A causa del terremoto de Lorca, hemos visto desfilar por la televisión a políticos de variado pelaje, catalanes y vascos, expresando sus condolencias por el suceso. Eso está bien y no lo sacaría de contexto, si esos políticos que tan apesadumbrados se mostraban, dedicaran su tiempo a construir España, como es su obligación, que nuestro dinero nos cuesta; pero todo lo contrario: se dedican a despedazarla. Claro, que antes nos sacarán, como a los cerdos, hasta la última gota de nuestra sangre ¡Eso sí!, en euros y con la colaboración de otro mucho peor que ellos, que además de mandarnos, dice ser de los nuestros.
¿A qué viene tanta pamplina? Si a los conciudadanos que los sufren en Cataluña o en las Vascongadas les acontece alguna tragedia, los ayudaremos igual. Recuerdo aquellas inundaciones del año 1983 en Vizcaya, en que muchos guardias civiles se jugaron la vida rescatando del agua a los afectados, sin mirar si eran amigos o enemigos. Las ayudas de toda España se dispararon. Habían caído más de 600 litros por m2 coincidiendo con la pleamar. Cuatro jóvenes guardias civiles murieron ahogados en el Land Rover, con una chica de 21 años que acababan de sacar del agua. También dio la vuelta al mundo la imagen de otro guardia civil sacando a hombros a una persona (no pensó si era o no separatista, lo salvó). La mayoría de ciudadanos vascos, seguro que se sintieron agradecidos y emocionados, pero el agradecimiento de los políticos nacionalistas vascos de entonces no les llevó a cambiar de rumbo: siguieron por el camino que los alejaba de España. A añadir, que el alcalde de Bilbao no tuvo a bien agradecer los servicios de la Guardia Civil y del Ejército, ni citarlos, cuando organizó un acto para homenajear a los voluntarios que participaron en la limpieza de Bilbao. Pero es lo mismo, la ayuda se da sin esperar nada a cambio, que es como hay que darla; lo demás es interés, y el interés es cosa de banqueros y nacionalistas excluyentes. Ese mismo año, la Lotería Nacional dejó en Bilbao más de 7000 millones de pesetas. En cuanto a la lotería, alguna comprarían los bilbainos para que les tocara, porque otra cosa sería pensar como las monjas, que no hay casualidades, sino milagros.
Hay algo que define a los españoles: que formamos parte de un pueblo que, con algunas excepciones, reacciona con el corazón ante la tragedia, y que no piensa a la hora de echar una mano, si el afectado lo merece o no lo merece. Primero se ayuda; el agradecimiento, aunque sea de bien nacidos, sigue siendo secundario, por eso, siempre contestamos en nuestro hermoso lenguaje a la expresión “gracias” con un “de nada”.
Ahora nos toca levantar a la población de Lorca, que ha sufrido un terremoto. Pues que sepan esos que hoy se lamentan como fariseos y mañana volverán a traicionarnos, que a pesar de la pesada carga que soportamos tirando desinteresadamente del carro de España, con ellos de lastre, que levantaremos Lorca con un par, sin esperar a nadie, sin pensar en más.
¡A la de tres!
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