lunes, 26 de enero de 2009

La sociedad española a examen por un bofetón

Me ha parecido entender, que el gobierno español indultaba a la madre que dio un bofetón a su hijo, como reacción a su mala conducta.
Podríamos dejar cerrado el caso y pensar que el gobierno tiene corazón, pero cerraríamos la herida en falso y esta sociedad no debe quedar con esa herida abierta.
Hace unos días, el fiscal solicitaba que se le aumentara la pena a la madre, que conforme a la ley, le parecía poca la pena impuesta.
Sin duda que alguien ha hecho perder los papeles al fiscal, como los perdió anteriormente el tribunal que sentenció, como los perdió el profesor que denunció a la madre, como los perdió la madre cuando dio el bofetón al chico, y como los perdió el chico cuando le faltó el respeto a su madre.
En esa cadena de pérdidas, la única que tenía derecho a perder los papeles es la madre que lo parió, que para eso lo parió, lo ha amparado, y será la única que lo seguirá cuidando hasta que se muera, aunque ese niño se convierta en el mayor de los canallas. El resto de personajes de esa farsa lo olvidarán con facilidad y lo repudiarán a la primera ocasión que se presente, que no les importará si se cae o se levanta, si sufre o es feliz.
Ahora no podemos salvar al gobierno por que indulte a la madre, que el gobierno es el principal responsable de una ley que permite cometer semejante desafuero con las madres.
Si esa mujer obrara de la misma forma que las leyes, le diría a esta sociedad, que ella rechaza la patria potestad sobre el hijo; que fueran el profesor, el fiscal, el juez y el gobierno los que cuiden en adelante del chiquillo; y ya que están tan interesados por su bienestar, que se preocupen de él como lo hubiera hecho ella toda su vida, si no le hubieran quitado las ganas.
Esta sociedad se muestra muy exigente con quien debía ser comprensiva: es fuerte con los débiles y débil con los fuertes. Aparenta proteger a los niños, sin darse cuenta que los niños, además de cariño, necesitan algo de disciplina, y que una disciplina más rígida, con alguna bofetada que otra, la tuvimos nosotros y no se nos torció la sonrisa por ello, ni odiamos a nuestras madres. Todo lo contrario, nos preparó para enfrentarnos a la vida sabiendo lo que esta bien y lo que esta mal. Pobre del niño que no tiene una madre que le dé una buena crianza. ¿Y qué ley defiende al niño de sus hermanos?, que esos sí que te inician en la realidad de la vida, y no se apiadan tan fácilmente como los padres, a la hora de darte clases prácticas sobre lo que te vas a encontrar en la calle.
Protección sí, pero que ayude a crecer a los niños como personas y no despiste a los padres ni a la sociedad, que vamos a terminar siendo muy, muy blanditos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario