¿Que qué es una ONG?
Un amigo muy quemao contestaba a esta pregunta diciendo, que una ONG era un señor o una señora que salía en la tele por Navidad, intentando convencernos de que le diéramos dinero para salvar a todos los niños del mundo y que luego desaparecía con la pasta.
Su prueba del nueve era la cantidad de organizaciones procesadas o en vías de investigación, por quedarse con el dinero recibido, alguna de ellas de muchas campanillas (si pinchas con doble click en el título de este artículo podrás leer otro artículo de investigación que deja con el culo al aire a muchas ONGs.).
Yo conservo la carta manuscrita que, como agradecimiento, me envió el P. Jesuita Javier Olazabal, fundador de Anesvad, una organización que luchaba contra la lepra en Culión (Filipinas) y la venció. A su muerte, Anesvad cayó en otras manos. Sin duda, El P. Olazabal procuraba el mejor destino a las limosnas y donaciones que recibía. ¡Qué gran hombre! La prueba de que en este infierno hay santos. ¡Claro!, alrededor de los santos revolotean los demonios.
Desde aquellos años en los que la Iglesia y la Cruz Roja tenían el monopolio de las cuestaciones, con aquellas huchas con cabeza de negrito y las jodidas banderitas que terminaban clavándose en la chicha, ha llovido lo suyo. Hoy, las huchas de los negritos han desaparecido y las banderitas se han quedado en simples pegatinas y en billetes de lotería. Pero la costumbre de pedir, no os preocupéis, no ha desaparecido: no sólo sigue pidiendo la Iglesia y la Cruz Roja, ahora pide hasta el Kiko.
Mi amigo llevaba bastante razón, que a río revuelto… Ahora nos dan su número de cuenta o nos piden la nuestra para que nos dé vergüenza darles unos céntimos y les soltemos algún billete; otros van más allá con la excusa de que aprovechemos los beneficios fiscales de una cuota, que se convierte en donación ¡qué decir de algunas organizaciones que viven del dinero público! Habrá pocas organizaciones políticas en este país y también sindicales que no tengan una parte de su organigrama dedicado a estos menesteres o sus propias ONGs: unas a nivel nacional, otras a nivel autonómico, a nivel provincial –vía diputaciones- y otras a nivel local. Nos hemos convertido en el país de las ONGs. Todas ellas disputándose, no sólo el bolsillo de los humildes ciudadanos, también a las grandes empresas, que terminan aburridas creando sus propias fundaciones para dirigir ellas mismas el destino de sus ayudas y al propio Estado, que simula ser hermanita de la caridad. Como setas, surgen las organizaciones de caridad, a la hora de hacerse cargo del dinero ajeno en estos menesteres. Hasta piden para los cubanos. ¿No tendrán bastante dinero aún los Castro? Sabemos que a los cubanos lo único que les llega es la necesidad. Hasta el ejército se ha convertido en una ONG más, como si tuviera que penar por su pasado, antes de ser aceptado por la progresía inconsecuente. Hoy lo dedican a llevar ayudas por el mundo, en lugar de dedicarlo a lo que les es propio, la defensa de nuestro país. Luego nos quejaremos si entra el moro y nos pone a todos mirando hacia la Meca.
La pregunta del millón: ¿Cuánta parte del dinero recaudado por estas organizaciones pseudo oficiales y políticas llega a los "negritos", "amarillos", "rojitos" y "aceitunados" necesitados? Nunca lo sabremos. Aún recuerdo la extrañeza de algunos dirigentes nicaragüenses ante unas ayudas gubernamentales españolas desconocidas para ellos. ¡Claro!, al no haberlas recibido, las reclamaban; mientras, los de Asuntos Exteriores miraban para otro lado con disimulada inquietud.
Pero en este mundillo de intereses también hay una parte buena. Al otro lado, médicos, enfermeras, farmacéuticos, oculistas, etc., unen sus esfuerzos con ilusión, sacrificio, ganas y recursos limitados. Cada uno en su parcela, luchando contra la necesidad de los desfavorecidos, del llamado Tercer Mundo.
Si se cumple el dicho "Que... de la necesidad virtud", también de la necesidad surge la picaresca: hay empresas que se han especializado en buscar y recaudar fondos para algunas ONGs. En plan industrial: con objetivos y jalones, balances etc. No se yo... Eficaz será, pero... entra el interés con demasiado peso, en un terreno, de por sí, lleno de pícaros.
¡Qué jodido es el dinero y el ansia y qué mala es la necesidad! Ahora que las vacas flacas atacan a nuestro país con toda la cornamenta, con 4 millones y medio de parados mal contados a la baja, más los invisibles autónomos que han perdido su negocio y los jubilados que se quedan sin sustento por ayudar a sus hijos a pagar las hipotecas, muchas de estas organizaciones se han puesto de perfil: parece ser que lo suyo son los terremotos, los tsunamis y las grandes catástrofes en general, que permiten recaudar importantes recursos; lo pequeño y local parece que no es de su competencia. Entendemos, que no necesitamos la acción de ONGs médicas y de otras especialidades para solventar nuestra crisis económica doméstica, pero otras, si podían ayudar con los fondos que reciben, no siempre de forma justificada y cuyo destino es claramente opaco.
Ellos sabrán: a nosotros nos sirve para saber quién es quién en esta selva de egoísmos, quién arrima el hombro y quién se guarda de dar. Tras dos años de catástrofe económica, se ha visto muy claro. Ya sabemos quien está evitando el deterioro social en España, ayudando a las personas sin recursos. Nos guste o no, la que más colabora en reparar las heridas que provoca el paro es nuestra Iglesia Católica, la de siempre, esa organización tan atacada por los progres de pacotilla y sus organizaciones es la que está ayudando a nuestra sociedad. La labor que hace con sus comedores, el reparto de alimentos a las familias, ayudas para alquileres, etc. nos está salvando al resto de los ciudadanos de una explosión de inseguridad y de violencia. Quizás en el pasado, del dinero recaudado para los negritos solo llegaban a las misiones casullas y artilugios para hacer misa, pero algo ha cambiado en esta Iglesia, que tan cerca está de los necesitados.
¡Claro! Su labor es posible gracias a mucha gente generosa, consciente de la gravedad de la situación. Pero de poco o nada serviría esa generosidad, si esas aportaciones no llegaran a su destino como están llegando. Aún están esperando las víctimas del último terremoto del Perú a que su gobierno les ayude a reconstruir sus casas. Cuando las ayudas recibidas por los gobiernos no llegan a sus necesitados, una grave enfermedad padece esa sociedad. Por eso, muchas empresas y organizaciones gestionan directamente la ayuda o recurren a Cáritas.
Lo siento si alguien se ofende, pero yo me voy a acercar a la Hermandad del Refugio y poner mi granito de arena apostando por su labor, pero también hay muchas instituciones con comedores abiertos, que os recibirán con alegría: tanto si vais a donar, como si necesitáis comer. A las otras ONGs, analizarlas a fondo antes de darles un solo Euro.
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