Parece que la sentencia del Tribunal Constitucional no satisface a nadie. A mí tampoco. Los porkis nacionalistas andan cabreados promoviendo manifestaciones de la mano de un cordobés, que para más INRI, tiene nombre de vino, cara de cura y horchata en las venas. Están, como si les hubieran agredido y después violado por la gatera, y eso que les han tocado los jamones, los lomos, los chorizos y las longanizas y a los demás nos han dejado el tocino de hacer jabón.
Están siempre cabreados, como si pagaran ellos la merienda, llevando como llevan 30 añós comiéndose la nata de la leche: la crem de la crem se les ha dado para que sonrían un poco los alumnos pujoleros. Somos el resto de los españoles los que estamos financiando sus necesidades y caprichos para que puedan vivir como canónigos, llevándose -eso sí- sus buenos porcentajes.
Terminaremos mal con este tripartito o cutripartito. Que busquen financiación en otra parte; y si no la encuentran, que se dediquen a trabajar en lugar de tocar los cataplines; que nos dejen en paz con sus milongas. No quieren saber nada de nosotros, pero pedir si que piden. Yo no les debo nada y el resto de España tampoco.
Si, como dicen, hay muchos catalanes que quieren seguir siendo españoles, tendrán que empezar a hacerse notar. Les regalo una idea gratis: podrían acudir a las manifestaciones que han convocado sus nacional-socialistas y tirarles tomates, pepinos, calabazas y todo tipo de hortalizas y frutas pringosas.
El que algo quiere, algo le cuesta.
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