martes, 23 de noviembre de 2010

Pobres de nosotros, pobres saharauis, pobres marroquíes.


Con motivo de los graves acontecimientos del Aaiún de hace dos semanas, como los humanos sólo somos dueños de nuestros silencios, hemos podido recuperar las palabras que en su momento pronunció el ex presidente del gobierno, el socialista Felipe González Márquez, en favor de la causa saharaui: “… nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final”. Palabras vacías. Cuando dejó el gobierno, no tardó en ponerse a trabajar para el sultán de Marruecos, representándolo incomprensiblemente en lugares y situaciones bastante censurables para un ex presidente del gobierno de España. Ese extraño comportamiento, nos crea una grave sospecha: la de si el señor González trabajaba ya para el sultán de Marruecos cuando era Presidente del gobierno de España o comenzó a trabajar después. El pensamiento de cada cual es libre, pero es el comportamiento del señor González el que nos inclina a pensar lo peor. Hace unos meses http://www.elmundo.es/elmundo/2010/03/01/espana/1267458508.html el periódico “El Mundo” publicó la noticia de que Felipe González se había construido un chalet de 2200 m2 en Tánger en primera línea de playa, lo que viene a echar más leña al fuego. Cada cual puede hacer con su dinero lo que quiera, pero la noticia dio qué pensar.
 También hemos escuchado a la nueva ministra de Asuntos Exteriores Trinidad Jiménez, la que llaman algunos críticos poco comprensivos, señorita Mora Trinos, hacer lo mismo: hace un tiempo, se declaraba pro saharaui, mientras hoy, no se atreve a condenar los sangrientos sucesos perpetrados en el Aaiún ¡Claro!, que estando a las órdenes de un Presidente como José Luis Rodríguez Zapatero no es de extrañar: recién elegido Secretario General del PSOE y gobernando José María Aznar, fue capaz de viajar a Marruecos a entrevistarse con el Sultán, en momentos críticos para la política exterior española en los que él y su partido deberían haber cerrado filas con el gobierno del señor Aznar (luego pedirá lealtad inquebrantable a los demás). Pero nuestra ruina, el que piensa que España es un concepto discutido y discutible, el que no se olvida de cobrar el salario que le pagamos todos los españoles de España, lo primero que hizo cuando fue elegido Presidente del Gobierno de España tras las elecciones del 2004, fue viajar a Marruecos. Fue su primer viaje al exterior representando a España ¿Por qué lo hizo?, ¿le debía algún favor especial al Sultán? Muchos pensamos que le debía demasiados favores; los españoles por el contrario, desde el 11M, tenemos muchas preguntas que hacer al rey marroquí y al señor Zapatero.
¿Qué les pasa a los políticos socialistas que cuando salen elegidos tienden a perder el culo para besar las manos de ese señor?, ¿qué le deben?, ¿les financia las campañas... acaso? Deberían aclararlo. En cualquier caso,  sólo con intuirlo, el Partido Popular debería haber estado moviendo Roma con Santiago para destapar lo que hubiera e informar a todos los españoles. Lamentablemente para nosotros, estamos en manos de gentes que no saben estar en su sitio y  les produce urticaria molestar y asumir como propios los intereses y reivindicaciones de los españoles.
Con personajes que tienen tanta relación con la quasi divinidad del Sur y son tan condescendientes con todo lo que hace, es para preguntarse, si cuando gobiernan en España lo hacen teniendo en cuenta que nuestro Jefe del Estado es Juan Carlos I de Borbón o, por el contrario, cuando hacen como que gobiernan, obedecen al monarca alauí, al que no sé por qué tienen que llamar "primo" en la Zarzuela (los que hacemos de primos somos nosotros). Todo son palabras como “Marruecos es amigo de España”, “debemos mantener buenas relaciones  con nuestro vecino del Sur”, "la política con Marruecos es de importancia estratégica", etc., etc. La gente llana pensamos de diferente manera, pues ni el rey de Marruecos es buen vecino nuestro, ni es nuestro primo, ni es amigo de España. Sabemos, que, antes que nosotros, son los súbditos marroquíes  las primeras víctimas de este monarca, por eso, sin cerrar fronteras con el reino alauí, como país, deberíamos hacernos respetar de este raro primo.
La política de España ante Marruecos debería ser muy clara: si no hay lealtad ni buenas relaciones, que no las hay, fomentar en el Norte las históricas reivindicaciones de los rifeños y financiarlas; en el centro, hacer lo posible para que la verdadera democracia entre en Marruecos y, en el Sur, ayudar al Frente Polisario a recuperar su territorio. Ello obligaría al monarca marroquí a emplear su tiempo y sus recursos en cosas muy diferentes a las que hace, como dejar de meterse con España, mejorar las condiciones de vida de sus gentes, devolverles sus derechos y darles las libertades democráticas de las que carecen.
Pero nuestros gobernantes, ni se atreven a plantarle cara a este incómodo vecino, ni saben utilizar la astucia en nuestro provecho; hacen todo lo contrario, pues se ponen del lado del monarca aluí en la causa saharahui y están de perfil en cualquier problema que acontece en las fronteras  ¿Cómo se puede calificar a una persona u organización que ayer defendía a los saharauis y hoy se esconde detrás de los intereses de España para no hacerlo? Será por su propio interés por lo que actúan así, no por el interés de España. De los citados políticos comprobamos cada día que carecen de principios, de lealtad y de buena fe, pero ¿con qué palabra podemos definirlos? Nos gustaría poder encontrar una adecuada, pero resultará difícil encontrar sólo una. Con la señora Trinidad es más sencillo: lo suyo puede ser desde falta de agallas a falta de criterio y de los citados, mejor no hablar, pues les podemos acabar llamando de todo menos bonitos.

Como sigamos eligiendo así a nuestros políticos y les permitamos ejercer el poder sin pedirles cuentas ante los tribunales cuando hacen de las suyas, la palabra que terminará por definir a los malos políticos en España sera una palabra que empieza por “socia” y acaba en “listas”. No sé si será o no justo, pero aquí el socialismo las ha hecho muy gordas en los últimos 100 años y deberían hacérselo mirar los que todavía los tienen por paladines de las libertades. Los votantes por supuesto, tendremos nuestra parte de responsabilidad en este mal negocio, y deberemos asumir, que como mínimo, somos unos imbéciles y unos cobardes y, que por nuestra falta de agallas, nos merecemos con creces muchas de las cosas que nos hacen. 

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