Posiblemente, unos doce mil. Todos víctimas inocentes. Su pecado, ser un obstáculo en sus planes y no querer colaborar en la destrucción de España.

Escuchando a los camaradas de Carrillo, es también responsable de las purgas que acabaron con los correligionarios que le hacían sombra dentro del partido, según denuncia Enrique Líster, el que fue jefe del famoso 5º Regimiento y general de varios ejércitos comunistas: http://www.foroporlamemoria.info/wp-content/uploads/2012/09/Enrique-L%C3%ADster-As%C3%AD-destruy%C3%B3-Carrillo-el-PCE.pdf. (Vayan directamente el capítulo IV, donde cuenta el final de hombres como Comorera, Monzón, Quiñones, Trilla, Montero, Hernández, Lino, José el Valenciano, José San José, el Manco de Levante... comunistas como él que habían puesto en peligro la vida por sus ideales y afrentaban a líderes como Carrillo, que nunca había salido de un despacho). 

Entre creer las afirmaciones de Lister, general comunista curtido en varias guerras, y las negaciones de un intrigante como Carrrillo, que lo más cerca que estuvo de una línea de fuego es a la distancia de su cigarro encendido, creo en la versión de un soldado como Lister.

Dicen y redicen que no hay pruebas de lo de Paracuellos, y Carrillo siempre lo ha negado.

En Wikipedia, sobre las responsabilidades de la matanza de Paracuellos, se recoge lo siguiente:

“… Carrillo afirmó que la imputación por parte del régimen franquista acerca de su culpabilidad se produjo sólo cuando fue elevado a la secretaría general del Partido Comunista de España, en la década de 1950, veinte años después de las masacres83 ).

Autores identificados con el franquismo, como Ricardo de la Cierva (hijo, además, de un asesinado en Paracuellos), acusan a Santiago Carrillo de haber ordenado las matanzas.84 Tales acusaciones son lugar común entre círculos de la extrema derecha,85 donde la calificación de Carrillo como «genocida» y «asesino» es habitual, así como por parte de periodistas autodefinidos como liberales.86 87 Familiares de los asesinados han acusado también a Carrillo, mostrándose convencidos también de su responsabilidad.88 Autores como César Vidal, Pío Moa,89 Rafael Casas de la Vega[cita requerida], o Stanley G. Payne90 han secundado tales acusaciones. Incluso historiadores alejados de las corrientes representadas por estos últimos, como Guillermo Cabanellas se han mostrado de acuerdo, siguiendo el testimonio de Jesús de Galíndez (véase más abajo),91 si bien considerando que fueron los agentes soviéticos los que posiblemente ordenaron las matanzas, siendo Carrillo el brazo ejecutor de la operación.92 También ha visto afirmaciones de historiadores como Paul Preston, el cual dice que la implicación de Santiago Carrillo en la organización de las matanzas de Paracuellos es innegable.93 94


Pero Carrillo pudo mentir una vez más: la constancia testimonial siguiente, si la creemos, lo desenmascara. Es imposible inventarse algo como lo que puede leerse en este enlace, y hago referencia a uno de sus párrafos: http://www.diarioya.es/content/un-documento-comprometedor-para-santiago-carrillo-vuelve-a-la-luz, donde un testigo afirma haber visto el asesinato del duque de Veragua y su familia en la carretera de Fuencarral. El testigo afirma que Carrillo lo remató pegándole tres tiros con su pistola.

"... Debía ser la primera semana de noviembre cuando nos llegaron tres autocares con cientos de personas amontonadas. Yo no sabría calcular cuántos serían. Aquello fue horroroso. No paraban de matarlos y meterlos en las zanjas, mientras llegaban más autocares, con hombres. Todos eran fusilados y además machacados con fusiles en la cabeza. La escabechina fue tremenda. El mismo Santiago Carrillo los empujaba hasta la fosa con el pie; con algunos no podía y los arrastraba cogiéndolos de las piernas o de las manos. Después preguntó: “¿Qué tal se porta este pionero?”, refiriéndose a mi. Contestaron que trabajaba mucho. Que estaban contentos. “Bien, cuidarme al Estudiante”, dijo antes de marcharse dándome una palmada en la espalda”.

Pero las evidencias no sólo son testimoniales, también las hay escritas: el rigor del periodista e historiador Martínez Reverte ha encontrado un acta de la CNT donde quedó constancia documental de que los fusilamientos fueron premeditados: 

“Agentes de Stalín indujeron la matanza de presos sacados de las cárceles de Madrid”, la verdadera aportación histórica al caso es la exégesis de un acta del Comité Nacional cenetista donde el anarquista Amor Nuño, responsable de Industria de Guerra en la Junta de Defensa, cita un acuerdo con los comunistas de la de Orden Público para proceder a la “ejecución inmediata, cubriendo la responsabilidad de los presos fascistas y elementos peligrosos”.

Santiago: De ésta y otras has escapado o te han dejado escapar ¡Llévate la misma paz que dejas!, y si hay algún juez al otro lado, que no le tiemble la mano cuando juzgue tu caso para castigarte o librarte del castigo, si procede.

Sí, ya se que Franco también se fue de rositas y que hubo un pacto para no remover  el pasado: yo no voy a justificar al General, pero lo que está claro es, que si un asesino, sea quien sea y sea cual sea su justificación, quiere quedar impune después de haber cometido graves delitos, debe asesinar a cientos o a miles de personas para que no lo castiguen. Ni siquiera los encarcelan. Debe ser una vieja Ley la que siguen las autoridades de este mundo, que consiste sin duda en no castigar a los que sacrifican seres humanos en masa. ¿Se trata de sacerdotes intocables? ¿A qué Dios querrían honrar sacrificando a tanta gente, Stalin y los comisarios que transmitían sus órdenes a Carrillo y Carrillo mismo, siendo todos ellos ateos?

Está claro: a Satanás, el ser que niega a Dios.

Otra cosa está clara: cuando los partidos políticos carecen de un funcionamiento democrático interno y de mecanismos de control, acaban en manos de los hombres capaces de todo para acceder a la cúspide y desde ella al poder total. ¿Por qué nos extrañamos de sus crímenes?, ¿por qué extrañarnos de que esas gentes miren para otro lado en los actos de genocidio de otros? Al mirarlos ven su propia imagen y se ponen en lugar del genocida. Se llama empatía.

POSDATAS.-

El pasado 20 de septiembre, la hija de Julián Grimau escribió en el Mundo sobre Carrillo un artículo que titula "El enterrador enterrado":

"Encarnó el prototipo arrogante de los dirigentes con plenos poderes para disponer de la vida y la muerte de los otros. Siempre en la cúpula. Alejado del peligro de la clandestinidad. Hoy muere, el gran vencedor, el que enterró a todos los camaradas. A los que traicionó, también. Todos sus hombres han muerto. Él inició el comunismo y lo enterró un siglo más tarde. Su perseverancia es lo más espectacular y lo más siniestro del personaje. Acabó reinando sobre los cadáveres que fue acumulando sin que de su boca saliera el menor sentimiento de culpabilidad. Hizo ver la luz donde sólo había tinieblas.

...Carrillo se reinventó a sí mismo en la mentira. Su habilidad camaleónica siempre me ofendió. Me estremeció su perseverancia en ser la voz del augur, legitimada siempre con la sangre de los otros. No citaré a ninguno para no olvidarme de nadie. Gregorio Morán habló de dos elementos confluentes en el tacticismo del dirigente: su amnesia oportunista y la exoneración de toda responsabilidad propia. «Somos colectivamente responsables de las insuficiencias y debilidades en nuestro trabajo». Todos fueron culpables. Menos él.

Pero yo, hoy, en el día de la muerte de Santiago Carrillo, sólo veo el silueteado de los clandestinos que no pudieron regresar de la utopía mortal de aquellos años de espejismo revolucionario. Y el rostro entumecido y los ojos negros de mi padre, Julián Grimau, esperando que el tercer tiro de gracia acabara con su vida. Porque hicieron falta tres tiros de gracia para matarle".

Poco se puede añadir al testimonio de la hija de Julián Grimau contra Carrillo. Julián Grimau fue un militante del PCE, que fue sometido a un Consejo de Guerra sin garantías, acusado de dirigir la checa de la plaza Berenguer de Barcelona, condenado a muerte y fusilado. Muchas más garantías que las víctimas de aquellas checas. El régimen de Franco lo pudo detener porque fue delatado, como tantos otros que le molestaban, y que fueron enviados a España a una muerte cierta. 

Yo recuerdo las soflamas de la Pasionaria sobre Julian Grimau, desde la Pirenáica: una víctima inocente del franquismo al que entregó Carrillo. Esto último no lo dijo.

Hoy, domingo 23 de septiembre, recién enterrado Carrillo, publica el diario el Mundo, en su revista Crónica, un reportaje donde cuenta la historia de Carrillo y de su primera mujer, Ascensión, que echa más incertidumbre sobre el pasado de este personaje tenebroso: http://quiosco.elmundo.orbyt.es/epaper/epaper.asp?tpu=Cr%C3%B3nica&pub=23_09_2012.

Háganse con un ejemplar, antes de hacer un elogio del fallecido y más que presunto genocida, y pongan en la balanza lo bueno y lo malo que se dice de él. Sólo lo elogian los que no lo sufrieron.


  

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