Ayer, recién incorporado de unas cortas vacaciones, vi un reportaje en Telecinco centrado en la celebración del mundial en Barcelona. Me sorprendió ese reportaje, en una cadena que normalmente no se moja contra el poder establecido. Rectificar, siempre es oportuno.
Pues bien: se veía a un policía, de ese cuerpo policial autonómico cuyos miembros nunca llegarán a viejos, amenazando a un joven que había conseguido burlar su vigilancia y se había encaramado a la estatua de una fuente cerrada, enarbolando la bandera de España. Parece que habían vallado la fuente para que no fuese utilizada por los barceloneses y catalanes que quisieran celebrar la victoria de España en el mundial de fútbol. El policía, muy valiente él, obedeciendo órdenes o por su cuenta, amenazaba al joven con dispararle si no se bajaba de la fuente. El joven que tenía sus arrestos, no tenía sin embargo madera de mártir y se bajó. Entre 60 ó 70 detenciones se produjeron.
Una oportunidad perdida, sin duda, para la causa de España, pues, si el joven se hubiera resistido a bajar, ese policía lo hubiera derribado. Se hubiera podido producir una reacción popular de consecuencias impredecibles para los separatistas catalanes que gobiernan en la segunda ciudad en importancia de España y en una de las primeras regiones españolas, a los que hace mucho tiempo que se les ve el plumero. Montilla y PSOE incluidos.
Choca la actitud violenta y descuadrada de los mozos contra un joven que enarbola la enseña nacional por el triunfo de nuestra selección, con la actitud servil que presentan ante manifestantes que reniegan de los símbolos españoles y de su nacionalidad, quemándolos en público. Ningún detenido, y cuando los hay, los jueces los sueltan sin cargos.
Los catalanes, no es que tengan el derecho de ser españoles, lo son. Lamentablemente, las acciones y omisiones de nuestros políticos, han permitido que Cataluña se haya convertido en un territorio donde no hay libertad. Los nazis andan sueltos por sus ciudades y pueblos, aunque esta vez no persigan judíos y persigan a los que se sienten españoles o desean expresarse como tales.
Creo que ha llegado el momento de ir a por ellos con la ley en la mano: Primero a por los traidores que, representando al Estado Español en las comunidades autónomas, lo traicionan. ¡Ni una más! ¡Claro!, habrá que echar antes al primer valedor del separatismo en España, que está en la Moncloa; después, también habrá que pedirle cuentas al jefe de la oposición, que ante hechos tan graves como éste, se esconde; tampoco olvidemos al Jefe del Estado, que en estos casos, en los que está en juego la unidad de España, debería salir de las monedas e imponer su criterio, con talante o sin talante, por las buenas o por las malas.
¿Por qué te callas?
Para algo les pagamos, digo yo…
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