En recientes declaraciones, Felipe González ha reconocido que tuvo la oportunidad de dar una orden para "liquidar a toda la cúpula de ETA" en Francia.
A buenas horas mangas verdes.
Siempre consideré que Felipe González Marquéz era cobarde. No lo digo por su afirmación de no liquidar a la cúpula de ETA, sino por manifestar ahora lo que tuvo que reconocer antes, cuando la justicia procesaba a sus ministros por los asuntos del GAL. Mal está saltarse las leyes, pero peor está dejar que otros paguen por aplicar órdenes dadas por tí.
Un dirigente que lucha contra los enemigos de su país y lo hace con la ley en la mano y también sin ella, debe ser valiente. Cuando murieron unos terroristas del IRA en Gibraltar, hubo sus más y sus menos; Margaret Tatcher dio un paso al frente y, fuera o no verdad, dijo que no buscaran responsables, que ella asumía toda la responsabilidad. Ahí terminaron todas las especulaciones.
Aquí por el contrario, Felipe González dejó que varios de sus ministros, un director general, un secretario de estado y un general de la guardia civil fueran a la cárcel. Él no dijo ni pío. Una de las veces, tuvo el valor de acompañar a la cárcel, creo que fue a Barrionuevo, para apoyarlo. Lamentablemente, él se quedó fuera.
Gracias a Dios, nos libramos de semejante charlatán. Lamentablemente, después de sufrir a ZP dos legislaturas, hay gente que echa de menos a González. Yo les regalo a los dos.
¡Qué país! ¡Qué mala suerte tenemos con los políticos! Además, cuando nos sale un político medianamente bueno, se marcha.
Es cierto, pero no les echemos toda la culpa, que somos nosotros quienes les votamos, y cuando nos salen sinvergüenzas, nos aguantamos en lugar de echarlos sin contemplaciones.
Ya no es momento de hablar señor González, pero si quiere hacerlo, ¡hágalo! Quizás a alguno de los que le defendían con ardor, se le caiga la venda.
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