lunes, 7 de marzo de 2011

¿Te ha embargado el banco por no pagar tu hipoteca?


Cuando te enteras de que hay gente que pierden su vivienda por no poder pagar las mensualidades de su hipoteca, sin duda es una mala noticia para los afectados, cuando esa noticia sucede a diario y sale por TV, es una mala noticia para la sociedad, cuando eso mismo te sucede a ti, no es una noticia, es tu ruina.
En estos tiempos difíciles, en los cuales sobrellevamos con demasiada paciencia una crisis provocada por una cuadrilla de sinvergüenzas, las noticias de embargos de pisos y casas a gentes que se han quedado sin empleo es habitual. Lo mismo que es habitual la noticia de gentes atrapadas por una inmobiliaria que no les termina las viviendas y tienen que seguir pagando mientras las viviendas se deterioran.
La crisis en España tiene muchas caras: una crisis del ladrillo mezclada con una crisis financiera que provocan una crisis nacional en medio de una crisis mundial. Pero, ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?
Ya en la Edad Media, los antecesores de nuestros banqueros actuales acostumbraban a crear crisis parecidas: En época de vacas gordas (muy pocas por cierto), ofrecían préstamos a bajo interés para que las gentes se atrevieran a comprar alguna finca o casa, establecerse o ampliar sus negocios. Pasado un tiempo, llegaba una mala cosecha (muy habitual), subían los intereses y comenzaban los problemas: al final, las fincas, los negocios y las casas pasaban a ser del prestamista, y el resto de interfectos, se quedaban con una mano delante y otra detrás. Todo legal y bien atado. El negocio reportaba notables ganancias y, por supuesto, el prestamista, buen amigo de las autoridades, quedaba libre de cualquier responsabilidad entre la miseria y la ruina ajena.
¿Nos suena de algo? ¿Cuál es la diferencia entre lo que sucedía en la Edad Media y lo que sucede hoy? La diferencia es pequeña, pues, básicamente, el plan es el mismo, pero implica a más gente y consiguen más dinero. Al final, se siguen quedando con los pisos, con los solares y con las fincas de los particulares que no pueden devolver sus créditos. La diferencia, que reciben además ayuda pública, aprovechando el temor general a que la quiebra de un banco o caja arrastre a otros y  caigan todos como las fichas de un dominó. La abundante ayuda pública les sirve para sobrevivir sin sobresaltos de aquí al momento en el que los pisos y solares vuelvan a tener valor y puedan venderlos a mejores precios que los actuales. Mientras, van sacando algunos pisos al mercado, haciéndoles el privilegio a los compradores de concederles una hipoteca. Para los demás, no hay crédito; lo mismo da que sean empresas que particulares. Seguramente, por ese y otros motivos, los chinos no confían en los bancos y prefieren pedir dinero a sus familiares, que, además, no cobran ningún interés. Cada vez me caen mejor los chinos que vienen por aquí.
Está claro que la crisis del ladrillo y la crisis financiera van unidas: Pisos caros que no paraban de subir, hipotecas fáciles y sin avales (bastaba con una nómina, un seguro de hogar y otro seguro por si la gente se quedaba sin empleo, seguro que no ha servido para nada, pues, cuando han surgido problemas de desempleo creciente, las aseguradoras han roto el contrato). Te daban hasta el 100% del valor del piso y, si insistías, también para los muebles y un buen coche, a interés hipotecario. Cuando a los bancos y cajas se les acababa el dinero para préstamos, lo pedían a bancos de fuera, los cuales, muy alegremente, entraban para seguir inflando el globo. El negocio aparentaba no tener final.
Pero un día, todo se fue a la mierda, por la estafa que hizo un banquero llamado Madof a otros banqueros anónimos representando a clientes codiciosos de todo el mundo: los bancos y cajas se asustaron, y como no sabían qué otros bancos, además de ellos, podían estar afectados por el caso Madof, rompieron la poca confianza que se tenían, y dejaron de prestarse dinero los unos a los otros en el mercado inter bancario; no tardaron en cortar el grifo del crédito a particulares y empresas y la crisis se desató de forma virulenta: sin créditos, las casas dejaron de venderse, la construcción se paró, los impagos comenzaron, empresas solventes que cierran, pilladas en cascada, la gente que pierde su empleo y comienzan los impagos de hipotecas.
El gobierno mientras tanto sin fondos, pero ¡oh, milagro!, es el único que tiene crédito en los bancos. Estos, por supuesto, han recibido avales y dinero del Estado para tapar sus agujeros, dinero que por supuesto era nuestro. La finalidad, que mantuvieran abierto el crédito a las empresas y que la crisis no terminara en un desastre económico mayor, pero ¿qué hicieron los bancos y cajas?, se lo quedaron para poder devolver los préstamos recibidos de bancos alemanes, franceses, etc. y no quebrar, pues se habían saltado sus propias normas preventivas. El Banco Central Europeo también abrió el grifo a los bancos de Europa para evitar que se colapsaran; nuestros bancos y cajas lo toman y se lo prestan a su tragón amigo, el gobierno más gastador de toda nuestra historia. No lo hacen por amor, simplemente, que el BCE lo presta al 1 y pico % y los pródigos que tenemos abonan más del 5% a los pocos que se atreven a comprar su deuda. Por supuesto, corren riesgos, pues, técnicamente, el gobierno, las autonomías y los ayuntamientos grandes y medianos de nuestro país están en quiebra -los pequeños siempre han vivido de limosnas. De hecho, aunque sigan dilapidando, no les pagan a sus proveedores, que se ven obligados a cerrar sus negocios.
El resultado es la ruina y el empobrecimiento generalizado del país: tanto para las pobres gentes que creyeron que podían acceder a la propiedad sin disponer de ahorros suficientes o con el único bien de su trabajo, como para los pequeños y medianos empresarios que no encuentran financiación. A estos caídos del socialismo y de la banca no hará falta advertirles, pero sí a los demás: la banca en general y las cajas en particular no son nuestras amigas, al menos no lo han demostrado: son como ese pez que tiene un reclamo que parece comestible, te lo enseña, y cuando te acercas lo suficiente, te come a tí.
Por eso los chinos no quieren saber nada de bancos, de cajas, ni de cajones. Los ven a todos como al pescador que echa la red y la recoge cuando está llena de pececillos. Los pececillos somos nosotros, nuestras nóminas, nuestros ahorros, nuestras viviendas (los españoles somos ricos, se le ocurrió decir a un sinvergüenza, recientemente, porque muchos españoles siguen siendo propietarios de sus viviendas). Seguramente, está pensando en despojarnos de ellas. Me parece que vamos a tener que imitar a los ciudadanos griegos que, ya puestos, se niegan a pagar en los autobuses, en el metro, en las autopistas y en todo aquello que pueden evitar. Si los que nos gobiernan nos miran como el cazador a su presa, vamos a tener que ser más sinvergüenzas que ellos, ya que no somos capaces de echarlos con cajas destempladas.
 Ilusión, flor de un día que parecía que iba a durar siempre. La ayuda familiar es el único consuelo de los arruinados, que no han tenido recursos ni para pedir la suspensión de pagos en un juzgado. Hijos que vuelven a casa de los padres, con sus parejas y retoños, a vivir de la pensión de sus mayores. Gentes que vivían sin apreturas y hoy van a los comedores sociales para seguir tirando; algunos rebuscan en la basura y, muchos mal comen para llegar a fin de mes. Ya no sacan por TV a la gente riñendo por el contenedor de un supermercado. Se ve que no quieren crear más alarma social, pero da igual, los vemos nosotros rebuscando en la basura cuando vamos a tirarla.
Los que han originado este desastre y los que no nos han defendido de ellos son la auténtica basura ¿Se van a ir todos de rositas como en la Edad Media?, ¿nadie es responsable de nada en este país?, ¿en qué cárcel están los Madof españoles que nos engañaron o lo permitieron?, ¿fuimos codiciosos por querer tener algo propio con un trabajo normal en una empresa normal, sin tener una nómina de funcionario?
¡Qué asco!

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