jueves, 16 de septiembre de 2010

Amigos del arte ajeno

              
            Hace muchos años que el obispado de Barbastro viene reclamando, sin suerte, al obispado de Lérida, que devuelva los llamados "Bienes de la Franja", piezas y obras de arte de los pueblos de la Franja colindantes con Cataluña, que están depositados en el museo diocesano de Lérida. Curiosamente, dicen que fueron depositados allí para evitar que fueran robados. Bien. En aquellos tiempos la intención podía ser buena. Hoy, después de los años transcurridos y los hechos acontecidos, la intención de los que deciden hoy sobre los bienes es más que sospechosa.

                     De nada han servido demandas y recursos canónicos y demás procedimientos civiles favorables al obispado de Barbastro, pues los bienes continúan sin ser devueltos a sus legítimos dueños.

                     No entiendo mucho por qué han trasladado un problema entre obispos a toda la sociedad, enfrentándonos a aragoneses y catalanes por unos bienes que, nos guste o no, son ajenos. Claro, que si no hubiera sido así, los bienes hace tiempo que estarían con sus legítimos dueños. Como han sido los políticos y los religiosos de aquí y de allí los que han enciscado al pueblo llano en el asunto, me atrevo a dar mi opinión y al que le pique que se arrasque.

               Quien ha seguido el asunto con cierto interés sabe que han sido los intereses de los gobiernos catalanes y el obispo de Lérida los que, una y otra vez han impedido por la vía de los hechos y de las omisiones, que la justicia divina y humana funcionen con normalidad y quede reparado el daño.

                Un consejo al obispo de Barbastro y a las autoridades autonómicas aragonesas: está claro, que las autoridades políticas y religiosas catalanas no quieren devolver los bienes: ellos mismos lo reconocen, con aquello de "que las piezas expuestas en el museo... forman parte del catálogo artístico protegido de la Generalidat que se opone a la disgregación" ¿Cómo se llama eso? Tiene un nombre muy feo.

              Ya está bien de tanta paciencia y diplomacias que de nada sirven: que quien corresponda se querelle, vía penal, contra quien se ha opuesto y se opone a devolver las piezas y obras de arte de la Franja, acusándolos de “APROPIACIÓN INDEBIDA” y que nos deje en paz a los aragoneses y catalanes con los Bienes de la Franja.

            Para los no entendidos, la apropiación indebida es un delito practicado habitualmente por amigos que se encariñan con lo que tienen en custodia y terminan quedándoselo.

           La propiedad de estos bienes ha sido reconocida a las parroquias aragonesas reiteradamente. Poco importa si los presuntos mansean en tablas cantando misa en catalán o viven a costa de los demás, practicando la censurable política de dilatar "sine die" la devolución de los bienes. Dilatar es no dar y, por lo tanto, cuando estás poniendo excusas variopintas para no devolver los bienes que tienes en custodia, puedes estar incurriendo en un delito. En este caso, los unos se apoyan en los otros para no ejecutar lo juzgado; si se han convertido en cómplices es su problema.

Así pues, la solución podría estar en que la justicia penal se encargara del asunto, admitiera o no la querella, juzgara y sentenciara. Quizás algunos adquieran así el respeto que no tienen y dejen de actuar protegiéndose detrás de las instituciones para hacer de las suyas. Eso sí, las autoridades aragonesas tendrán que echarle algo más de arrestos al asunto e ir a por ellos, en lugar de lloriquearnos por la radio, la televisión y los periódicos. Son sólo hombres, perversos e irrespetuosos con  los bienes ajenos, pero hombres al fin y al cabo.

 Que no se quejen los del museo de Lérida por recibir anónimos postales conminatorios a la devolución o por encontrar en el libro de visitas del museo mensajes de gentes cabreadas, que alguien los ha cabreado antes para utilizarlos en su provecho.

Que tengan respeto a las normas, que las leyes nos obligan a todos, y los que guardan esos bienes contra derecho, que dejen de apoyarse en Santa Rita para hacer su santa voluntad. Sí, aquello de “Santa Rita, Rita, Rita, lo que se quita no se da.” ¿O era al revés?

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